'Afectos fugaces': una crítica fotográfica a la forma de relacionarse en Grindr

Las dos series hacen la misma crítica, pero el contacto con los usuarios de Grindr fue distinto. Mientras que para crear 'Torremolinos' el artista optó por quedar en su estudio y retratar a estas personas de manera individual, en 'Washington Store' decidió quedar con un grupo de usuarios en un almacén que había alquilado para que salieran de la virtualidad y pudieran conocerse cara a cara. Eso sí, los dos trabajos los hizo con una cámara de placas de 1903 y dejó que cada uno de los 'modelos' posara de manera libre. Madriñán se gira antes de efectuar la fotografía para dar tiempo a que se muestren como ellos desean, sin la presión de su mirada.

«Es una crítica velada, pero muy fuerte. Hay una reflexión sobre las tendencias sexoafectivas dominadas por las aplicaciones, lo que conlleva un tipo de relaciones y un tipo de representación del cuerpo mediatizada por la interfaz y por una serie de presupuestos que están sirviendo a unos intereses capitalistas, que son los que hay detrás de esta aplicación», señaló la comisaria del proyecto, Nerea Ubieto, quien destacó que Madriñán muestra todo lo contrario a esos cuerpos sexualizados y masculinizados marcados por lo efímero, por la rapidez. El artista enseña la pausa, el cuidado, la liturgia de un trabajo cuidado y reflexivo, de lo virtual frente a lo físico.

«Se despojan de esa máscara, que además es el símbolo de Grindr, y saben que tienen un momento para sacar lo que son y desnudarse psicológicamente ante la cámara», añadió sobre el instante en el que se toma la fotografía. La comisaria de 'Afectos fugaces' también indicó que, a través de esta exposición, se muestra la «radiografía de una generación». «El fotógrafo hace una crítica constructiva desde el cuestionamiento de cómo podemos repensar para que no haya un daño psicoemocional, que es lo que más le preocupa: aprender a relacionarnos, a encontrarnos, a amar de otra manera», reafirmó.

Como Federico García Lorca, Madriñán apuesta por las personas que habitan el paisaje, más que por el paisaje en sí. Algo que aplicó en Washington, cuando la embajada española le pidió una exposición con una única condición: que hablara de la ciudad. «No sabía qué hacer sobre un sitio que no conocía», contó el artista durante la presentación, quien decidió poner un anuncio en Grindr con la explicación del proyecto y que estas personas, que comparten un mismo espacio digital, compartieran un mismo espacio físico. «Me interesaba hablar de quiénes somos, ponerme un espejo delante. Reflexionar sobre mi identidad y generación. Toda una generación de personas que entienden los afectos en base a una gran empresa tecnológica», aseguró.

El vicepresidente y diputado de Cultura, Manuel López Mestanza, quien presentó esta exposición, destacó a Jesús Madriñán como un «artista ya consagrado». «Tiene más de 15 años de carrera profesional y es un fotógrafo que persigue inmortalizar las escenas más espontáneas con la belleza y la calidad de la imagen de estudio», comentó, además de subrayar que Madriñán, «utiliza una cámara de gran formato y una película analógica para sus proyectos, herramientas que se contraponen a la inmediatez de lo virtual, a la cultura desechable y a las obras apresuradas».