Fundación Miguel de Molina

Acto de justicia con Miguel de Molina: reconocen su condición de represaliado y exponen su legado

Sufrió el acoso, la persecución y el maltrato del régimen franquista y murió en el exilio. El Senado insta al Gobierno a restituir la memoria del malagueño al mismo tiempo que su archivo se exhibe en la Casa de Velázquez de Madrid

Miércoles, 9 de octubre 2024, 18:31

«Nunca me olvidé de España, a pesar de que en algunos momentos se me trató como un perro», dijo un emocionado Miguel de Molina desde Buenos Aires en 1992. A sus 83 años, en el exilio, recibía la condecoración de la Orden de Caballero ... de Isabel la Católica. Esa distinción era una raya en el agua, porque España sí le olvidó y le silenció. Aquel malagueño que revolucionó la copla y el concepto de espectáculo, con unos diseños que todavía hoy son vanguardistas, pagó muy caro ser homosexual, rojo e innovador. Ahora, 31 años después de su muerte, un gesto político y una exposición en la Casa de Velázquez de Madrid restituyen parte de su memoria en un acto de justicia.

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El pleno del Senado insta al Gobierno a reconocerle como víctima represaliada del franquismo, y reclama la preservación y exhibición de su legado para su exposición permanente. La moción registrada por el Grupo Parlamentario Socialista contó con los votos a favor del PP, que ostenta la mayoría en la Cámara Alta, del Grupo Popular Vasco y del Grupo Plural. Vox se ausentó del debate.

«Su vida se enmarca en el entorno de la Generación del 27, compartiendo amistad con Lorca o Alberti. Como ellos, padeció la lacra de la intolerancia política del momento. Miguel de Molina fue víctima de vejaciones y torturas para que se marchara de España. Un exilio que también fue interior porque fue vilipendiado por su homosexualidad. Por todo ello, su obra debe ser preservada y que las generaciones actuales y futuras sepan quién fue», declaró la senadora del PSOE, Marta Jorgina Saavedra.

La iniciativa del Senado pide la puesta en marcha de un centro para la exhibición permanente de su legado

Miguel de Molina se exilió en 1942 tras sufrir el acoso, la persecución y la censura del régimen franquista. En 1939, una paliza a la salida del Teatro Pavón de Madrid tras una función estuvo a punto de acabar con su vida. «Me maltrataron, me dieron ricino, me cortaron el pelo a tirones», «me golpeaban con los puños de las pistolas tan fuerte que me daba la sensación de que me estaban dando tiros», contó años después en una entrevista con Carlos Herrera.

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Poco después, le confinaron, le prohibieron trabajar y le amenazaron: «En cuanto regresé a Madrid (de un espectáculo en Zaragoza, en 1941) me esperaban dos policías que me llevaron a la Dirección General de Seguridad. Y allí un funcionario me dijo por fin claramente que tenía absolutamente prohibido trabajar. Y que si volvía a pisar un escenario no se responsabilizaban de lo que me pudiera suceder», relató.

Miguel de Molina se marchó entonces a Argentina, pero ni siquiera allí acabó su sufrimiento. Una orden de la Embajada española le obligó a abandonar el país por homosexual y se refugió en México, donde también fue boicoteado por el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica. Tiempo después, una llamada de Eva Perón le hizo regresar a Argentina, donde volvió a brillar en los escenarios como cantaor y también como creador total. Porque Miguel de Molina cantó 'Ojos verdes' y 'La bien pagá' como nadie, pero también patentó una estética única, con esas coloridas camisas de mangas abullonadas que él mismo cosía, las botas con estampados y el caracolillo que asomaba bajo el sombrero. Sus puestas en escena eran, en sí mismas, un espectáculo.

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La iniciativa del Senado pide además al Gobierno valorar, junto a las administraciones locales y autonómicas que estén interesadas, la puesta en marcha de un centro para la exhibición permanente de su legado. Permitiría, según la senadora, impulsar investigaciones y estudios sobre la historia cultural durante la Segunda República y el régimen franquista. Hace años ya se abordó esa posibilidad en Málaga, pero la propuesta no fructificó. En 2010, cuando el MUPAM acogió la exposición más amplia dedicada al cantaor en su ciudad, su sobrino y director de la Fundación Miguel de Molina, Alejandro Salade, desveló que estaba en conversaciones con el Ayuntamiento para «cumplir con la voluntad de Miguel» y que Málaga sea la depositaria final de los fondos de la institución. Pero nunca más se supo.

Exposición

De momento, hasta el 27 de octubre, parte de su legado se exhibe en la Casa de Velázquez de Madrid. La exposición 'Embrujo. Los mundos de Miguel de Molina' se inscribe en una dinámica de rehabilitación de la memoria de su figura. El objetivo es visibilizar la parte menos conocida del bailarín, escenógrafo, diseñador y poeta. Hay correspondencia con familiares, artistas y escritores; escritos en prosa, poemarios y diarios; cuenta también con una ingente documentación fotográfica, libretos, partituras, diseños de vestuario y trajes originales de sus espectáculos.

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Por un lado, la muestra hace hincapié en la importancia de este artista polifacético, arrojando luz sobre el Molina bailarín, escenógrafo, diseñador y poeta. Por otro lado, con algunos materiales inéditos, permite ampliar el conocimiento de la vida cultural de los años treinta, del periodo de la guerra civil y del exilio. Forma parte de un proyecto de investigación vinculado a la apertura del Archivo de la Fundación Miguel de Molina, respaldado por el Institut universitaire de France, la Casa de Velázquez y las Universidades de la Sorbona y Toulon, en colaboración con la École Normale Supérieure de Lyon y la Universidad Grenoble Alpes.

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