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María Teresa lezcano
Domingo, 16 de abril 2017, 00:03
Tal día como hoy nacía Gengis Kan y moría Bernadette Soubirous. El primero, Gran Kan del Imperio Mongol, conquistó en veinticinco años más tierras que los romanos en cuatro siglos; la segunda aseguró ver a la virgen dieciocho veces en la gruta de Lourdes.
Gengis Kan. Del 16-4-1162 al 18-8-1227
El dieciséis de abril de 1162 nacía, en el valle de Dulun Boldaq, Tie Mou Jen, que sería entronizado como Gran Kan del Imperio Mongol. Tras unificar, conquista mediante, todas las tribus que guerreaban individual e infructuosamente por tierras mongolas, Gengis siguió conquistando por esas estepas limítrofes y de igual manera te sometía el norte de China que a los turcos musulmanes, que al Imperio Corasmio, con capital en Samarcanda; montados sus jinetes sobre los enjutos aunque vigorosos caballos mongoles y alimentados los jinetes, a los equinos los ponían a pastar entre conquista y conquista con yogur y miso, a su vez acompañados por tragos de leche de yegua fermentada, que dicho así suena inocente pero que era una bebida cuya graduación, aun siendo moderada, era compensada por el ímpetu y la constancia de los estómagos mongoles en recibirla y acumularla. Tras haber conquistado en veinticinco años más tierras que los romanos en cuatro siglos, Gengis debió de pensar que era el momento de vivir de las rentas y, para proteger sus territorios, que llegaban desde el Pacífico al Mediterráneo y con el consiguiente resultado de que la mayoría de la población actual del mundo vive en tierras que pertenecieron al Kan, mantuvo su táctica de guerra psicológica y de terror mediante trucos diversos que iban desde exhibir trofeos humanos aunque ya fiambres y bastante perjudicados estéticamente, hasta arrojar sobre las ciudades susceptibles de revuelta los cadáveres de las víctimas de la peste bubónica también conocida como peste negra o muerte negra mediante catapultas; hecho que lo convirtió, sin el menor espacio para la duda, en pionero en el entretenido juego de la guerra biológica. Hijo de la gran... bacteria.
Bernadette Soubirous. Del 7-1-1844 al 16-4-1879
Setecientos diecisiete años antes del nacimiento mongol de Gengis Kan moría en Nevers Bernadette Soubirous, a quien las dieciocho apariciones marianas en la gruta de Massabielle, más conocida como gruta de Lourdes, no protegieron de la muerte que la propulsó, a los 35 años y vía tuberculosis perniciosa, a la beatificación y la posterior canonización. La primera vez que vio a la virgen, Bernadette recogía leña en la orilla del río cuando divisó en la entrada de la gruta una luz suave en cuyo interior se perfilaban los contornos de una niña vestida de blanco. Comoquiera que la aparición no dijo este aura es mía, Bernadette regresó en otra ocasión a ver qué se cocía por la gruta y, esta vez sí, la virgen tenía el día charlatán y le comunicó, con total sencillez y en patois, lenguaje local de aquella zona de los Pirineos de cuyo empleo se deduce que la virgen era políglota o paisana, una de dos, que no le prometía la felicidad en este mundo sino en el otro. Acabáramos. Convocados numerosos fieles en torno a la pronto celebérrima gruta, ninguno de ellos fue capaz de asistir a una sola aparición, aunque Bernadette iba intimando con ella que daba gusto, y lo mismo un día le decía la visión que se lavara en el riachuelo que fluía bajo la gruta, que al siguiente que comiera hierba. Lo del agua tenía cierta lógica porque el aseo no deja de ser recomendable, aunque lo de comer hierba ya era otro cantar y, si bien Bernadette se resignó a pastar de vez en cuando, los fieles y sus representantes eclesiásticos dedujeron que sería un error de interpretación de Bernadette o una mala pronunciación de poliglotismo o de patois, y renunciaron al herbivorismo si bien decidieron que el agua del fondo de la gruta era milagrosa, y aquí nació Lourdes como ciudad santa que no tardó en encapillarse y basilicarse a la vez que se iba abarrotando de tiendas donde te vendían y te siguen vendiendo bolas de vírgenes nevadas, frascos con agua bendita y medallas de la inmaculada concepción lourdesca. En cuanto a Bernadette, se metió literalmente a monja mientras discapacitados de todas nacionalidades se ponían, no menos literalmente a la cola del hipotético milagro. No empujen, sil vous plait.
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