María Eugenia Merelo
Sábado, 28 de enero 2017, 00:45
Ahora que Trump ha empezado a sacudir el planeta como una alfombra una piensa en aquellos hombres lúcidos y soñadores que pusieron los pilares de los Estados Unidos. Entre ellos Benjamin Franklin, político, polímata, científico e inventor. Experto jugador de ajedrez, Franklin comparaba la vida con el juego de 16 piezas: en ambos encontraba «lucha, competición y eventos buenos y malos». Bien mirado, un museo también tiene mucho de ese juego de estrategia, con su lucha, su competición y sus eventos buenos y malos. En el tablero blanco y negro de la nueva oferta museística de Málaga el Museo Picasso, veterano en esta ciudad de museos, ha movido ficha. De momento, no sabemos si un peón, una torre, un caballo, un alfil, una dama o un rey. Porque ayer se anunciaba a medias una renovación de la colección permanente gracias al nuevo acuerdo firmado con la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte (FABA), que permitirá que lleguen hasta el museo durante tres años un total de 166 obras nuevas. Pinturas, esculturas y obra sobre papel, detalladas y valoradas en ese documento firmado ayer, «muy famosas», pero reservadas de momento al mayor de los secretos. Ayer se anunció el acuerdo -nuevas cifras y nuevos tiempos-, pero no se desveló qué verá el visitante a partir del 13 de marzo en las salas de la colección permanente una vez que se retiren los principales iconos de la institución. La consejera Cultura está convencida de que la operación es «un paso más en esta excelencia del MPM», pero habrá que esperar a conocer las nuevas piezas y el nuevo discurso expositivo que llegarán al Palacio de Buenavista para valorar la trascendencia y lo acertado del movimiento que sobre el tablero realiza una pinacoteca que, en sus 14 años de historia, ha sumado visitantes hasta superar de largo el medio millón de visitas al año y convertirse en el más visitado de Andalucía. Una incógnita.
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La renovación, o revolución, lleva indiscutiblemente el sello de Bernard Picasso, que siempre ha echado de menos más protagonismo del genio malagueño en el museo familiar. Poco Picasso en el Museo Picasso. Frente a las grandes y, muchas, extraordinarias exposiciones temporales, los herederos del artista (y dueños de los cuadros) reclaman desde hace tiempo más luz sobre el malagueño más universal. Y, a partir de ahora, «más museo y más Picasso», anunciaba ayer la consejera Aguilar. Más obras firmadas por el artista, más actividades en torno a él, un ambicioso programa académico y un gabinete de investigación para el estudio de su legado artístico.
El nuevo modelo para el Picasso permitirá renovar la colección permanente cada tres años. Apuntaba ayer Bernard: «Algo único en una entidad cultural de este tipo». Más que único, excepcional, y también algo debatido y discutido en todos los grandes centros museísticos, abocados a los cambios, a las actividades y a las exposiciones temporales para atraer visitas, garantizar su supervivencia económica y su presencia mediática. Tampoco pudimos saber ayer si la nueva apuesta por la renovación de la colección permanente desplazará o mermará las muestras temporales, hasta ahora, marca de la casa. Otra incógnita.
El movimiento de ficha del Picasso se ha diseñado y se ha puesto en marcha de la mano de la consejera Rosa Aguilar, con la que parece que la familia Picasso tiene mejor sintonía que con su predecesor, Luciano Alonso. Por afinidades personales o quizás porque a éste le tocó la china de meter la tijera en el presupuesto de la institución museística y recortar un 47% su presupuesto y cambiar la dinámica directiva y enfocarla a captar más fondos privados y paliar así la merma de la aportación pública.
El Museo Picasso se renueva, pero no se amplía, como ayer volvió a plantear el alcalde, Francisco de la Torre, en una breve visita a los patronos del museo. Es llamativo el empeño del alcalde con la ampliación de una pinacoteca que él ni financia ni gestiona. Doblemente llamativo cuando él ha apostado por un modelo de museos que se renuevan y renuevan, pero que nunca se ha planteado que se amplíen. Triplemente llamativa cuando la ampliación de la Casa Natal, de gestión municipal, lleva tres décadas sin resolverse, mientras su actividad y sus exposiciones languidecen o desaparecen, como la Beca Picasso. Y eso sí que es algo único. El lugar donde nació el artista ante el que se rindió el mundo, el genio que da nombre a tres museos, incluido el de Málaga. Y ahí toca, hace ya demasiado tiempo, mover ficha.
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