Francisco Griñán
Jueves, 5 de enero 2017, 01:21
Durante una huelga de actores para exigir derechos laborales días libres semanales o que se pagaran los ensayos, Concha Velasco acudió a una asamblea y, tras tratarse los puntos del día, levantó la mano. «A ver, la compañera Conchita quiere decir algo», le dio la palabra la actriz Lola Gaos, que ejercía de presidenta de la reunión. Y más de uno no pudo contener la carcajada cuando la aludida se levantó y dijo: «A mí todo me parece muy bien, pero yo la protagonista». Velasco recordaba ayer esta anécdota cuando hablaba con SUR sobre su última obra, Reina Juana, en la que se sube al escenario como estrella absoluta y única. «Yo siempre quiero ser la protagonista; desde pequeñita, ¿Y sabes por qué? Porque es la que ríe más, sufre más, vive más, se emociona más y ama más», confiesa la actriz que experimentará todos esas sensaciones este fin de semana sobre las tablas del teatro Cervantes para inaugurar con su versión de Juana la Loca el Festival de Teatro de Málaga.
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«Es que Juana no tenía nada de loca», aclara la intérprete, que recuerda las palabras del director del montaje, Gerardo Vera, y del autor, Ernesto Caballero, cuando comparan al personaje con una «tragedia shakesperiana». Ambientada en la última noche de Juana I de Castilla, esta mujer de 76 años uno menos que la propia Concha Velasco se cuestiona la toma de Granada o la brutal Inquisición desde su reclusión en Tordesillas, donde la trataron «como al Conde de Montecristo». «Es que su historia es tremenda», se sorprende como si fuera la primera vez que se enfrenta el personaje. «La llamaron loca porque necesitaban una excusa para encerrarla y quitarle la corona», apostilla.
Por ello, Velasco no duda en considerar a Juana I de Castilla como una «mujer maltratada» por su madre, la reina Católica; su marido, Felipe el Hermoso; su hijo, Carlos I, y su nieto, Felipe II. «Ese maltrato a la mujer que hoy vemos de manera constante, lo sufrió Juana», explica la actriz sobre la reina que permaneció encerrada 46 años hasta su muerte.
Concha Velasco asegura que comprende bien a esta Juana. Aunque lleva meses representándola, le dedica dos horas cada día a ensayar para que todos los personajes que la reina recuerda y salen de su boca «estén todos en sus sitio». Una actitud metódica que habla mucho de esta actriz con querencia por los protagonistas, pero que no le hace ascos a un papel de reparto. «Es que hay secundarios que me lo han dado todo, como el de la serie Gran Hotel», dice Concha Velasco, que se pone como unas «castañuelas» al mencionar su reciente Premio Nacional de Teatro, que es el segundo que le otorgan. «Además no ha sido a toda mi carrera, sino por mis últimos papeles en las tablas», reconoce la intérprete, que se siente querida por la profesión. Y es mutuo. «En lo profesional nunca he hecho daño a nadie voluntariamente. No he ido por la vida pisando cráneos ni poniendo zancadillas. ¡Adoro a mi gente!», afirma la actriz en un espontáneo examen de conciencia a su trayectoria.
Como José Sacristán
Prefiere que de política hablen «otros más jóvenes», aunque se pone guerrera cuando le hablan de la situación de los actores. «Tú ves, en eso soy corporativista», afirma Velasco, que añade que «los más perjudicados por el Iva cultural son los actores con un 80% de paro». «Hay que pasar mucha hambre y frío para llegar a ser actor. Y para que después digan que son unos subvencionados cuando esas ayudas las reciben los empresarios y al actor, en todo caso, lo contratan», señala con contundencia la intérprete que saca ese carácter en el que también se reconoce su Reina Juana.
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En los últimos años también ha estado sobre la tablas con Hécuba y Olivia y Eugenio, unos trabajos que no van a ser de los últimos. Pese a que los periodistas parece que siempre la queremos retirar al hablar de su carácter incombustible, Velasco sigue sintiéndose Conchita. «Tengo una carrera estupenda y he sabido evolucionar con dignidad», confesa esta actriz que tiene como ejemplos a seguir a José Sacristán y a Nuria Espert.
«Mientras yo tenga buena memoria, no me opere de estética ni pretenda ser ahora la chica ye-ye, no me voy a retirar porque esta es mi vida», asegura con convencimiento la actriz, que también recurre a la ironía: «Además, ¿quién iba a hacer entonces los papeles de mayor?».
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