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Regina Sotorrío
Miércoles, 28 de diciembre 2016, 00:10
Una conversación con Moncho Borrajo es una sucesión de gags y frases ingeniosas. Más que una entrevista parece un avance del show. Aparece el Moncho más deslenguado y descarado («Ya sabes que la acera de enfrente la visité de pequeño y me quedé a vivir»), el más mordaz con la «España miserable» que ha dejado la clase política, y el más atrevido que denuncia la censura al incorrecto. «Ahora en nombre de la palabra democracia te cierran teatros», sentencia. Si así ha sido media hora de charla, imaginen lo que dará de sí más de dos horas de espectáculo en el Teatro Alameda, donde el cómico se instala desde hoy y hasta el viernes con ¡Madre mía! ¡Cómo está España!.
El título necesita poca explicación. Moncho Borrajo no deja títere con cabeza en un repaso por la situación de un país que pasó más de 300 días sin Gobierno. «Que si la de Andalucía dándole el beso de Judas a Pedrito; Felipe González hablando desde el otro lado del mundo no se sabe para qué, porque lo que tenía que haber hecho es irse de una puñetera vez como ha hecho Aznar; los de Podemos peleándose entre ellos. Y mientras tanto Rajoy haciéndose el gallego», resume.
Tras haber sido Golfus Hispánicus, Yo Quevedo y Moncho Panza, el cómico quería volver a sus chaquetas, sus broches, sus aires cabareteros y su payaso final como Moncho Borrajo, con nombre y apellido. Canta, baila, saca al público al escenario esta vez, dice que solo mujeres, se hace un selfie y hasta improvisa un rap a partir de las palabras que los espectadores escogen de un diccionario. «Que no digan los modernos que el abuelo no puede», afirma el cómico, de 67 años y un estado físico «de maravilla».
Como despedida del show, un tierno payaso habla, nada menos, que de memoria histórica. Al final resulta que el clown es el que más en serio habla. «¡Claro! Porque una de las cosas del humor es decir cosas muy serias sin ofender. En el fondo somos una mosca cojonera, como el bufón del monarca diciendo las verdades», asegura. Y recuerda a sus referentes, a Cantinflas, a Chaplin y a Groucho Marx. También a Santiago Carrillo y la apreciación que le hizo tras uno de sus espectáculos: «Me dijo Si no hicieras el payaso todo lo anterior sería un mitin destructivo», cuenta entre risas.
Medicina y arma
Porque para él el humor es «medicina y arma». Un remedio contra la tristeza y una defensa frente al poderoso. Aunque ahora, asegura, la crítica mordaz que siempre ha caracterizado al cómico está muy edulcorada. «Me he encontrado con monologuistas muy blandos. Es que si no, no trabajas en la televisión», sentencia. Pero, ¿no hay libertad de expresión? «No», contesta tajante. Moncho Borrajo lamenta que haya «teatros en manos de los amigos de los políticos» que vetan a ciertos artistas. Y añade: «Con Franco conocías la censura, sabías qué te censuraban y por qué. Ahora en nombre de la palabra democracia te cierran teatros. Y ya está, no te contratan». El cómico aprovecha para decir que en 45 años de profesión «nunca» le han ofrecido el Teatro Cervantes, tan solo una vez «hace muchísimo tiempo» para presentar una gala de Reina del Carnaval. «En cambio, sí se lo dieron a Jorge Javier Vázquez, ¿no?», deja caer.
Los políticos, dice, no tienen «ningún» sentido del humor ni querencia por el teatro. «No van porque se apaga la luz y no les ven. Y como pierden el culo por una foto... a oscuras es imposible. Al fútbol, por ejemplo, sí que van», declara. Califica el 21% de IVA de un «terrorismo cultural» que está «masacrando» a la profesión. Pese a todo, desde hoy y hasta el viernes en el Alameda, Moncho Borrajo pondrá al mal tiempo buena cara.
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