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Mark Ryden posa en el CAC Málaga durante el montaje de la exposición que inaugurará mañana.
Mark Ryden: «Es bueno recordar que hay belleza en el mundo»

Mark Ryden: «Es bueno recordar que hay belleza en el mundo»

«No conozco a una sola persona que apoye a Donald Trump... Es difícil creer que haya alguna», afirma el artista

Antonio Javier López

Jueves, 15 de diciembre 2016, 00:43

Durante la pasada primavera visitó la ciudad. Actuó de anfitrión Antonio Banderas. Pero aquel día, a Banderas lo pararon una vez por la calle y a él, tres. Lo cuenta, medio arrepentido y medio avergonzado, Mark Ryden (Oregón, Estados Unidos, 1963), el artista que firma portadas de discos de Michael Jackson y Red Hot Chili Peppers; el inspirador del célebre traje de carne de Lady Gaga; el autor que cuenta con una legión de seguidores, que ya se organizan para acudir desde distintos puntos del país y más allá a la inauguración de la retrospectiva que desde mañana le dedica el CAC Málaga con más de 50 obras realizadas en los últimos 20 años.

¿Cómo surgió el proyecto de exponer en el CAC Málaga?

Estaba hablando con mi galería en Nueva York, Paul Kasmin, sobre la posibilidad de realizar otra retrospectiva juntos. Habían pasado diez años desde que hicimos la anterior, Wondertoonel en el Frye Museum de Seattle que después viajó al Pasadena Museum of California Art, así que parecía que después de diez años era el momento y justo cuando estábamos empezando a contemplar esa posibilidad hubo una conexión con Fernando (Francés, director del CAC Málaga), que vino a visitarme. Quedamos hace más o menos un año y de inmediato conectamos. Me enseñó fotografías del espacio y pensé que era hermoso, que podía albergar el gran número de obras que yo esperaba, porque queríamos reunir un gran número de piezas y ese lugar parecía perfecto para eso. Visité el CAC el pasado mes de marzo. Mi mujer (la también artista Marion Peck) tenía una exposición en París y aprovechamos que estábamos a este lado del charco. Era Semana Santa, fue una coincidencia, otra sincronización y esa experiencia fue muy inspiradora.

¿Conocía la Semana Santa española?

¡Nooo!

¿Y qué le pareció?

Es muy difícil de expresar con palabras. Creo que fue muy emocionante. Todo en general, las procesiones... Fue muy inspirador... Toda esa belleza, la ornamentación, las representaciones dramáticas, el espectáculo en sí mismo... Me pareció muy excitante y me caló muy hondo. La cercanía con los hombres que llevan... ¿Cómo se dice?

¿Los tronos?

Eso, los tronos... Pasan justo a tu lado y en ocasiones incluso te rozan y puedes comprobar muy de cerca lo duro que están trabajando... Fue realmente emocionante.

Algunas de las obras que expone en el CAC Málaga muestran la influencia de aquella experiencia, pero, ampliando un poco el foco, ¿cómo cree que ha cambiado su trabajo en estos 20 años?

Esas preguntas son buenas para las personas que la observan y la evalúan. Es difícil para mí tomar distancia y tener perspectiva. Me di cuenta mientras las veía todas juntas, sólo a un primer nivel superficial, de un cambio en la paleta de colores del que no era consciente. Viendo algunas de mis pinturas más antiguas por primera vez después de mucho tiempo me parece que tenían colores mucho más vibrantes de como los recordaba. En cualquier caso, mi trabajo siempre se ha articulado a partir de una serie de exposiciones temáticas, así que creo que ha habido una progresión de un tema general a otro, más que de una pintura individual a la siguiente.

Personajes infantiles

Esas series mantienen como denominador común el protagonismo de personajes infantiles, convertidos ya en icono de su obra. ¿Cómo surgieron?

Es un asunto que me ha llevado algún tiempo decidir por mí mismo. Durante un tiempo, mi mujer pensó que en realidad se trataba de autorretratos, eso me pareció muy interesante y me dio mucho que pensar; pero creo que realmente son representaciones del alma, por lo que también de alguna manera son representaciones de mí mismo y de cualquiera que busque algo en la pintura. Es algo que puede conectar a las personas con las pinturas: que esas personas que ven en los cuadros lleguen a ser ellos mismos, ya sean un hombre una mujer o un niño. Mis obras son un retrato de quien las mira.

Al oír sus palabras en la ciudad natal de Picasso viene a la memoria su frase: «Me llevó toda una vida aprender a dibujar como un niño». ¿Piensa lo mismo?

Sí. Algo que comparten los artistas es tratar de ver el mundo a través de los ojos de un niño, ver las cosas con más imaginación, apreciar el alma de las cosas, ese espíritu creativo que un niño tiene de manera natural. Hay que aferrarse a eso porque se trata de un desafío.

¿Y siente que ha logrado ese desafío como artista?

En realidad estudié arte comercial, nunca estudié para ser artista, porque en el momento en que yo estaba en la Universidad, a principios de los años 80, lo que estaba pasando en el mundo de las Bellas Artes era algo con lo que no sentía ningún tipo de conexión. Creo que eso es parte de lo que define el surrealismo pop (la tendencia en la que suele enmarcarse su obra): el amor por la pintura tradicional, por la representación, la narración y todas las cosas que fueron algo prohibido en el mundo del arte durante tanto tiempo: los 50, los 60, los 70, los 80... Fue en los años 90 cuando empezó a ser aceptable de nuevo, incluso hacer figuración, y por eso me dediqué a la parte comercial. Durante unos diez años eso es lo que hice: el arte comercial. Y lo hice todo: desde folletos corporativos muy conservadores e informes hasta portadas de discos que terminaron siendo los más parecido a la obra de arte personal que haría más tarde.

Esas portadas le abrieron las puertas de un público masivo.

Esas portadas fueron una especie de presagio de cómo sería muy trabajo, aunque era algo en el fondo muy distinto. Hacer una portada es un proceso muy diferente al de realizar una pintura, porque todavía eres un empleado que tiene que realizar una idea que no ha salido de tu cabeza, así que el proceso de muy diferente para mí. En esta exposición sólo hay una obra, la portada del disco de Michael Jackson (Dangerous, 1991), que realmente es una rareza en medio de la exposición, pero es algo que a la gente le gusta ver y por esa razón está incluida.

Parece moverse con soltura entre lo que se conoce como alta y baja cultura. ¿Se siente más cómodo en la primera o en la segunda?

Bueno, es otra cosa que define el surrealismo pop: tratar de combinarlas. Algo en lo que Takashi Murakami también está interesado, en el colapso de la alta y baja cultura. Es algo que hago de manera natural. Voy a los museos y aprecio las pinturas clásicas, pero también me encanta ir a un mercado lleno de pulgas y coleccionar juguetes viejos y rotos que también me inspiran. No trato de poner una cosa encima de la otra, las aprecio en igualdad para combinarlas en mi trabajo.

La imagen de marca

Esa combinación ha hecho que su obra sea tan conocida como cotizada. ¿Le resulta más peligroso el mercado o la tentación de copiarse a uno mismo?

Es muy difícil alejarse de eso, todavía estás hacindo algo para vender y quieres ganarte la vida. Creo que sería interesante ver cuánto está siendo influenciado por eso. Si ganara la lotería y tuviera todo el dinero del mundo y simplemente no tuviera que preocuparme de ganarme la vida, ¿mi trabajo sería diferente? No lo sé. Lo intento, creo que la mayoría de los artistas lo intentan: no dejar que la venta de una obra nos influya. Más que del dinero, es aún más difícil liberarse del deseo de tener éxito. Si has estado haciendo ciertas imágenes que tienen éxito, es un reto hacer algo que la gente no está esperando.

Pero no me negará que su obra se ha convertido en una suerte de marca comercial...

No lo veo de una manera tan extrema, aunque creo que otras personas sí podrían verlo así. No me sorprendería.

Otro de los rasgos de su trabajo es la importancia de la naturaleza como escenario, incluso la conciencia ecologista. ¿Existe un componente político en su obra?

Cuando hago mi obra no tengo ninguna intención de hacer una declaración política, no tengo motivaciones políticas en mi arte, aunque tengo opiniones políticas fuertes. Siento que estamos perjudicando a este planeta de maneras profundas y tengo una relación espiritual con el planeta. Y pienso en eso como una divinidad femenina, creo que el patriarcado que ha dominado el planeta durante tanto tiempo es lo que lo está destruyendo. Esa competitividad masculina para crecer y conquistar el universo y hacer una mercancía de todo en la tierra en lugar de respetarla como una cosa divina.

Arte y política

¿No cree entonces que el arte deba tener un componente político?

Es una gran pregunta, porque el mundo se ha vuelto al revés para los estadounidenses y para el mundo entero con la elección de (Donald) Trump. Es una pesadilla, algo terrible. Fue completamente increíble que esa persona horrible saliera elegida (como presidente de Estados Unidos). No conozco a una sola persona que apoye a Donald Trump... Es difícil creer que haya alguna. Yo vivo en la costa oeste y la gente en las costas, este y oeste, están más conectada con toda la Tierra en lugar de ver a América como algo aislado. Viajan más, van a Europa, no tienen esa visión aislada que tiene la parte central del país. Es algo realmente profundo creo que estamos en peligro de que explote el mundo, y es difícil no dejar que esto afecte a tu arte o empezar a pensar que necesitas hacer algo al respecto. La forma en que me comunico con el mundo es mi arte y estoy pensando sobre eso. ¿Tengo la responsabilidad de tratar de llevar mi arte en esa dirección? Aunque como dije nunca he tenido motivaciones políticas en mi arte antes, es algo con lo que estoy luchando ahora mismo. No lo habría dicho antes, pero tal vez ahora lo haga. Mi mujer está en la misma situación: ¿cómo no hacer algo al respecto si lo que hacemos es hacer arte y es así como llegamos a otras personas? Tal vez, más que una responsabilidad se ha convertido en un deseo.

¿Por eso sus escenas muestran un mundo de fantasía, para ofrecer un refugio frente a la realidad?

Eso es lo que hago. Es lo que nos está ayudando a pasar esta situación, a recordar qué es importante: la belleza de un árbol, las bellezas sencillas... Creo que es bueno alejarse de los horrores que vienen desde la política, recordar que hay belleza en el mundo, en la fantasía, en la imaginación. Por eso la idea de hacer una pintura con la cara de Trump... Haciendo con eso una especie de declaración política en medio de una exposición, es algo que no me parece adecuado.

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