"Estamos tan felices que ni nos lo creemos"

Ciudadanos y trabajadores de La Aduana viven con expectación la apertura del museo. La presidenta de la Junta acapara los selfies y los saludos a su llegada

Regina Sotorrío

Lunes, 12 de diciembre 2016, 13:49

"Hoy había que estar aquí", decían. Decenas de ciudadanos esperaban a las puertas de La Aduana la llegada de las autoridades y personalidades de la cultura convocadas a la inauguración del Museo de Málaga. "¿Quién viene?", preguntaban con curiosidad a la prensa (alrededor de cien periodistas se acreditaron). Había quien confiaba en ver al presidente del Gobierno Mariano Rajoy, incluso quienes se ilusionaban buscando con la mirada a Antonio Banderas. Pero ni uno ni otro tenía prevista su visita. En su lugar, acaparó saludos, selfies y comentarios la presidenta de la Junta, Susana Díaz.

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Y se hizo de rogar. Durante al menos diez minutos, el ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, formó fila en la entrada de las Palmeras junto a la consejera de Cultura, Rosa Aguilar; el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre; el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, y el Secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo. Diez largos minutos con las cámaras enfocando cada gesto de las autoridades y los ciudadanos preguntando "¿cuánto falta?" para el momento. "¡Ay que ver Susana haciéndonos esperar!", exclamaban. Tardó pero no defraudó. Fiel a su estilo cercano con la gente, Susana Díaz se prestó a los selfies, a los saludos y agradeció los piropos. "¡Al natural estás más guapa!", le decía una señora. Tampoco se libró de las quejas de una extrabajadora de la Subdelegación del Gobierno que protestaba por no haber sido invitada al acto después de haber trabajado durante años en este edificio.

Muchos de los que ocuparon esas oficinas asistieron para ver con sus propios ojos el cambio del lugar. "En la primera planta estaba yo. Me parece maravilloso que ahora sea museo. Es lo suyo, como tenía que ser", declaraba María Nieve Lope, funcionaria de Extranjería. Francisco Javier Romero, gruísta, miraba con asombro el resultado. Él estuvo ocho meses en las primeras obras del recinto, hace ya 15 años. "Era un desastre, con tabiques tirados, ventanas de madera rotas... Una obra. Y verlo ahora sí es increíble. Ya tocaba", se felicitaba. Como también los comerciantes y hosteleros de la zona, que confían en que la inauguración "sirva de revulsivo" para sus negocios tras 19 años de espera.

Es un día de "enhorabuenas" y "felicidades", fuera y dentro del museo. "El anuncio de la lotería lo teníamos que haber hecho nosotras", decía con una sonrisa de oreja a oreja María Remedios Fernández. Tras cuatro años en paro, hoy empieza a trabajar como vigilante del museo. "Estamos tan felices que ni nos lo creemos", añadía junto a Juana Domínguez, que estará desde hoy tras las taquillas tras año y medio sin empleo.

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