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Cómo hemos cambiado

Cómo hemos cambiado

La apertura del museo de la Aduana culmina un proceso de tres décadas que ha llevado a la ciudad a la primera línea de la oferta expositiva internacional

Antonio Javier López

Lunes, 12 de diciembre 2016, 01:21

'Picasso estaría aquí'. En medio del gentío de la segunda movilización ciudadana, aquel 5 de marzo de 1998, el pintor Gabriel Alberca sostenía una pancarta con una frase que ya se había visto meses antes, el 12 de diciembre del año anterior, en la primera manifestación que reclamaba el palacio de la Aduana como sede del museo provincial. El eslogan recuerda el extraordinario ascendiente que sobre el imaginario local mantiene la figura de su hijo más ilustre y, además, abre la puerta por la que conviene asomarse al pasado para entender cómo hemos llegado hasta aquí. Cómo hemos cambiado en tres décadas mal contadas.

En el principio estuvieron los cuadros del Bellas Artes en el palacio de Buenavista y las piezas arqueológicas en la Alcazaba. Unos y otros se unen ahora en la Aduana. Y, sin embargo, el camino hacia la modernidad -primero habría que hablar, quizá, de normalidad- cultural emprendido por Málaga se abre, cómo no, de la mano de Picasso, con la creación en febrero de 1998 de la Fundación Picasso-Museo Casa Natal en los bajos del inmueble que acunó al artista en una esquina de la plaza de la Merced. Ahí está la semilla que ha germinado en las diversas ramas que -sin olvidar sus luces y sus sombras- han colocado a Málaga en un lugar destacado dentro de la oferta expositiva internacional. A esa amplia propuesta se suma ahora el Museo de Málaga, quizá el lugar por el que debería haber empezado todo, aunque se presente como el espacio donde termina... Al menos por ahora.

Ante las impresionantes colecciones provinciales de Arqueología y Bellas Artes, Málaga se coloca frente al espejo de su propia riqueza patrimonial y artística, desde la Prehistoria hasta los albores del siglo XXI. Desde la pintura del siglo XIX protagonizada por Muñoz Degrain, Simonet, Moreno Carbonero y Nogales hasta la nueva figuración de los años 80; desde las tumbas fenicias hasta el afán renovador de la Generación del 50 de Brinkmann, Peinado o Chicano; desde los mosaicos romanos y las maderas árabes hasta el lirismo guerrillero de los Agustín Parejo School... Se trata, al cabo, de una propuesta singular, arraigada en la propia historia de la provincia, que ofrece la vertiente más identificable y autóctona en el amplio escaparate expositivo de la capital. Un circuito que incluye espacios de referencia para adentrarse en las manifestaciones artísticas de los últimos tres siglos, algo que muy pocas ciudades periféricas pueden decir.

En aquellos años 80, el público local apenas podía echarse a los ojos las exposiciones en el Bellas Artes, la colección de arqueología en la Alcazaba, las entusiastas propuestas del Colegio de Arquitectos... y poco más. A ese escenario llega la Casa Natal. Nacida como centro de documentación en torno a la vida y la obra de Picasso, la institución ha terminado a la postre por servir de cobijo administrativo a los (pen)últimos museos en llegar a Málaga: las filiales del Centro Pompidou y del Museo Estatal de Arte Ruso de San Petersburgo, inauguradas a finales de marzo de 2015. Las tres instituciones quedan reunidas en una agencia municipal que gestiona estos equipamientos. Pero mejor será ir por partes, seguir el curso de la Historia.

La Casa Natal tuvo que esperar una década (hasta junio 1998) para disponer de todo el inmueble y ofrecer así no sólo un lugar para el estudio, sino también una sala expositiva y un espacio donde recrear las estancias donde Picasso vivió sus primeros años. Aquel 1998, el pintor malagueño Gabriel Alberca ya andaba con la pancarta 'Picasso estaría aquí' en la segunda movilización que reclamaba la Aduana como sede del Museo de Málaga, cuya colección de Bellas Artes había dejado su sitio en el palacio de Buenavista para que allí se instalara, justo, el Museo Picasso Málaga. De nuevo Picasso.

2003: llega el punto de inflexión

El Museo Picasso se inauguraría en octubre de 2003. En febrero abría sus puertas el CAC Málaga. Y ambos proyectos representan el verdadero punto de inflexión en el devenir de la oferta expositiva de la provincia. Tanto el CAC como el Museo Picasso plantean una proyección internacional inédita hasta la fecha, al tiempo que inscriben a la ciudad en la nómina de destinos predilectos a la hora de conocer tanto el arte moderno y de vanguardia del siglo XX como los lenguajes más actuales de la creación contemporánea.

Así, el Museo Picasso Málaga apuntillaba la recuperación del artista por parte de su ciudad natal, brindaba una colección con más de 200 obras -donadas y cedidas, según los casos, por Christine y Bernard Ruiz-Picasso, nuera y nieto del autor- y daba paso a un ambicioso programa de exposiciones temporales, muchas de ellas de relevancia internacional, como la inaugural 'El Picasso de los Picasso' o las posteriores 'La colección Pierre y Maria-Gaetana Matisse en The Metropolitan Museum of Art' (2007) y 'El factor grotesco' (2012-2013).

De forma paralela, el CAC Málaga 'ponía' a la ciudad en el mapa de la contemporaneidad. Los hermanos Chapman, Anish Kapoor, Alex Katz, Gerhard Richter y Miquel Barceló, entre otros muchos, desfilaban por el antiguo mercado de abastos y brindaban un tipo de propuesta que había permanecido hasta entonces, salvo muy contadas excepciones, al margen de la agenda cultural de la capital.

El Museo Picasso y la Casa Natal reinaban en el siglo XX, el CAC abría la puerta del XXI... y quedada el XIX, por otro lado el gran filón de las piezas de Bellas Artes del Museo de Málaga que permanecían almacenadas desde 1997. Y la pintura del XIX, la andaluza, en concreto, representa la gran baza del Museo Carmen Thyssen, abierto desde 2011 en el recuperado palacio de Villalón. El centro nacía de la cesión gratuita durante 15 años de Carmen Thyssen de un conjunto que supera las 200 piezas de su colección y, cinco años después, esos fondos siguen representando el gran reclamo de la institución.

Como reclamo turístico -sin olvidar su esperado papel como revulsivo cultural- arribaron a finales de marzo de 2015 las filiales del Centro Pompidou y del Museo de Arte Ruso de San Petersburgo. El primero llegaba por un periodo de cinco años, ampliable por el mismo plazo; mientras que el segundo plantea una estancia inicial de una década. El Museo Ruso aterrizaba en los pabellones de Tabacalera, donde desde septiembre de 2010 permanece el Museo Automovilístico, cuyos responsables acaban de firmar una prórroga para permanecer en Málaga otros tres años. Por su parte, el Centro Pompidou Málaga atracaba en el Cubo del Puerto, convertido en la primera filial fuera de Francia de la prestigiosa institución gala.

Y de gala se viste ahora el patrimonio histórico y artístico de Málaga, reunido y expuesto, reivindicado y recuperado, en las salas del palacio de la Aduana. Y sí, Picasso también está ahí.

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