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Lunes, 12 de diciembre 2016, 02:07
¡MALAGUEÑOS!: aquí estamos para pedir lo que es nuestro. Aquí estamos para recobrar lo que nos pertenece. Aquí estamos para luchar contra los eternos aplazamientos que afligen a nuestra tierra y también a nuestro mar. Malagueños: aquí estamos para pedir cívicamente, ordenadamente, conjuntamente -y también urgentemente- lo que es nuestro.
Un poco hartos de oír decir que Málaga es la locomotora de la economía andaluza, reclamamos el combustible. ¡Malagueños, la Aduana para Málaga! Y junto a ese grito de 'La Aduana, ahora', otro: 'El Museo Picasso, ya'.
Nuestra privilegiada tierra no puede seguir estando tan desasistida. No puede seguir siendo la ciudad de los museos imaginarios. No hablo en mi nombre, que eso poco valor tendría, hablo en nombre de vosotros, hablo en nombre de todas las organizaciones políticas, por una vez unánime en la reclamación de nuestro patrimonio. Ellos han querido que sea un hijo malagueño el que os hable en nombre de la Málaga intemporal.
No estamos aquí en contra de nadie, sino a favor de Málaga. No presentamos un catálogo de agravios. No hay rencores, sino ilusiones. Estamos aquí por amor a Málaga. Estamos aquí para recuperar nuestra autoestima, para que quienes vengan detrás no se avergüencen de nosotros. Somos quienes somos y quienes vamos a ser. ¡Ánimo, malagueños! Andamos sobre pisadas, pero tenemos la obligación de prepararles el camino a los que en el futuro paseen por el Parque. Tenemos que ser dignos de los que en el futuro miren la hora en la Catedral y entiendan los guiños de la luz de la Farola. Que no digan, hablando de Málaga, lo que dice la copla: «Qué bonita era/cómo la quería/que pena que fuera/como yo sabía».
Todos sabemos que Málaga es una forma de entender la vida y, también, una forma de desentenderse de ella. La frase que más repetimos es esa de ¿qué le vamos a hacer?, pero siempre se puede hacer algo. Y aquí estamos haciéndolo. ¡La Aduana para Málaga! Tres años después del desalojo del Museo de Bellas Artes del Palacio de Buenavista y del almacenamiento de sus cuadros, pedimos, exigimos, que nos devuelvan lo nuestro. Hay un clamor popular, pero no hay peor sordo que el que no quiere oír la voz del pueblo. «Voz del pueblo, voz del cielo», dice el mirabrás. «Que no hay más ley, que son las obras». No sabe quien tiene el honor de hablaros en nombre de la Comisión Ciudadana, si la voz del pueblo es la voz del cielo, pero está seguro de que no es la voz de ninguna eventual autoridad más o menos lejana. ¡Malagueños! Málaga no se respeta a sí misma. Málaga está culturalmente bajo mínimos y tenemos que estar a la altura de nuestra herencia: desde el Teatro Romano a la Alcazaba, desde Ibn Gabirol a Picasso, pasando por Carlos III. ¡Malagueños! Málaga está a medio hacer y entre todos nosotros vamos a terminar de hacerla. Al lema de nuestro escudo hay que añadir: «También la primera en el peligro de ser engañada». Oigo, patria chica tu aflicción. Pero ya está bien de que las cosas vayan mal. ¡Malagueños!: no estamos aquí en contra de nadie, sino a favor de todos. No estamos aquí por rencor, sino por amor. ¡La Aduana para Málaga. Málaga por su Aduana! ¡Malagueños: la Aduana para Málaga!
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