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Antonio Javier López
Jueves, 13 de octubre 2016, 14:51
Cada vez que tecleaba su nombre en Internet, la pantalla le devolvía el trabajo de un bailarín que se llama como él, pero que se dedica a lo que en Occidente se conoce como la danza del vientre. El juego de identidades hizo que prendieran las asociaciones, las ideas. Un hombre interpretando un baile casi siempre vinculado a la sensualidad femenina, una manera de romper clichés y tabúes. Lo explicaba ayer el artista egipcio Mahmoud Khaled en el Centre Pompidou Málaga durante la presentación de Hips dont lie (Las caderas no mienten). La exposición se incluye en el programa de MOVE, el ciclo que durante el próximo mes reúne el vídeo, la danza y la performance en las salas de la franquicia malagueña.
Los responsables de la matriz francesa del Pompidou han demostrado en varias ocasiones su querencia por estas disciplinas. No en vano, la filial malagueña se inauguró hace año y medio con una exposición temporal dedicada a la vídeo danza y en este tiempo por el Cubo del Puerto han pasado intérpretes que buscan nuevos territorios sobre las tablas como Rocío Molina o Ana Rando. Ahora, el Pompidou se asoma de nuevo a las relaciones entre la imagen en movimiento y el baile a través de la «danza baladí».
Así la presentó ayer la comisaria de Hips dont lie, Charlène Dinhut, quien ayer explicó que «danza del vientre» es «el nombre que le dieron las expediciones europeas» a la popular coreografía al sur y al este del Mediterráneo. Para Dinhut, la danza baladí plantea como «un juego de miradas, la del hombre sobre la mujer, la de la sociedad sobre los bailarines y la mirada de los europeos y de los habitantes de América del norte sobre estos países donde se cultiva esta danza».
De este modo, la exposición programada hasta el 13 de noviembre reúne las propuestas de una docena de autores, la mayoría de ellos del otro lado del Estrecho, que reflexionan sobre cuestiones como la identidad, la violencia o la pobreza a través de la danza y del vídeo. Da la bienvenida al montaje la pieza de Nil Yater La mujer sin cabeza (también conocida como La danza del vientre, de 1974), considerada por los responsables del Pompidou «un hito» en la trayectoria de la creadora egipcia. En el vídeo, la propia autora escribe sobre su vientre un poema de René Nelli al modo de la costumbre que la que nos imanes escribían sobre los vientres de las mujeres para «curar su infertilidad».
Herramienta de denuncia
En este sentido, la directora de Desarrollo Cultural del Pompidou parisino, Kathryn Weir, reivindicó ayer el cuerpo tanto masculino como femenino y la propia danza baladí como «una herramienta de denuncia» de la situación social y política que se vive en muchos países del arco árabe mediterráneo.
Junto a la exposición, MOVE ofrecerá en el auditorio del Pompidou malagueño una selección de siete proyecciones. Entre los títulos escogidos cabe destacar Split Sides 45 y 46 (5 de noviembre), a partir de una coreografía de Merce Cunningham, y El lamento de la emperatriz (11 de noviembre) bajo la dirección de Pina Bausch.
El apartado de la performance quedaba inaugurado ayer mismo por el libanés Alexandre Paulikevitch, que ha interpretado un fragmento de danza baladí entre las piezas de la exposición. Y mañana sábado, a partir de las 18.00 horas, el dúo Cabello/Carceller recalará en las inmediaciones del Cubo con una acción titulada Rapear Filosofía: Michel Foucault, Susan Sontag, Judith Butler, Achille Mbembe. El Pompidou se pone en danza.
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