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Regina Sotorrío
Sábado, 16 de julio 2016, 02:15
Escucharon en las noticias que los dólmenes, ese lugar al que suelen ir a pasear con los niños, había recibido el sí de la Unesco y no lo dudaron.Pese a la hora intempestiva, las cuatro de la tarde, y el sol que caía a plomo sobre Antequera un 15 de julio, se tiraron a la calle rumbo al conjunto dolménico. «Si salimos cuando gana nuestro equipo, con más razón cuando gana nuestro pueblo», argumentaba Miguel Ángel Aguilera, junto a su mujer Reme Montes y los pequeños Irene y Guillermo.
Creían que allí verían a más antequeranos festejando que al lado de casa tienen un bien de interés mundial;pero se encontraron con otra cosa bien distinta. En el dolmen de Menga les esperaban cámaras, periodistas y una amplia representación política: eran los primeros visitantes del recién declarado Patrimonio de la Humanidad.
«Hoy es un día para celebrar. Estamos felices, llevamos mucho tiempo esperando este momento», aseguraba Miguel Ángel después de posar con la familia para las cámaras sosteniendo la palabra Patrimonio. «Es un honor muy grande ser los primeros», se felicitaban con cierto asombro.
Conocen bien el conjunto dolménico, lo visitan con frecuencia para pasar el rato con los pequeños «y dar una vueltecita». A ellos les encanta. «Yo me podría quedar a dormir allí», decía convencido Guillermo, de 11 años. Fresquito, sin duda, estaría. «¡Pero aquí ya estamos acostumbrados al calor!», añadía Reme.
A unos pasos, otra familia miraba con sorpresa a su alrededor. Veían subir por el camino que lleva a Menga a un quinteto de metales, junto al dolmen se concentraba un buen números de personas con las mismas camisetas y cámaras de televisión lo registraban todo. La familia Heyndrickx, de Bélgica, no entendía nada hasta que alguien se les acercó para entregarles una banderita del Patrimonio Mundial. «Hoy es un día muy importante para los dólmenes», le explicaron. Contaron entonces que pasan sus vacaciones en Benalmádena y que leyeron acerca del conjunto dolménico. «Queríamos verlo». Y les convenció. «Es increíble, estar dentro impresiona. Nunca habíamos visto algo igual», declaraban los primeros turistas en pisar el Patrimonio de la Humanidad.
«¡Qué bonita coincidencia!», exclamaba la barcelonesa Mireia Peña. Estaba en Antequera de paso, por trabajo, y se decidió a aprovechar un rato libre para visitar los dólmenes. «Ha sido casualidad que esté aquí hoy, pero ya hay que venir obligatoriamente», afirmaba. Su marido es geólogo, conocía la existencia del lugar y su valor, pero le impactaron el tamaño del dolmen de Menga «¡Es enorme!» y la historia que tiene detrás.
Ellos fueron los primeros en cruzar esas impresionantes paredes de piedra de 6.000 años de antigüedad una vez inscritas en la exclusiva lista de la Unesco. Antes, esa misma mañana, lo habían hecho más de 160 personas. «Y son pocas. Hay días que llegamos a las 1.200», informaban desde el Centro de Recepción de Visitantes. En las próximas jornadas se espera un repunte importante de las entradas por la repercusión del reconocimiento internacional. Pero el calor no perdona un 15 de julio en Antequera a nadie, salvo a las piedras.
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