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Antonio Javier López
Sábado, 16 de julio 2016, 02:46
Toda una vida, más de tres mil monumentos analizados en todo el mundo y el entusiasmo intacto. Michael Hoskin fue el primero en determinar la excepcional orientación de los Dólmenes de Antequera, motivo esencial que le ha valido al enclave la declaración como Patrimonio Mundial, que ayer hizo oficial la Unesco. Con 86 años, echa de menos el trabajo de campo y siente que, al fin, el tiempo le ha dado la razón.
Los Dólmenes de Antequera ya son Patrimonio Mundial y la piedra angular de la candidatura reside en sus investigaciones. ¿Siente que ha logrado una meta?
Sí. Yo hago dos cosas, a veces soy arqueólogo y a veces soy historiador de astronomía moderna. Con éste último papel he colaborado en la candidatura a la Unesco. Como arqueólogo, me parece que la candidatura de Antequera es tan potente que debería haber sido Patrimonio Mundial hace muchos años.
Todo comenzó cuando descubrió que Menga estaba orientado hacia la Peña de los Enamorados, cuando estas construcciones siempre lo están hacia la salida del sol. ¿Cómo recuerda aquel hallazgo?
Era extraordinario porque no tenía ninguna referencia. Ninguno de los otros 3.000 monumentos que estudié está orientado hacia un punto de referencia terrestre. Todos miran al sol naciente o la luna naciente, a algo en el cielo. Así que Menga, que yo sepa, es el único dolmen en el sur de Europa y en el Mediterráneo que mira a algo en la tierra en vez de algo en el cielo y eso lo hace completamente especial. Este conocimiento sólo ha sido posible por las 3.000 orientaciones que he medido. Así que mi trabajo en Menga fue muy sencillo porque tardó 20 minutos, pero el otro trabajo, que tardó muchos años, me permitió encajar Málaga en el cuadro general de Europa y el Mediterráneo y así ver que Menga es especial y único. Así que mi contribución no se ha hecho en Antequera, mi contribución ha sido poner a Menga en el cuadro general de Europa y el Mediterráneo y así darme cuenta de que es totalmente diferente. El mismo proceso ocurrió también con el tholos de El Romeral, que tiene como referencia terrestre La Peña.
¿Qué cree que puede suponer para los Dólmenes el reconocimiento de la Unesco?
Espero que en primer lugar suponga que más fondos vendrán del Gobierno y de las administraciones para mantener el sitio y hacerlo acogedor para los visitantes, pero también el prestigio que viene con este reconocimiento hará un gran favor a la hora de evitar cualquier amenaza al lugar con una construcción nueva o algo parecido. O sea, el prestigio del sitio le da una protección ante posibles amenazas de un tipo u otro. Amenazas como la falta de inversiones, que quiere decir que no se mantendría adecuadamente. O la amenaza de construcciones que podrían dañar el sitio.
Y para usted, ¿qué representa? ¿Será una gran satisfacción?
Lo es. He forjado una relación muy cercana con mis amigos en Antequera. Han tenido la generosidad de poner mi nombre a un edificio, tienen un Centro Solar Michael Hoskin y también la Academia Real de Antequera ha tenido la amabilidad de hacerme socio honorífico. Cuando terminé mis trabajos arqueológicos a causa de mi edad tengo 86 años y ya no puedo trabajar en el campo tenía un archivo de miles de fotografías de monumentos, de dólmenes, y temía que éstas se podrían perder y las ofrecí a Antequera y las aceptaron. Las han digitalizado y las han hecho accesibles, así que mi trabajo continúa con la ayuda de mis amigos en Antequera.
En el centro solar del que habla y que lleva su nombre, pidió que la placa con su rostro se colocase en el suelo, para ofrecer el mismo perfil que la Peña de los Enamorados. ¿Sigue siendo un romántico?
Sí... y si no te caigo bien me puedes pisar. (Ríe)
¿Cree que los Dólmenes aún guardan misterios por resolver?
Sí, los Romanos y otros pueblos antiguos conocieron los dólmenes y pensaban que podría haber metales preciosos dentro, así que naturalmente entraron y se llevaron lo que encontraron. Así que en los tiempos modernos, cuando encontramos un dolmen está casi siempre vacío, sin huesos, sin cerámica, nada. Así que, te encuentras principalmente con un edificio de piedra y tienes que interpretarlas, y eso requiere cierta imaginación. Estamos seguros de que usaron los dólmenes en parte para enterrar a los muertos y también para rituales. Algunos tienen elementos de la construcción que son claramente rituales. Pero en el caso de Antequera hay un gran misterio, porque es el único sitio donde hay un conjunto dolménico de tres culturas diferentes. Lo que normalmente tienes es, como en Montero, 40 o 50 sepulcros megalíticos todos parecidos a Menga, pero mucho más pequeños. Y si vas a Millares, cerca de Almería, hay 50 o 60 dólmenes todos en forma de colmena. Normalmente en un sitio hay un tipo de dolmen, pero en Antequera, uno al lado del otro tocándose hay un dolmen enorme de Menga y el dolmen enorme de Viera de dos culturas totalmente distintas y no entiendo cómo puede haber una cultura que levantó Menga y después viene otra cultura y construye Viera y después viene otra, y construye El Romeral. Es insólito, es un sitio extraordinario.
Es uno de los pioneros en Astroarqueología, que estudia las orientaciones astrales de construcciones arqueológicas. ¿Hubo quien le tomó por loco?
Sí, y era porque se sostenía que había una ciencia de la astronomía en la prehistoria. Había un profesor de Oxford, Alexander Thom, que estudiaba los círculos de piedras que hay en el Reino Unido (allí no tenemos dólmenes) y creyó que los círculos estaban situados para que una mañana, en días especiales del año, se pudiera ver el sol o la luna detrás de una montaña distante; así que tendría una línea de observación de varios kilómetros desde el círculo hasta la montaña muy precisa. Eso permitía identificar el día exacto de la mitad del invierno y de la mitad de verano. Y si se sabía exactamente cómo se mueven el sol y la luna, en teoría, se pueden predecir los eclipses. Alexander Thom sostuvo que eso era el origen de los círculos de piedras en Escocia y que los sabios prehistóricos tenían prestigio en su comunidad porque podían predecir los eclipses. Los arqueólogos se horrorizaban con estas afirmaciones porque creían que eran completamente imposibles. Ahora todos sabemos que son completamente posibles. Pero lo que sabemos ahora y si me permite decirlo, lo que he hecho yo, es mostrar que en los pueblos prehistóricos el sol y la luna tenían un papel muy importante y eso me permite saber por ejemplo por el hecho de que muchos de los dólmenes miran al sol o la luna que para los constructores de los dólmenes el sol y la luna en el cielo eran especiales, aunque no tenían la ciencia de la astronomía. La Arqueoastronomía empezó con unas afirmaciones extraordinarias que horrorizaron a los arqueólogos. Ahora son felices y han abandonado el desencuentro porque estudiando las orientaciones de los dólmenes hay motivos sólidos para creer que las astronomía tuvo un papel crucial.
¿Siente que el tiempo le ha dado la razón?
Sí.
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