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Antonio Javier López
Viernes, 27 de mayo 2016, 00:50
Herb era funcionario de Correos y Dorothy trabaja como bibliotecaria. Ambos se jubilaron y continuaron viviendo en un apartamento de una sola habitación, rodeados por las miles de obras que componen su impresionante colección de arte contemporáneo, sobre todo conceptual. Este más que modesto matrimonio neoyorquino protagonizó en 2008 el documental Herb & Dorothy, que ayer compartió con el público el galerista y coleccionista Juan Pablo Yusto. La intención la resumió él mismo: «Cualquiera puede ser coleccionista. No hace falta tener un gran poder adquisitivo, sólo una pasión».
Y es ahí, en la pasión, donde fraguó el primer eslabón de la cadena de coincidencias, anécdotas y críticas, que Juan Pablo Yusto compartió ayer con el también coleccionista Francisco Palma en la cita que los reunió en el Museo Carmen Thyssen Málaga. Ambos cerraban el ciclo Fascinados por el arte: mecenas y coleccionistas que ha conducido la directora artística de la pinacoteca malagueña, Lourdes Moreno.
Algunos de los momentos más distendidos de la charla llegaron de la mano de Palma, con más de tres décadas de bagaje como coleccionista de arte. «Comprar un cuadro es emoción. Si no tiene emoción, el arte no te puede gustar. Comprarlo por la frialdad de la inversión es un gran error, porque te va a cansar, no va a subir el precio y te vas a frustrar», defendió Palma, que realizó su primera compra en el bar de un amigo: un cuadro costumbrista de Gonzalo Bilbao.
También realista fue la primera pieza que adquirió Juan Pablo Yusto, promotor de la Galería Yusto/Giner de Marbella. Para él, esa segunda faceta es «una consecuencia» de su «pasión» por el coleccionismo. «Sólo hay unas 30 galerías que se financian a sí mismas en España», ofreció Yusto, en alusión a las dificultades que atraviesa el mercado nacional del arte contemporáneo.
Una sequía que llevó a Alfredo Viñas a cerrar su recordada galería en Málaga. Viñas participó ayer en la charla desde las butacas destinadas al público eso sí, en la primera fila para recordar los años en los que participó en Arco y lamentar el raquitismo del coleccionismo privado español. «Arco ahora es distinto...», deslizó Palma con un deje de melancolía de los primeros años de la feria madrileña, allá en los 80, cuando todo parecía por estrenar.
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