Lo del Pompidou es surrealista (y dadaísta)

La filial estrena una muestra con 14 películas del periodo de vanguardia

Antonio Javier López

Lunes, 21 de marzo 2016, 13:19

Lo primero es un disco en blanco y negro que gira sobre sí mismo como en una sesión de hipnosis. Puede verse desde el pasillo, mientras se avanza hacia la sala de exposiciones a oscuras, convertida en una sala de cine para acoger las películas dadaístas y surrealistas que componen la nueva muestra temporal del Centro Pompidou Málaga.

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Esos discos hipnóticos forman parte de Anemic cinema (1925) la filmación de Marcel Duchamp que recibe al visitante en Cine Dadá, cine surrealista, el montaje estrenado esta mañana que podrá visitarse en la filial malagueña hasta el próximo 19 de junio. La selección está compuesta por 14 cintas: doce pueden verse en la planta baja, mientras que los dos títulos de Luis Buñuel (La edad de oro y Un perro andaluz) se proyectan en el auditorio situado en el sótano.

En el espacio inaugural, las figuras sinuosas de Duchamp conviven con las piezas geométricas deconstruidas por Viking Eggely y Hans Richter. La responsable de colecciones del Pompidou, Elena Robles, explica que los tres primeros espacios acogen las obras de filiación dadaísta, mientras que los dos últimos se centran en las filmaciones de corte surrealista. En este primer tramo esperan las experimentaciones de Man Ray en Retorno a la razón (1923), donde el espectador puede ver no sólo la filmación, sino la película expuesta, donde se aprecian los alfileres y chinchetas, los granos de sal y pimienta que el artista colocó sobre el negativo para alumbrar su composición. Man Ray pone aquí en práctica la experimentación de la fotografía en el cine, acota Robles durante el paseo.

Y en la tercera sala, el Charlot cubista (1924) de Fernand Leger cobra vida en la cinta que el autor firma junto a Dudley Murphy en la filmación titulada Le ballet mecanique (1923-1924). De nuevo Richter en la cuarta estancia con una de las joyas del montaje: Fantasmas antes del desayuno (1927-1928), donde los objetos de la vida cotidiana se rebelan contra los humanos que los emplean. Estamos ya en terreno surrealista, con La estrella de mar de Man Ray brillando en la última estancia. Desde allí, altiva y ajena, nos mira Kiki de Montparnasse.

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