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fernando torres
Domingo, 21 de febrero 2016, 00:11
«¿Tienes algo por lo que quejarte?». Mª Carmen González, una de las voluntarias, se dirigía así a una sorprendida pareja que observaba con atención un espectáculo inesperado: cuarenta personas, todas vestidas de blanco, desfilaron ayer desde la plaza de la Merced hasta el Centre Pompidou, y a su paso fueron suscitando miradas de incredulidad y muchas preguntas. Los participantes portaban pancartas blancas, y otros tantos animaban al público a escribir en unas tarjetas sus denuncias personales; al final de la fila, una charanga interpretaba canciones populares. Anne Collod, la conocida bailarina y coreógrafa francesa, trajo así a Málaga su revisión personal de Blank Placard Dance (baile de letreros en blanco), la performance que Anna Halperin utilizó en el San Francisco de 1967 para posicionarse en contra de la guerra de Vietnam.
Collod se reunió con sus compañeros de actuación a las cinco de la tarde en la plaza de la Merced, y, a los 15 minutos, la comitiva efectuó su primera parada frente al teatro romano, en Alcazabilla. «Perdona, ¿esto de que va?», consultaba una joven a uno de los intérpretes. Estos, metidos en su papel, se limitaban a adoptar posturas diferentes y a moverse lentamente, antes de reanudar la marcha, camino del Ayuntamiento.
Ya en la casona del Parque, la manifestación silenciosa comenzó a temblar en un baile errático, mientras que la charanga interpretaba Respect de Aretta Franklin. Después de esta pausa, se dirigieron, a través del Paseo de los Curas, hacia el Palmeral de las Sorpresas, camino del museo.
Ya en las tripas del Pompidou, la performance continuó, desfilando entre las salas de exposiciones. Finalizado el recorrido, los intérpretes, dirigidos por Collod, recitaron las diferentes quejas que los espontáneos del público fueron incluyendo durante el camino. «¡No más tortura de animales!», gritó un chico joven a la señal de la bailarina. «¡No más discriminación!», «¡No más desahucios!».Como en un coro con la artista de conductor, sonaron todas las protestas de manera intercalada, hasta que, con un crescendo final, todas fueron gritadas a la vez.
Una vez finalizada la interpretación, Collod se valió de uno de los voluntarios para que tradujera del francés sus palabras de agradecimiento: «esto ha sido una revisión de la protesta de Harpin, en colaboración con unos voluntarios malagueños a los que les doy las gracias». Mencionó también la conexión entre los centros Pompidou de Málaga y París en este tipo de actividades.
Una vez finalizó su discurso se tomó un tiempo para explicar los detalles de la performance: «Yo quería que la música fuese animada, así que la banda ha tocado canciones protesta», entre la que figuraron Habla pueblo, habla o Juan sin tierra. En cuanto al color blanco, «en nuestra cultura representa la paz y la fe, pero es el color sobre el que se imprime».
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