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Manuela Ortega Ruiz, autora del libro sobre Felipe González.
«En el instituto, Felipe González ya convencía a sus compañeros de clase»

«En el instituto, Felipe González ya convencía a sus compañeros de clase»

Manuela Ortega Ruiz, profesora de Ciencia Política. La autora publica ‘La ambición que cambió España’, en la que analiza la figura del exlíder del PSOE y su papel en la modernización del país

Francisco Griñán

Miércoles, 13 de enero 2016, 00:08

Sigue de cerca a los políticos. No sólo porque le interesa la actualidad, sino por (de)formación profesional. Profesora de Ciencia Política en la Universidad de Jaén, Manuela Ortega Ruiz analiza en su última publicación una de las figuras claves de la democracia española, Felipe González. La ambición que cambió España (Tecnos). Su retrato es el de un líder visionario, que supo pilotar una época de cambio. Parecida a la actual, en la que también se adivina alguna figura análoga a González.

¿Por qué escogió a Felipe González para su análisis?

Me interesa el liderazgo político y el que más me llamaba la atención era González, porque no solo fue el que más tiempo permaneció como presidente del Gobierno, sino que también es el que más entusiasmo levantó entre los ciudadanos.

¿De hecho siempre que reaparece todos los focos apuntan hacia él?

Sus capacidades de comunicación no las olvida y maneja muy bien los medios de comunicación. Sabe lo que hay que decir para salir en primera página, aunque eso no quiere decir que eso ayude o guste a los dirigentes actuales de su partido.

De hecho, el libro dibuja a un político que no se quedó en la ideología, sino con sentido pragmático.

Recoge el legado de un partido histórico, pero él quería ser protagonista. Fue un líder con una gran oratoria, que no solo tenía un mensaje, sino que además sabía comunicarlo.

¿Cuál fue su gran reto como gobernante, consolidar la democracia o situar España en Europa?

Su gran misión fue cambiar España. Y lo consiguió, ya que el país en 1996 cuando pierde las elecciones era muy diferente al que tomó en 1982. Entonces, la democracia arrastraba todavía tradiciones de la dictadura y había sufrido intentos de golpes de Estado. Tenía el reto de modernizar el ejército, las instituciones o la relación con la iglesia. Además de la integración en Europa, lo que requería una reforma integral.

El primero que cambió fue el propio González que pasó del lema La OTAN de entrada no a ser el defensor de ese ingreso de España en la organización militar.

Este es el ejemplo más claro de cómo Felipe González era capaz de convencer de lo imposible para que los ciudadanos votaran en un referéndum algo que él mismo había rechazado unos años antes.

¿Esa capacidad de seducción explica también su supervivencia en el cargo pese a los escándalos de corrupción o las acusaciones de ser el señor X del GAL?

La corrupción le afectaba, pero fueron los miembros de su gobierno los que fueron dimitiendo. El caso de Juan Guerra fue muy duro para Felipe porque se quedó sin su mano derecha, Alfonso Guerra. Dio una imagen de actuar contra la corrupción y, aunque se puede discutir, de que no estaba involucrado. Fue salvando la cara ante la opinión público y además le benefició el buen año 92, con las Olimpiadas y la Expo, por lo que en las elecciones del 93 volvió a ganar con mayoría simple. En el 96 ya no lo pudo revalidar, más que con la corrupción, por el desgaste de 14 años de gobierno que fue lo que le venció.

¿El líder nace o se hace?

Hay que tener unas cualidades. González, ya en el instituto, tenía la capacidad de convencer a sus compañeros de clase. Después supo desarrollarlas y moldearlas, pero tenía las condiciones innatas de un líder.

Leyendo su libro, es inevitable pensar que vivimos una época de cambio político similar a la del 82 y que algunas de sus características las representa ahora Pablo Iglesias.

Salvando las distancias, Iglesias recuerda al González de la Transición. La gente está demandado un cambio y, en mi opinión, el líder de Podemos está recogiendo ese anhelo de cambio.

Hablando de líderes, el presidente Mariano Rajoy no parece dar el perfil del líder visionario.

Es un perfil diferente porque es un político que ha crecido en la vida pública. No ha vivido otra cosa que la vida de partido en el PP. Y en cuanto a sus capacidades de discurso, tampoco son las de Felipe González.

¿Y Pedro Sánchez?

Tiene un perfil forzado. Cómo líder del PSOE habla de un nuevo proyecto y de un modelo territorial de tipo federal, pero después no lo explica. Lanza ideas, pero da la sensación de que no las tiene elaboradas.

¿Y Albert Rivera?

También se ha sumado al cambio, pero le pasa como a Pedro Sánchez, porque no se sabe donde quiere ir. Tiene capacidad discursiva para manejar los medios, pero su indefinición perjudica a Ciudadanos.

¿Y cree que finalmente pactarán los partidos en España antes de ir a nuevas elecciones?

Tras el giro del acuerdo en Cataluña, esto va a ayudar a que el PSOE acabe absteniéndose y aceptando la investidura de Mariano Rajoy. Aunque como buena politóloga, lo más probable es que me equivoque.

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