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Regina Sotorrío
Lunes, 11 de enero 2016, 00:23
Lleva ya meses subiéndose al escenario con Atchúusss!!!, pero Malena Alterio sigue poniéndose nerviosa cada vez que se levanta el telón. Y eso que nunca una función teatral le ha sido tan familiar. Para empezar porque Chéjov es ya un asiduo en su currículum escénico, y para continuar porque esta vez lo interpreta con su «primo de Córdoba» Fernando Tejero y con su hermano Ernesto Alterio. Pero es ese «vértigo, entre el miedo y la satisfacción» que dan las tablas. La actriz lleva hoy y mañana al Teatro Cervantes, dentro del Festival de Teatro, pequeñas delicias humorísticas del autor ruso que desvelan las miserias y las virtudes de su oficio. Un trabajo que le apasiona, pese a la «fragilidad» que implica.
Vuelve a Anton Chéjov en el teatro tras Tío Vania y La gaviota. ¿Qué tiene ese autor para usted?
Me apasiona. Transitar sus palabras siempre es un privilegio. Y luego está el azar, el destino, que hace que nos juntemos siempre. Y yo encantada.
¿El teatro le da la opción de probar otros registros que no le permite el audiovisual?
Es distinto tener el público en directo, es como tirarte al vacío. El otro día hablaba con Ernesto y le decía: ¡por qué me pongo tan nerviosa si ya lo hemos hecho mucho! Pero es que siempre es distinto. Siempre está ese vértigo, entre el miedo y la satisfacción. En la televisión somos una pieza de un engranaje muy grande. En el teatro se levanta el telón y uno es dueño de los ritmos, de los tiempos con el compañero y con el público. Es más director.
Atchúusss!!! habla de los comediantes, ¿qué hay de usted ahí?
A mí me encantan las historias que hablan de mi oficio, me gusta ver las miserias y también las virtudes de mi profesión. En este caso, el personaje que tiene ese rol de viejo cómico medio acabado es el que interpreta Enric Benavent y claro que me reconozco en sus palabras. Es el hilo conductor, lo que va uniendo pequeñas piezas, pequeños cuentos de Chejov que son súper conocidos. El oso, La petición de mano, La institutriz...
Esa imagen del cómico medio acabado es un miedo constante en su profesión
Siempre estamos con ese miedo. A fecha de hoy, llevo más de diez años pudiendo pagar mi hipoteca con mi trabajo, pero siempre tengo el miedo de a ver si esta va a ser la última vez, a ver si no me van a llamar más, a ver si se van a dar cuenta de que soy un chasco y me van a echar Esos fantasmas siempre pululan por mi cabeza y no me los quito.
También va con la personalidad de cada uno. Hace años reconocía que era una chica insegura, y veo que eso no ha cambiado.
(Ríe) No, no se ha superado. Uno va ganando en confianza, pero en esencia sigo siendo bastante insegura. Soy exigente con lo que hago y nunca estoy conforme. Forma parte de mi carácter. También los actores somos muy frágiles, pese a que pueda parecer lo contrario. En general, estamos muy expuestos y ponemos todas nuestras cosas enfrente de la cámara y del público, y eso hace que estés en una situación más vulnerable.
Además es una profesión que necesita inevitablemente del reconocimiento de la gente.
Claro. También lo haces para ti, porque te gusta, porque para mí esto es terapéutico. Mi oficio me ayuda a superarme, a vencer mis miedos y a conocerme mejor. Pero mi fin es entretener y que guste lo que hago.
Están expuestos dentro y fuera del teatro ¿Cómo lleva esa exposición a los focos y las alfombras rojas?
Es un peaje por el que hay que pasar. No lo vivo mal pero me da un poco de pereza a veces tener que vestirme para transitar una alfombra. Pero si entras dentro de ese juego, es divertido. Trato de no darle mucha bola.
Nunca había compartido tablas con su hermano, ¿qué ha descubierto de él en este proyecto?
Ha hecho que lo quiera más si cabe. Entré con mucho miedo, me daba cosita. Pensaba, ya verás como nos peleemos o nos llevemos mal a ver qué hacemos los domingos en casa de los padres. Pero por suerte ha sido todo fantástico y ha hecho que lo conozca más como compañero y no solo como hermano. Me ha encantado.
¿Cree que el público tiene una imagen acertada de usted?
No sé Obviamente Aquí no hay quien viva pegó muy fuerte y sigue pegando, lo han repetido hasta la saciedad. El referente que tienen de mí es ese personaje, y hay cosas de Belén en las que me reconozco pero yo no soy así. Pero tampoco me importa mucho. Lo que sí siento es que la gente me aborda en la calle con mucho cariño y con mucha gratitud.
¿Puede hacer una vida normal?
¿Qué es una vida normal?
Ir al supermercado, coger el metro, andar por la calle
Súper normal. Es cierto que en la época del boom de Aquí no hay quien viva meterme en un metro era impensable. Pero ahora hago mi vida absolutamente normal y tranquila. La gente se acerca pero no es como si fuéramos los Rolling.
¿Cómo se presenta 2016?
Con ganas de comérmelo y de trabajar. Retomamos la gira de Atchúusss!!! en Málaga y estoy pendiente del estreno de la serie El hombre de tu vida, para Televisión Española, en este primer trimestre del año.
¿Le gustaría que cayera algún papel en cine este año?
Me encanta poder trabajar, sobre todo. Y claro, me encantaría.
¿El teatro es una opción mientras llega un papel en cine?
El teatro no es ninguna opción, es una necesidad. Es algo que me enriquece. No estoy esperando a que me llegue el estrellato con el cine.
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