Francisco Griñán
Sábado, 19 de diciembre 2015, 00:00
Abrió sus puertas en una época en la que a los cines todavía se les llamaba salones. Con un patio de butacas a la antigua usanza, con cientos de localidades, y una situación a medio camino entre el cine de barrio y el centro de Málaga. De hecho, la familia Moreno lo diseñó para hacerle compañía al cine que tenía en frente, el vetusto Victoria de la plaza de la Merced, con el objetivo de animar la asistencia a ese rincón de la ciudad que entonces todavía estaba apartado del casco antiguo. Edificio nuevo, gran sencillez decorativa, sonido perfecto y butacas cómodas, saludaba la crónica de su apertura el 11 de octubre de 1958. Una inauguración en la que el cine español protagonizó y acaparó la pantalla con una película hoy olvidada, ¡Viva lo imposible!, pero que entonces sonaba a magnífico estreno, según rezaba la publicidad. Una comedia con la imprescindible tonadillera de la época, Paquita Rico.
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Al día siguiente, SUR se detenía en el elenco de la película para contarnos que Paquita Ricomás tonadillera que actrizpone su eficiente belleza al servicio de la cinta, al final de la cual canta un villancico. La secundan Morán, cómico algo pasado, pero que es agradable al público en sus interpretaciones; José María Rodero, con su excelente madera de actor y Gila, con algunas de sus geniales salidas. La crítica lo del gran Manolo Morán no lo compartimos en absoluto- venía a justificar las 6 pesetas que costaban las localidades de este estreno, un precio además competitivo que compensaba su situación lejana con respecto a otras salas más veteranas y mejor situadas, como el cercano Albéniz o el Echegaray, que cotizaban sus entradas en aquella época a 8 pesetas.
El cine Andalucía vivió su época dorada en los 60 y 70 cuando pugnaba en la cartelera por atraer al público con cine de estreno que rivalizaba con las salas del centro. Incluso organizó pases de alfombra roja, como cuando recibió la visita de Rocío Dúrcal para presentar Buenos días, condesita. El público esperaba expectante la llegada de la actriz y cantante, que casi no pudo entrar en el cine ante las muestras de cariño de la multitud allí congregada. Era el 20 de diciembre de 1966 y la actriz contó a la prensa que, aunque se siguieran refiriendo a ella como una simpática chiquilla, aquella era ya su séptima película, tenía otra en camino y ya había hecho teatro con Adolfo Marsillach. Palabras mayores. Además recordó su vinculación con Málaga a través de Fosforito, en cuya reciente boda participó como madrina mientras que el cineasta Edgar Neville había sido el padrino.
En los setenta estrenó películas populares como Chisum, con el incombustible John Wayne; El Profesional, con el expeditivo Jean Paul Belmondo, o la polémica Mi hija Hildegart, que había pasado por el Festival de San Sebastián y de la que decía que no solo es la mejor película española, sino la más importante. Era la época también de las matinales dominicales, en las que recuperaba el sabor del antiguo western con reestrenos como Río Bravo o rescataba los gorgoritos de Joselito en Los dos golfillos. Nada más morir el dictador, el Andalucía no tardó en apuntarse a la nueva etapa y a anticipar el destape en diciembre de 1975 con cintas como la explícita Zorrita Martínez, con la estrella del momento Nadiuska, o La joven casada, que publicitaba sin complejos: Vd. no había podido admirar como ahora a Ornella Muti en todo su esplendor físico.
La apertura del Astoria en 1966 fue definitiva para el protagonismo cinematográfico se desviara desde el centro hacía el triángulo que formaba con el Victoria y el Andalucía. En los 80, con la competencia del vídeo doméstico y la llegada de la primera multisala a Málaga, el cine Andalucía comenzó su lento declive. Precisamente, en esa década, la familia Moreno vendió toda su cadena a la empresa del América Multicines, Mendivil, que formó así el principal grupo exhibidor bajo el nombre de Unión Cine Ciudad (UCC). En todas las quinielas, el cine Andalucía, sin apenas renovación y anticuado, siempre aparecía como el primero que cerraría. Paradójicamente, fue el último que se mantuvo abierto de toda la cadena.
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Películas en versión original
UCC intentó en los últimos años dotar a este cine de perfil cinéfilo con películas en versión original y producciones independientes o europeas. El objetivo era atraer al mismo público que se interesaba por la cercana Cinemateca Municipal del Albéniz. Pero el intento no funcionó: las películas se estrenaban tarde y sin publicidad y, lo que es más importante, la palpable decadencia y dejadez de la sala no invitaban a repetir. Hace una década, el 15 de febrero de 2005, ponía el The end con la mastodóntica proyección Alejandro Magno en versión original subtitulada. Tres horas de película sobre el esplendor y ocaso del gran emperador. Curiosa metáfora del propio cine Andalucía.
El epílogo lo puso en marzo de 2014 el incendio ocasionado en su interior. El fuego acabó con lo poco que quedaba de historia de aquella mítica sala que sedujo con la magia del cine a tantas generaciones de malagueños. El patio de butacas quedó calcinado y la techumbre y la primera planta se desplomaron. Una década después de su cierre, el esqueleto del Andalucía sigue sirviendo de entrada a la calle Victoria.
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