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Antonio Javier López
Martes, 15 de diciembre 2015, 21:03
Estela Martí se le quedó dormida la pierna después de media hora acurrucada sin apenas moverse para que el papel de aluminio no se quebrara. «Lo más difícil era que no se chafara la escultura al despegarla del cuerpo y sacarla», recuerda Lorena Vivas, compañera de Estela en el Colegio Montserrat de la capital. Ambas comparten clase de tercero de ESO y ambas renunciaron a horas de recreo para ver terminada cuanto antes la creación que habían realizado con el resto de los alumnos de la clase de Educación Plástica impartida por Pedro Alarcón.
«Me ha parecido una idea genial, porque, casi sin darte cuenta, mientras realizas la obra, fortaleces la relación con los compañeros», resume Lorena (14 años), que duda entre estudiar Ingeniería o Medicina. «Los alumnos de otras clases y los padres se sorprendieron un montón cuando vieron el resultado. Al principio estaban extrañados, pero cuando les explicamos la obra, les gustó», apostilla Estela (también de 14 años), que por ahora tiene claros los derroteros que quiere seguir: «Estudiar Derecho y opositar para juez». Casi nada.
Lorena, Elisa y sus compañeros de clase han emulado en el colegio la instalación Fantasma de Kader Attia, una de las piezas más populares del Centro Pompidou Málaga. Allí comenzó la iniciativa, con el recorrido guiado a cargo de un grupo de mediadores de la filial, que hace unos días devolvió la visita con sus asistencia al colegio para ver la recreación de la obra de Attia. «Me gusta buscar las visitas que suelen ir acompañadas de algo práctico, un taller o una propuesta similar. El sistema de mediación del Pompidou es muy participativo y a los alumnos les fascinó en particular la obra de Attia. Les dio mucho juego para debatir y la mediadora Sonia Pérez lo hizo fantástico, así que nos vinimos con esa idea», recuerda Pedro Alarcón, profesor que ha impulsado la iniciativa y, a la sazón, promotor del espacio cultural Casa Sostoa.
«Los alumnos han realizado las esculturas, pero además han decidido la disposición en el espacio y han tenido en cuenta la idea de instalación. Hemos aprovechado para que investiguen sobre el artista, de padres argelinos pero nacido en París, ya que esa idea de multiculturalidad me interesaba mucho para las clases. Las esculturas de Attia pueden parecer a primera vista musulmanes rezando, pero hay más lecturas, los alumnos han investigado sobre el significado y sobre el proceso de producción y luego han trasladado todas esas ideas en las visitas guiadas que se ha organizado para compañeros del centro e incluso padres de alumnos», establece Alarcón.
El docente recuerda que, hace un par de cursos, en el colegio Montserrat ya llevaron el arte al interior del centro educativo con un taller basado en el mural de Boa Mistura realizado sobre la fachada del Colegio García Lorca de la capital. La pieza original lanza el mensaje El poder de la imaginación nos hace infinitos, que los alumnos adaptaron a Cree en tus sueños sobre una zona de paso del colegio, ahora convertida casi en escaparate del centro.
Arte en el gimnasio
«El gimnasio del colegio es un espacio polivalente donde también se han organizado representaciones teatrales y otras iniciativas. Cuando los alumnos vieron el resultado, surgió la idea de ponerle la cinta en el suelo que vieron en el museo y darle otra entidad al proyecto. Me pareció buena idea incorporar elementos de información y al final han decidido hacerle la visita guiada a sus compañeros y a padres y madres, también en los recreos, de forma voluntaria», detalla, orgulloso, Pedro Alarcón, que participó también como modelo.
Porque cada delicada escultura surge tras envolver a una persona sentada en papel de aluminio, que va cobrando la forma del modelo hasta que este deja su caparazón por la parte baja de la escultura creada a partir de su propio cuerpo. «Se ponía una persona de molde y dos o tres le hacían el modelado hasta que conseguían extraerlo y del primer al segundo día le habían pillado el truco», esgrime Alarcón.
Y cierra: «Ha sido de las veces en que más se ha disuelto el individuo en el grupo. Les ha importado poco la nota individual para importarle mucho el resultado del grupo. Ha sido una forma muy bonita de reforzar los lazos entre los compañeros». Para eso también sirve el arte.
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