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María Eugenia Merelo
Martes, 30 de junio 2015, 00:41
Miguel de Cervantes confiaba en el tiempo, porque «suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades». Mucho del carácter cervantino hay en el ánimo de Málaga, una ciudad que lleva años tirando de paciencia y esperando que, consejero tras consejero, vean la luz proyectos culturales dependientes de la Junta de Andalucía. La nueva responsable de la Consejería de Cultura, Rosa Aguilar, se ha encontrado encima de la mesa una herencia de compromisos adquiridos por la Administración andaluza, demorados largamente en el tiempo y reclamados desde hace décadas por la ciudad. La citas marcadas en los próximos días en la agenda de la consejera, con reuniones en Sevilla y en Madrid, serán claves para despejar el futuro de estas actuaciones, según confirmaron fuentes cercanas a su departamento.
La consejera Rosa Aguilar realizó ayer su primera visita a Málaga. En su agenda, la reunión del Patronato de la Fundación Museo Picasso Málaga. Legado Paul, Christine y Bernard Ruiz-Picasso, que ayer celebró su primera reunión del año, en la que, en primer lugar, se formalizó el nombramiento de la nueva consejera como su presidenta. Aguilar manifestó que es un «honor» incorporarse a un proyecto «fundamental, de gran importancia para Málaga y para Andalucía, por traspasar fronteras, alcanzando una gran repercusión internacional, pero sin olvidar su identidad andaluza». A la reunión también asistió el presidente del consejo ejecutivo, Bernard Ruiz-Picasso, que dio la bienvenida a Aguilar y le expresó su satisfacción por el hecho de que en el nuevo Gobierno de Susana Díaz la cultura vuelva a tener un especial protagonismo, al contar otra vez con una consejería propia. El orden del día incluía, entre otros puntos, la presentación y aprobación de las cuentas anuales, así como el informe de gestión correspondiente a 2014, según se informó en un comunicado desde el MPM.
La apertura el Museo Provincial de Málaga en la Aduana quema ya en el calendario. Hace un mes, el Gobierno central, responsable de la reforma que con una inversión global de 39,7 millones de euros se viene realizando en los últimos seis años en el edificio proyectado en el siglo XVIII por Manuel Martín Rodríguez, anunció que las obras concluirán en el mes de noviembre y que, a partir de ese momento pasará a la administración andaluza la responsabilidad para la apertura en ese espacio de la colecciones de Bellas Artes (2.000 mil obras) y Arqueología (15.000 piezas).
La Junta se comprometió entonces a abrir la pinacoteca este mismo año, siempre que el Ejecutivo de Mariano Rajoy cumpliera el plazo anunciado. El entonces consejero de Cultura, Luciano Alonso, garantizó el presupuesto necesario para su funcionamiento e insistió en la fundación como fórmula para gestionar el gran museo. La Administración andaluza, la central, el Ayuntamiento de Málaga, la Diputación Provincial y patronos privados integrarían un órgano de gestión que se mira en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.
De momento, poco se ha avanzado en esta fórmula y las incógnitas siguen sobrevolando un espacio que devolverá a Málaga una colección almacenada hace 18 años, cuando la Junta adquirió el Palacio de Bellavista, la que hasta entonces había sido su sede, para ubicar el Museo Picasso Málaga. La apertura saldará también una deuda con los ciudadanos que, en una movilización sin precedentes en la ciudad reclamaron, tras el cierre del Bellas Artes, el uso cultural del Palacio de la Aduana, uno de los mejores edificios de la capital, hasta entonces sede de la Subdelegación del Gobierno, un envite que se lanzó en las calles y que fue recogido por las administraciones en sus agendas de promesas y compromisos.
Biblioteca provincial
Más carácter cervantino ha hecho falta para seguirle durante veinte años la pista a la Biblioteca Provincial de Málaga. En noviembre de 1994, los fondos de la biblioteca salieron de la Casa de la Cultura para demolerla y recuperar parte del Teatro Romano. Dos decenios después, sigue en una sede provisional en la avenida de Europa, en la que la Consejería de Cultura ha gastado siete millones de euros en alquiler. La obra en el Colegio de San Agustín, primer emplazamiento anunciado para reabrirla, estaba presupuestada en 14 millones de euros.
Seis ministros y siete consejeros han tenido el proyecto en sus carteras y no han sido capaces de sacar adelante una infraestructura cultural básica que depende de la Junta de Andalucía y del Gobierno Central y han otorgado a Málaga el triste título de ser la única cuidad de más de 500.000 habitantes que carece de biblioteca provincial. Durante la pasada legislatura, el exconsejero Alonso anunció que la biblioteca se ubicaría en el Convento de la Trinidad y que contaba con acuerdo del Ministerio de Cultura para el proyecto. En el inmueble del siglo XV, único exponente de envergadura de la arquitectura renacentista que queda en la capital, se instalarían también una subsede del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) y un centro de arte rupestre bajo la marca Unesco. Una nueva legislatura ha pasado en blanco para el proyecto y la ruina sigue amenazando un edificio que fue convento y cuartel, declarado Bien de Interés Cultural en 1980.
Con el horizonte puesto en junio de 2016, la nueva consejera tendrá que impulsar la candidatura de los Dólmenes de Antequera para su inclusión en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, un reconocimiento que supondrá la entrada en una nómina exclusiva del primer bien del patrimonio malagueño y del primer conjunto megalítico español. La Junta ha destinado en este ejercicio una partida de un millón y medio (procedentes de fondos europeos y primera asignación a una ambiciosa inversión total de 9,4 millones) para la construcción del Museo del Sitio de los Dólmenes, una obra que acumula retrasos por el desencuentro institucional.
La ausencia de la Junta de Andalucía en el Festival de Málaga y el desecuerdo de los músicos con la gerencia de la Orquesta Filarmónica de Málaga, a la que la administración andaluza aporta este año 2,06 millones, entrarán también en la agenda de Rosa Aguilar. Quizás con ella, el tiempo encuentre por fin salidas a las «amargas dificultades» de la cultura.
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