miguel lorenci
Martes, 9 de junio 2015, 16:58
Dinero y arte van de la mano en Jeff Koons. Pero el arista vivo más cotizado del mudo (York, Pensilvania, 1955) se escurre hacia la metafísica y relativiza el astronómico precio de sus piezas. Si se habla de plagios se refugia en Platón. «Mi mejor obra son mis hijos», asegura. También que el arte «cambia la biología» y le ha hecho «mejor persona». En el Guggenheim se reencuentra con Puppy su icónico pero floral y revisa cuatro décadas de carrera en 95 obras cuyo valor sería el PIB de algún pequeño estado. Sueña con exponer en el Prado y dice que sacar a bolsa la marca Koons le restaría libertad.
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¿Ser tan odiado como admirado es señal de que ha dado en el clavo?
Es difícil saberlo. Como artista siempre quieres comunicarte y transferir el contexto en el que ves la cosas y los motivos por los que haces una obra. Si no llegas a la gente, si no haces que comprendan el contexto, sientes que has fracasado. Tratas de llegar a todos, pero los artistas que muestran su obra en distintas culturas son los que no se dejan amedrentar por las críticas.
El titán del arte contemporáneo muestra el poderío y el vigor de su músculo creativo. Jeff Koons, el artista vivo más cotizado aterriza en el Guggenheim de Bilbao. Este elegante rey del power pop que convierte en oro vinilos, óleos, esculturas de acero, porcelana, aluminio o yeso, repasa cuatro décadas de carrera ascendente en la catedral de titanio de Gehry. Un santuario del arte de vanguardia vigilado por una de sus creaciones más legendarias, Puppy, el perro floreado de 12 metros que se reencuentra con su creador.
La exposición reúne 95 obras y tiene ante sí el reto de convertirse en la exposición más visitada. Ha estado a punto de lograrlo en el Pompidou de París, donde la retrospectiva del este mago del pop y kitsch ha sido, con más 650.000 visitantes, la segunda más vista, superado solo por Dalí. En Nueva York se vio en el Whitney Museum con récord como la mayor retrospectiva para un único artista. En 3.500 metros cuadrados se despliegan sus tempranos vinilos inflables, sus aspiradoras encajonadas en plexiglás, su pornográfica serie Made in Heaven con su ex y musa Cicciolina; sus tulipanes y perritos de acero pulido; su escultura de porcelana y oro con Michael Jackson y el monito Bubbles, el conejo hinchable de acero de 1986; su órgano Hulk Elvis de aluminio hinchable y sonoro su no menos icónico Popeye de 2011 o su portada para un disco de Lady Gaga.
¿Está un artista obligado a perseguir el éxito?
Solo el éxito personal, para su propia satisfacción y en diálogo con sí mismo. Más allá de eso, no tiene esa obligación. Si se disfruta participando en el arte, teniendo confianza para aceptarse, automáticamente se sale de uno mismo, se acepta a los demás y se desea participar en una plataforma más amplia.
Esa autoconfianza, su principal activo, ¿exige un gran ego?
De joven te dejas llevar. Estás cegado y actúas por impulsos. Hay que tener confianza, y mas allá de eso, una visión. Cuando tienes la visión y sabes qué tratas de hacer y crees en ello, es más fácil avanzar.
Dalí, uno de sus espejos, se tenía a sí mismo por su mejor obra. ¿Koons es la mejor obra de Koons?
No. Mi mejor obra son mis ocho hijos. Mi mejor obra no soy yo. No quiero ser ingenuo, pero creo que la idea es el mensaje. Es así como cambias la mente de los demás, no a través del medio.
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Además de muy rico, ¿le ha hecho el arte mejor persona?
Mis obras se subastan por grandes cantidades de dinero. Pero no participo en esas esferas con mi arte. Son otros los que pagan cientos de miles o millones de dólares. Pero mi vida es mucho mas sencilla y no está reflejada en esas cifras. El arte me ha cambiado realmente. Me ha hecho mejor persona, sí. Comprendí pronto su importancia, sus implicaciones filosóficas y sociológicas.
Fue broker y Koons es una marca tan global. ¿La sacaría a Bolsa?
Siempre he sido un artista. Para poder lograrlo tuve que trabajar en Wall Street un par de años, y eso es una forma de comunicación, como lo es el arte. Pero no me interesaría que mi marca cotizara en el mercado. Me gusta trabajar a mi aire y sin plazos.
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¿Cuánto pagaría por una obra de Jeff Konns?
Hablar de valor económico no tiene mucho sentido. Es cierto que al arte se le asigna un valor monetario, pero es abstracto y no tiene nada que ver con su poder real, que es conectarte a nivel metafísico con las disciplinas humanas, con un lenguaje universal. Vivo cada día con el compromiso de ser la mejor versión de mí mismo como artista y hacer las mejores obras. Trato de cumplir con esa obligación. De joven ya tenía este deseo. Lo importante es dar lo mejor de uno, y eso contribuye a mejorar el mundo.
¿Sus coleccionistas buscan el mejor arte o inversiones seguras?
Espero que ambas cosas. Pero uno pierde el control, no sabe dónde van y quién posee sus obras. El artista no controla el mercado secundario. Es una pena que el trabajo a veces no tenga la oportunidad de ser lo eficaz que debiera. Si quienes lo compran no se limitan almacenarlo, conecta con otras personas y se hace efectivo el poder del arte.
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¿Le gustaría ver su obra en el Prado junto a sus grandes maestros?
Sería un sueño exponer allí y entablar ese diálogo físico con las obras del Prado. Trato de dialogar con los maestros y en mi obra hay conexión con Velázquez, Goya, Tiziano y con la escultura clásica. Estas referencias son la base de la conciencia y de la biología humanas. Los científicos saben que puedes cambiar tus genes durante cortos períodos a través de las ideas. El arte incide sobre la biología. Estas conexiones se dan y pueden cambiar nuestra identidad. Soy distinto gracias a conocer a Manet, Goya o Velázquez.
¿El plagio es un forma de aprendizaje?
La idea de la imitación, de la que ya habla Platón, siempre estuvo vinculada al arte. Hay un diálogo que tiene que ver con lo subjetivo y lo objetivo. Si pensamos en Duchamp y el objeto encontrado, es algo desconectado de nuestra experiencia interna y personal. En el dadaísmo, en el surrealismo y el pop vemos en los objetos una conexión con nosotros mismos que tiene que ver con recopilar y trasmitir información y dialogar con cosas externas al ser. Luego está el proceso interno e intuitivo y no necesitas tanto como la dimensión externa.
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Con 200 personas en su equipo ¿se mancha alguna vez las manos de pintura como su admirado Picasso?
Estoy implicado plenamente. He hecho de todo. Pero cuando empecé a fundir materiales recurrí a profesionales y confié en otras personas. Si muevo la punta de los dedos, es mi mente la que lo hace. Lo mismo ocurre en el estudio.
Koons fue un gran artista, una gran persona. Elija epitafio.
Ninguno. Prefiero que en mi lápida se lea Fue un padre amante de sus hijos.
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