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Antonio Javier López
Martes, 17 de marzo 2015, 00:45
Tenían que estar 25 ó 30 minutos de rodillas sobre una mesa. La quietud debía ser casi total. Mientras tanto, los compañeros iban cubriéndoles con papel de aluminio. Al final del proceso, abandonaban el envoltorio por la base con el máximo cuidado, ya que la escultura resultante sólo tenía como elemento de sujeción el recuerdo de sus cuerpos. Las figuras componen la instalación 'Ghost' (Fantasma) realizada estos días por el artista francés Kader Attia junto a un grupo de alumnos de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Málaga. Las sesiones se han celebrado en el interior del Cubo y la obra final forma parte de la colección permanente del Centro Pompidou Málaga.
«Mi proyecto de final de carrera trata sobre la escultura y Kader Attia es para mí uno de los grandes referentes en este campo, así que formar parte en este proyecto ha sido una experiencia increíble». Habla Juan Oto, alumno de cuatro curso de Bellas Artes que ha formado parte del proceso.
La obra que Attia (Dugny, 1970) ha realizado en Málaga toma como referencia la instalación homónima que forma parte de la colección del Centro Georges Pompidou de París. A partir del próximo día 28, 'Ghost' podrá verse en el discurso de la colección permanente del Pompidou malagueño. En concreto, la pieza que reflexiona sobre el drama anónimo de la emigración y la guerra formará parte de la sección titulada 'El cuerpo en pedazos', que girará en torno a la demolición que el arte moderno efectuó el canon clásico de la belleza. Un apartado en el que también destacan obras como 'Pareja' (1971) de Pablo Ruiz Picasso, 'Las muchachas del olmo II' (1981) de Georg Baselitz o 'Piernas' (1975), a cargo de Antoni Tàpies.
Juego de volúmenes
Todas ellas quedarán exhibidas en los más de 2.000 metros cuadrados dedicados a la colección permanente del Centro Pompidou Málaga en la planta sótano del nuevo equipamiento cultural. Un espacio convertido en taller para Kader Attia y los alumnos de la Facultad de Bellas Artes que han elaborado la pieza.
«Estaba previsto que la producción de la obra se prolongase durante diez días, pero al final la realizamos en sólo tres días de nueve de la mañana a dos de la tarde. Los técnicos del Pompidou que supervisaron las tareas estaban muy satisfechos con el ritmo de los trabajos», recuerda Oto.
Así, los alumnos se dividieron en grupos de tres o cuatro miembros y, a su vez, dentro de cada equipo se iban turnando las tareas, con la idea de que todos ellos participaran como modelos de las obras. «Los técnicos del Pompidou nos explicaron que las figuras se exhibirán de espaldas al público, así que estaban muy interesados en los detalles de esa zona del cuerpo, de los brazos y de la cabeza. Todas las figuras están arrodilladas, como rezando, pero el grado de inclinación es distinto y eso, junto con los diferentes volúmenes de las personas que sirven de molde, hace que la pieza tenga un movimiento propio», resume Oto, alumno de Bellas Artes y, desde ahora, artífice de una pieza del Pompidou.
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