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’Three Studies for a Portrait of John Edwards’. Autor: Francis Bacon. Precio: 66 millones €
Las obras que los más ricos se han llevado a casa

Las obras que los más ricos se han llevado a casa

Giacometti encabeza la lista de las 10 piezas más caras de 2014, seguido por Newman, Warhol, Bacon y Modigliani

IÑAKI ESTEBAN

Martes, 30 de diciembre 2014, 00:51

A todo el mundo le gusta Giacometti, Warhol, Bacon, Rothko y Manet, así que vivir con la compañía de una de sus obras, sin tener que salir para verlas en el museo, es el no va más entre los superricos. El coleccionismo al más alto nivel tiene su punto de exhibicionismo y son ya varios los estudios que demuestran que la competencia entre la élite mantiene el mercado del arte, en su franja millonaria, por las nubes.

No hay sorpresas, por tanto, en la lista de las diez obras de arte más caras de 2014 vendidas en subastas. En lo más alto, el Chariot de Giacometti, que se adjudicó el pasado noviembre en Sothebys de Nueva York por casi 83 millones de euros. Le sigue Barnett Newman, representante de la cotizada corriente del expresionismo abstracto y afín a Mark Rothko, cuyo valor sigue subiendo porque su obra disponible es escasa y sale muy de vez en cuando al mercado. En mayo se vendió en la sede neoyorquina de Christies su Black Fire I por 69 millones de euros. El trío de cabeza lo cierra un habitual de las listas, Andy Warhol, cuyo Triple Elvis llegó a los 67 millones.

El rey del pop aparece tres veces en la lista de los diez más caros, en la sexta posición con unos retratos seriados de Marlon Brando (Four Marlons, 57 millones) y en la décima con Race Riot (51,5 millones), un cuadro en cuatro partes sobre los conflictos raciales fechado en 1964. Los coleccionistas, y en general el mundo del arte, están prestando mucha atención a esta época de Warhol, más alejada de su faceta de cronista del consumo y más próxima a la parte más conflictiva y violenta de la sociedad.

La muestra celebrada en el Queens Museum de Nueva York de abril a septiembre de este año, sobre retratos policiales de delincuentes, algunos con el ojo morado después de la pasar por el interrogatorio, certificó esa mirada más social del artista que presumió de frivolidad.

Después de llegar a su tope en 2013 con su tríptico sobre su amigo Lucien Freud, que se vendió por 106 millones, Francis Bacon aparece en cuarto lugar con The Studies for a Portrait of John Edwards, que alcanzó en Christies los 66 millones en mayo. Le sigue Modigliani, Twombly, Rothko y curiosamente Manet aparece en la novena posición, aunque aventaja a todos los demás en cuanto a su importancia dentro de la historia del arte.

El business art

Se agranda la división entre las apuestas de los coleccionistas y los artistas que historiadores y críticos valoran como más significativos. Las casas de subastas publicitan sus obras más caras con el marchamo del museum quality, es decir, como que se podrían colgar de un museo sin que chirríen. Sin embargo, de las diez obras-top de este año sólo la escena primaveral del impresionista Manet, adquirida por 53,5 millones, ha ido a parar a un centro de estas características, el Getty Museum de Los Angeles.

¿Quién pasará a la historia del arte? ¿Los artistas que los superricos colocan en lo más alto o los que los museos más acreditados exponen aunque sean menos conocidos? La cultura de la celebridad arrasa también aquí y los especialistas temen que sus hijos estudien las controvertidas carreras de los representantes del business art, como Jeff Koons, Damien Hirst y Takashi Murakami.

Las cifras de ventas se han mantenido muy arriba en 2014. Sólo en las subastas de arte contemporáneo de noviembre en Nueva York se han comprado obras por un valor de 1.361 millones de euros en apenas cuatro días. Pero se avistan nubarrones, aunque nadie sabe si lloverá fuerte. La bajada de los precios del petróleo, la crisis del rublo y la desaceleración económica de China justo alcanza a los tres polos compradores que se han mostrado más rumbosos en los últimos años: los jeques árabes, los oligarcas rusos y los nuevos ricos del país oriental. Su torrente de cash ha hecho subir las cotizaciones artísticas porque les daba igual pagar sesenta que ochenta. Si empiezan a mirar con lupa el dinero, la cosa cambiará.

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