Laura Brinkmann posa junto a ‘Estudio de la naturaleza’ y sus foto-objetos.

El arte creció en su jardín

Brinkmann utiliza su entorno como material de trabajo en ‘La luz también se pudre’

Regina Sotorrío

Viernes, 19 de septiembre 2014, 01:23

Hace un par de años volvió al lugar de su infancia, a los jardines de la casa de sus padres en Churriana donde correteó y jugó hasta el agotamiento siendo niña. Regresaba ahora más madura, pero de nuevo con muchas horas detenidas en ese espacio: su reciente maternidad puso el tiempo en modo pausa. Laura Brinkmann se reencontró así con las hojas caídas, el sonido de los pájaros, elolor a tierra, los reflejos del agua en la alberca...pero esta vez miraba aquel mundo natural con otros ojos. La fotógrafa hace de su entorno cercano su material de trabajo en La luz también se pudre, diez fotografías, cuatro foto-objetos y una videoinstalación que se exponen en la Galería JM hasta el 15 de noviembre.

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«He querido conectar con mi infancia y con las vivencias de ese tiempo», explica Laura Brinkmann, que califica la muestra como «íntima y autobiográfica». Por el camino documenta el ciclo vital de la naturaleza, el paso del tiempo y sus efectos. «Aunque la definición de este trabajo se queda corta si la limitamos a ese concepto documental», matiza Javier Marín. Son piezas «muy poéticas» añade el galerista y con un extremo cuidado de la luz. La natural y la artificial. Lo demuestra en la serie Estudio de la naturaleza, donde fotografía un elemento de la realidad en su lugar naturalbambú, hojas, una rana o un pájaro muerto para después trasladarlo a su mesa de trabajo, jugar con la iluminación, manipularlo y crear una secuencia. Utiliza la luz también como fondo en la composición de gran formato Clave de luces y sombras, aportándole una visión diferente. Y atrapa tanto la luz directa como la reflejada, logrando un efecto casi hipnótico en un audiovisual integrado en uno de sus cuatro foto-objetos. Se trata de dípticos en los que Brinkmann contrapone una imagen fija o en movimiento con material recogido en esos mismos lugares, como tierra, semillas o flores.

No esconde la podredumbre de la hoja seca, ni al pájaro muerto que cae en la alberca. «También me atrae esa parte del ciclo. Está la vida y la muerte», explica Brinkmann. En esa reinterpretación actual que hace del bodegón, la malagueña capta con su cámara la huella del tiempo en fotografías casi pictóricas como Sedimentos y Estratos sombras. La protagonista aquí es la alberca del jardín y la marca que va dejando el agua en la pared. Todos los elementos coinciden en una videoinstalación final con imágenes del agua, las plantas y las hojas proyectadas sobre cortezas de bambú. El ciclo se completa.

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