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Francisco Griñán
Miércoles, 27 de agosto 2014, 00:19
Estuvo el pasado sábado en La Malagueta. Fue de las que no se quiso perder el regreso del José Tomás al calendario taurino de la Feria de Málaga. Y entre muletazo y desplantes, Sara Baras (San Fernando, Cádiz, 1971) no pudo dejar de pensar en su propia faena, la que hará este sábado en ese mismo escenario con su espectáculo Medusa, la guardiana, que fusiona la mitología griega con el lenguaje del flamenco. Y además le permite hacer de «bicho», de «mala», lo que brinda a la bailaora, coreógrafa y directora de este montaje cambiar de matices en una obra que, advierte, nos descubre a un personaje al que, como a tantas mujeres, se le juzga muy rápido. Demasiado.
¿Por qué este espectáculo dedicado al mundo griego?
El Festival de Mérida nos ofreció la oportunidad de meternos en la mitología clásica para estrenar una obra y Jesús Cimarro director del certamen nos dio libertad absoluta para escoger el montaje. Era una oportunidad que no queríamos desaprovechar, a lo que se unió el descubrimiento de Medusa, un personaje distinto y en el fondo desconocido por el que siento pasión. Fue un flechazo.
Contrariamente a lo que se cree, Medusa es recordada como un monstruo cuando en realidad es una víctima del machismo...
Para mí lo era, con esos cabellos de serpientes, pero cuando profundizas en su historia descubres que era la sacerdotisa del templo de Atenea que es violada e injustamente castigada. Me pone los pelos de punta pensar que después de miles de años, estas cosas sigan pasando. Todavía hay mujeres que, además de ser violadas, son rechazadas y castigadas. Es increíble que sigamos igual que entonces y por eso quería también defender a Medusa y darle al personaje su corazón y valores como persona. Desde el primer momento, Medusa nos llegó al alma a todo el equipo. Detrás de esa mirada que convierte a la gente en piedra, hay una tristeza y una maldición como mujer que le da un carácter diferente a la propia obra.
En su elección, vuelve a haber una reivindicación de la mujer...
Siempre me ha gustado defender los personajes femeninos, pero en este caso me hacía ilusión hacer el papel de bicho e interpretar a una mala. Dramáticamente, Medusa tiene un juego bellísimo porque en la primera parte es un personaje dulce que baila con armonía, pero, en el que momento en el que Poseidón la viola, la interpretación cambia a monstruo y a una identidad diferente.
¿Y su Medusa taconea con tanta energía como mira?
Ja, ja, ja, ¡Claro! Es que para mirar de esa forma, Medusa ya tenía antes que taconear así.
Entonces, promete dejar de piedra a los espectadores...
Ja, ja, ja. La verdad es que es un espectáculo distinto que está resultando muy positivo, sobre todo para aquel espectador que se deja llevar por la obra y el personaje.
El montaje cuenta con textos de Javier Ruibal. ¿Qué tiene de teatro y qué de flamenco el espectáculo?
Medusa tiene una identidad distinta a lo que he hecho hasta ahora. Siempre digo que cualquier obra es un pretexto para bailar, pero sin embargo esta no. En Medusa hay una presencia de lo interpretativo que se antepone a todo, porque lo importante es contar una historia y cada personaje tiene una voz para expresarse. Eso hace que lo teatral no me salte el guión, mientras en la coreografía hay momentos en el que baile va más allá del flamenco, con detalles de danza española y contemporánea. En el espectáculo no hay cantaores ni cantantes, sino que hay palabras y bailamos con ellas.
¿Y le ha resultado fácil fusionar ese mundo mitológico con su baile y el lenguaje flamenco?
Es que ambos son hermanos, tienen la misma pasión. La riqueza del flamenco nos deja entrar en este mundo y que podamos fusionar todo tipo de géneros. Técnicamente y artísticamente nos permite abarcar un abanico muy amplio de registros. Si sabes de donde vienes y lo que quieres, vas directa al resultado.
Escenarios «especiales»
Dirige, coreografía e interpreta esta obra. ¿Puede con todo?
Una vez me entrevisté con el dramaturgo Francisco Nieva para pedirle consejo sobre el director de una obra que iba a hacer y me contestó: «Tal y como me lo estás contando, este espectáculo lo tienes que dirigir tú». Nunca me imaginé lo que vio en mí y por eso, desde que me acerqué al personaje de Medusa vi clara muchas cosas. Es una obra que tenía que dirigir y me he metido hasta en la iluminación. Pero soy consciente de que un espectáculo como éste necesita de un gran equipo, desde el vestuario de Torres & Cosano a la escenografía de Ras Artesanos, pasando por la música de Keko Baldomero o el Perseo creado por José Serrano.
Todo ese universo estará el sábado sobre el escenario de la plaza de Toros de La Malagueta, aunque ahora que se ha recuperado el Teatro Romano de Málaga no estará mal representar Medusa allí como hizo en su estreno en el milenario coliseo de Mérida...
Esta gira se ha representado en espacios muy especiales, como el antiguo mercado de La Unión, en el anfiteatro de Sagunto, en el Castillo de San Sebastián de Cádiz o la explanada del Guggenheim en Bilbao. También me haría mucha ilusión el teatro Romano de Málaga, aunque tengo que decir que, para mí, La Malagueta tiene mucha historia. El sábado estuve viendo a José Tomás y ya situé el escenario. Además, hasta ahora no hemos hecho Medusa en una plaza de toros y la última vez que baile en Málaga fue precisamente allí en marzo en un festival solidario.
Pues que emule a José Tomás y salga por la puerta grande.
Me pienso dejar el alma. Y todo el equipo también, en el que además hay dos malagueños.
¿Quiénes son?
David Martín que hace el papel de Poseidón y Carmen Camacho que interpreta a Atenea. El otro día en Bilbao comentábamos que la siguiente parada era Málaga y hablamos de la felicidad y los nervios del estreno en La Malagueta.
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