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Escena de ‘El jovencito Frankenstein’.
Más que un teatro de escuela

Más que un teatro de escuela

El auditorio de la ESAD, el cuarto en tamaño de la capital, recibe a más de 20.000 espectadores este curso

Regina Sotorrío

Lunes, 30 de junio 2014, 01:57

La primera adaptación al castellano del musical El jovencito Frankenstein atrajo a casi 7.000 personas (como siete llenos en el Cervantes); allí se reconcilió José Sanchis Sinisterra con su obra maldita Valeria y los pájaros gracias a la puesta en escena de una alumna de dirección; y desde enero el recinto no ha dejado de tener actividad. Por todo eso, por primera vez, el Teatro de la Escuela Superior de Arte Dramático (ESAD) ha superado la barrera de las 20.000 personas sentadas en sus butacas durante este curso.

El auditorio de la calle Béla Bartók se ha ganado un espacio en el circuito escénico de la capital, donde es el cuarto escenario por aforo (454 localidades) tras el Cervantes, el Alameda y la Caja Blanca. Y eso a pesar de que no tiene un presupuesto asignado para su mantenimiento; y de que la aportación de la Junta de Andalucía para la escuela ha vuelto a caer un 10% este año. «Si no fuera por lo que ingresamos con nuestros propios espectáculos y con el alquiler del escenario, tener un teatro y tanta actividad sería inviable», asegura JuanCarlos Vilaseca, director de Arte Dramático.

Con más actividad

Entre diciembre y junio, un total de 17 espectáculos diferentes han levantado el telón de la ESAD, con 59 funciones. Ha sido el año con más actividad desde que el centro se trasladara al actual edificio de Teatinos. Cuatro cursos atrás, en 2010-2011, fueron 11 los montajes con 33 sesiones en total. Pero solo abrir la puerta del teatro, cuesta dinero. «En cambiar una bombilla fundida ya se te van 25 euros», añade Vilaseca. Se trata de un recinto con todas las características técnicas de un teatro profesional, y exige un mantenimiento también profesional. Pero para eso hay que hacer malabares con los números.

La escuela duplicó su capacidad con el traslado de su sede desde la Alameda de Capuchinos a la calle Béla Bartók, pero no ocurrió igual con la aportación de la Consejería de Educación. Es más, en los últimos años, la subvención como en el resto de centros dependientes de la administración pública se ha reducido. Para este año ha sido de 72.000 euros, un 10% menos que doce meses antes. «Tenemos el mismo o menos dinero para un centro mucho más amplio y moderno, y con necesidades de mantenimiento nuevas», detalla el director.

Tener abierto y ocupado el teatro requiere de otros 70.000 euros más, una cantidad que ahora obtienen generando recursos propios. En cada obra, se pide al público una aportación voluntaria de 3 euros que va destinada en su totalidad al sostenimiento del teatro (contratar técnicos para la función, pagar la luz, mantener limpio el recinto...).

Además, el auditorio de la ESAD se ofrece como escenario totalmente acondicionado para espectáculos ajenos a la escuela. Compañías de danza, flamenco, teatro y colegios alquilan el espacio para sus actuaciones. El precio son 600 euros (más contratación de un técnico), salvo si quien sube a las tablas es un antiguo alumno o un profesor. En ese caso se rebaja hasta los 150 euros (más contratación de un técnico). «Queremos que quienes se han formado aquí tengan un sitio donde poder enseñar su trabajo tras terminar los estudios», explica el director.

Con lo que ingresan de un lado y otro, se consigue tener abierto el teatro casi todas las semanas del curso escolar. Pero no da para más. «Lo que genera el teatro es para el teatro. Ojalá pudiéramos mejorar aulas, renovar el sistema informático o comprar mejores equipos de sonido», enumera la dirección. Eso, de momento, tiene que esperar.

Entre las 17 obras propuestas por profesores y llevadas a escena por alumnos de todas las especialidades, hay desde clásico a contemporáneo pasando por el formato musical, el de más tirón de la agenda. Por algo Málaga es la única escuela pública de arte dramático con esta especialidad. La temporada empezó a ritmo del exitoso El jovencito Frankenstein y acaba de terminar este mes con las canciones de Dentro del bosque (Into The Woods). Ahora toca descansar. Tras el verano volverán las clases en las aulas y sobre las tablas.

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