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Ana Pérez-Bryan
Miércoles, 25 de junio 2014, 00:38
Al principio fue un encuentro casual. Javier Hirschfeld había viajado desde Málaga a Gorée, en Senegal, en un proyecto de intercambio con artistas de aquí y de allá. Pero sucede con los fotógrafos de raza como Javier que el objetivo de sus cámaras siempre busca otro encuadre. Allí, en un trozo de tierra perdido del África negra, los chavales demuestran que a la hora de la verdad no somos tan diferentes. O quizás sí. Aquí en Europa se necesita la última equipación oficial y las zapatillas más llamativas para dar un par de golpes a un balón sobre una confortable alfombra de césped recién regado. Allí basta con dos piedras que hacen de portería, una zona más o menos lisa en la que no tropezarse y ganas de jugar. De echar un buen rato. Pero la ilusión es la misma. También lo es la fascinación por el deporte rey, por ése del que muchos reniegan ahora una vez que han expulsado a la selección española del olimpo del mundial pero que sigue latiendo en zonas perdidas como Gorée.
Allí también existe un once ideal. Y Javier Hirschfeld lo encontró sin apenas buscarlo. Allí los tenía delante: un niño que mira a la cámara con su camiseta de Sergio Ramos, un pescador que cumple la faena convertido en Iker Casillas, un vendedor de frutos secos fascinado por Raúl, un joven cubierto de arena que acaba de emular a David Villa o, en fin, un orgulloso adolescente que mira de frente a la cámara convertido en Puyol... Así hasta completar un once ideal que más allá de estrategias sesudas a pie de campo dibuja el feliz escenario cotidiano que se encierra en la frase vamos a echar un partido: Iker Casillas, Sergio Ramos, Puyol, Fernando Torres, Raúl, Jordi Alba, Mata, David Villa, Cesc Fábregas, Andrés Iniesta y Xavi siguen siendo ídolos del fútbol a pesar de que, ahora, a este lado del mundo pese más el orgullo herido por la eliminación del Mundial que la verdadera lección que a veces regala este deporte: la de tender puentes.
Todos los retratos fueron casuales, y las equipaciones no están preparadas, son de los protagonistas de los retratos, celebra Hirschfeld, cuya fascinación por el pueblo senegalés ha quedado plasmada en un par de proyectos fotográficos al que ahora se suma este último, el de el 'Once Ideal Senegal'. Lo exhibe en estos días (hasta que acabe el Mundial) en su Estudio de Los Interventores, en calle Alcazabilla.
Allí, este fotógrafo malagueño plantea una doble mirada: de un lado, la del chico senegalés que vive desde la distancia la fascinación por el fútbol; y de otro, la del europeo que a pesar de todo descubre que no hace falta tener una equipación completa y limpia para demostrar que, también allí, el fútbol se lleva (y se juega) en la sangre.
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