'Andalucía o muere', luchar contra la risa fácil

«Esto es un francés, un inglés y un español..». O un andaluz, que también funciona a la hora de hacer chistes. Y si el andaluz lleva peluca y va vestido de mujer, en su caso con traje de gitana, mejor que mejor. Puede que la risa esté asegurada. ¿O no? El tópico no siempre es gracioso, al menos en los casos en los que la etiqueta mete en el mismo saco a todos los que comparten ciertos rasgos de identidad. Y si encima las herramientas de promoción que deberían luchar contra eso insisten en todo lo contrario, el encasillamiento pesa como una losa. «Seguimos sin hacer cosas diferentes en el campo del humor. ¡Lo oficioso sigue siendo casposo!». La queja la pone sobre la mesa el malagueño Sergio Sarria, que sabe por experiencia que la visión exterior del andaluz sigue estando más cerca del recurso facilón de la peluca y el traje de gitana que de otra forma, quizás más inteligente, de explotar la vis cómica. Y ahí está el origen del proyecto que desde hace poco más de seis meses comparte con otros indignados como él, que suman fuerza «y talento» en la revista virtual Andalucía o muere para ganar la cruzada al tópico.

Su experiencia laboral en Madrid, donde trabaja desde 2006 como guionista del programa El Intermedio, ha sido definitiva para embarcarse en esta otra forma de ver (y vender) la realidad. También las conversaciones con paisanos que contemplan de lejos la sobredosis de acentos forzados, peinetas y formatos televisivos «que siempre insisten en lo mismo», observa Sarria. Por ejemplo, el director del espacio diario de la Sexta que presenta El Gran Wyoming, Miguel Sánchez Romero, es de Rota, «y solemos hablar mucho de eso».

«Sin pretensiones», pero con el ánimo de «promover el cambio», Sarria fue sumando entusiasmo hasta dar forma virtual a Andalucía o muere, que en pocos meses ha conseguido convertirse en una plataforma más que apreciable gracias a los blogs de sus colaboradores y una sección de actualidad que explota el talento de los andaluces que crean marca desde otros puntos del mapa.

El proyecto ha ido creciendo «en los ratos libres que deja el trabajo» y con el concurso, en este caso, de Rosa Ponce, fotógrafa y músico nacida en Sevilla que representa el otro cincuenta por ciento del proyecto (www.andaluciaomuere.com). Entre todos se presentan como un grupo de «andaluces haciendo cosas de risa como si nunca hubieran visto Canal Sur» y que se dedican profesionalmente a la publicidad, el diseño gráfico, la comunicación audiovisual, la música o las letras. «Lo importante es ser capaces también de reirnos de nosotros mismos», explica Daniel Donaire, publicista nacido en Granada y residente en Málaga que se presenta en la revista como El cuarto de la Troika y licenciado en Dirección y Administración de Sectas. Completan el staff de Andalucía o muere Sora Sans (escritora y creativa publicitaria), Elena Vázquez (música y diseñadora gráfica), Inés Gallo (fotógrafa y diseñadora gráfica), Isabel Bono (poeta) y Laura Reyes (grafista y compañera de Sarria en El Intermedio).

No todo vale

Entre los ocho alimentan la web cada semana, y aunque la medición oficial a través de herramientas con Google Analitics está entre sus retos a corto plazo, «la respuesta está siendo muy buena y ya tenemos lectores de toda España», celebra Sora Sans, quien añade que incluso ya han establecido contactos con revistas en formato papel para compartir artículos. La clave para «gustar» está, a juicio de la escritora, en que la publicación se percibe como «un foro libre aunque siendo muy selectivos con lo que se publica». Un no todo vale que tiene su reflejo en los ocho blogs que aportan valor (y humor) al proyecto. Es el caso del que firma el propio Sarria, que bajo el título Uróboros promete proteger al lector «de artistas sobrevalorados». «¿Qué ganaría la humanidad si no se hubiera rodado la historia de Amelie? ¿Y si no hubiera nacido Paulo Coelho?», se pregunta el malagueño. Los compañeros avisan: «Estas cosas siempre hay que tomárselas con humor; no lo hacemos con el ánimo de ofender». Porque como en los chistes, lo que importa es que el otro se ría. Y, sobre todo, que lo entienda.