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El 25 de octubre de 1881 era martes. Un día aparentemente tranquilo. «Pocas son las noticias que nos comunica la prensa de Madrid. La política sigue su marcha y ningún incidente grave tomaba su reposo de actualidad», se lee en el 'Avisador malagueño' de aquella jornada. La suscripción al diario costaba 10 reales al mes, reinaba Alfonso XII, empezaba a esbozarse un proyecto de código civil y un 'sacamantecas' andaba suelto. En ese contexto, en la segunda planta del número 36 (hoy 15) de Casas de Campos, nació el pequeño Pablo. Hoy el gran Picasso.
142 años después de esa efemérides, el pintor es un fenómeno de dimensiones inabarcables, con su propia idiosincrasia malagueña. Aquí Picasso no es solo el artista del 'Guernica' que rompió con los cánones del arte. Aquí es un reclamo turístico, la semilla de la Málaga de los museos, la inspiración para algunos artistas, un ejemplo de instrumentación de la cultura para otros y hasta un muñequito de souvenir. En el día de su cumpleaños, diez artistas, gestores, críticos de arte y comisarios de exposiciones analizan con espíritu crítico su impacto en la ciudad y su influencia en el arte.
Eugenio Carmona Crítico de arte y comisario
Picasso es un referente cultural indiscutible de Málaga, una figura que ha servido de acicate para que la ciudad «se replantee su capacidad como potencia cultural». Ahora bien, «hay que desdramatizar la relación con él». «Hace ya muchos años que estamos con Picasso, habría que normalizarlo todo, hacerlo más cotidiano, no tan intenso», reflexiona Eugenio Carmona, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Málaga (UMA), crítico, investigador y comisario de exposiciones. La próxima con su firma será, precisamente, 'Picasso 1906' en el Museo Reina Sofía, el 14 de noviembre.
Para Carmona, la ciudad debe superar su controvertido pasado con el artista, el desapego instalado entre ambos en vida del pintor: «Los que miran para atrás no pueden seguir el camino. Ya está bien de hablar de si Picasso quiso o no quiso a Málaga, de si nunca volvió o nunca quiso volver». Dentro de esa normalidad que el experto entiende necesaria en el vínculo con Picasso, tiene también cabida la crítica. «Parece que para que Picasso exista tuviera que ser intocable. Y nunca a lo largo de su vida lo fue, siempre fue objeto de discusión», añade.
«No nos podemos conformar con principios de autoridad, vengan de donde vengan. La cultura tiene que ser libre, reflexiva y crítica. Someter a crítica a Picasso es necesario y muy sano», continúa Carmona. Igual que todos los sectores pasan por el filtro de una nueva mentalidad que promueve la igualdad entre los géneros y el respeto a la diversidad, también Picasso tiene que ser analizado desde esa perspectiva. «Y todo este fenómeno de revisión crítica contribuye a una resignificación de Picasso muy productiva en el futuro, para desenmascarar los procesos de banalización, vulgarización y alienación de la cultura», mantiene. Algo de lo que no se libra Málaga. «La ciudad a partir de Picasso se plantea la cultura como un ámbito de trabajo y crecimiento, en un diálogo siempre difícil con el turismo. No se puede entregar la cultura al turismo, ni el turismo a la cultura, hay que establecer entre ambos un diálogo de respeto y enriquecedor», declara.
Javier Calleja Artista
Javier Calleja responde desde Tokio, con una diferencia horaria de siete horas, tras haber inaugurado hace unos días una nueva exposición individual en Hong Kong. Es el artista malagueño más internacional del momento, una condición que comparte con su paisano. «Por supuesto que me ha influido y lo seguirá haciendo», responde. Y añade: «Para cualquier artista internacional, Picasso es un referente, pero si además eres malagueño es otro cantar».
En un reciente encuentro con Bernard Picasso en el Aula de Cultura de SUR, Calleja ya habló de las diferentes fases por las que pasan los creadores locales en su relación con el maestro: «La primera es que no hay artista en Málaga que no esté influenciado por Picasso, la segunda es una depresión porque piensas que nunca llegarás a la altura de su calcetín y, finalmente, te relajas al darte cuenta de que no tienes la responsabilidad de llegar a lo que él representa». Entonces, lo único que queda es trabajar y «hacerlo lo mejor que puedas».
Para Calleja, Picasso es «un referente a revisar constantemente, de la misma manera que cualquier científico lo hace con Einstein o un filósofo con Nietzsche. ¡Aunque sea para llevarle la contra! Que no es mi caso». Una nueva mirada a su obra y a su figura necesariamente crítica, «porque no hay revisión sin crítica ni crítica sin revisión».
Su huella, señala Calleja, no puede limitarse a Málaga: «Va más allá de España, al mundo». «La trascendencia de Picasso no es solo una cuestión de espacio o lugar, que lo es, es también una cuestión de tiempo. No es posible hablar del siglo XX sin nombrarlo el primero de la lista. Es parte de la historia del arte como lo fue Leonardo da Vinci, Mozart, Shakespeare o Velázquez», argumenta el artista.
José María Luna Gestor cultural
Su apertura significó la reconciliación entre Picasso y Málaga, el primer gran gesto institucional de la ciudad hacia el que era su hijo más ilustre. La Casa Natal, inaugurada en 1988, fue durante años uno de los pocos refugios de la cultura en Málaga, como centro de documentación e investigación primero y como sala de exposiciones después. «Sin Picasso y sin la apertura de la Casa Natal en aquel momento no se explicaría lo que la ciudad está experimentando ahora, una efervescencia cultural importante que mantenida en el tiempo va a aportar grandes transformaciones en sentido positivo», declara José María Luna, director de la agencia que gestiona los museos municipales, el de la Casa Natal entre ellos.
Para Luna, el trabajo de este centro en sus tres décadas de existencia «es fundamental para entender el proceso de transformación cultural que la ciudad está viviendo, con una proyección exponencial en los últimos diez años». Y considera un acierto el reclamo de Picasso como foco de atracción cultural y turístico de Málaga, «igual que otras muchas ciudades han aprovechado y sacado partido a sus iconos, como Salzburgo con Mozart».
Preguntado por la influencia de Picasso en la creación local, el gestor rompe fronteras: «Directa o indirectamente todos los artistas en el último siglo han mirado de un modo u otro a Picasso, unos para criticarlo y otros para evocarlo». Luna entiende la crítica a Picasso desde un acercamiento «riguroso», ya sea en lo artístico o en lo vital, que tanto impregnaba su pintura. Pero apostilla: «Lo que nos debe importar de Picasso es su obra, lo que su trabajo cambió el modo de percepción del arte plástico».
Julio Anaya Artista
Durante meses se ha dedicado a estudiar el 'Guernica' al milímetro y durante horas. «Y es mucho más complejo y poderoso de lo que uno tiene en mente». Julio Anaya reprodujo en una escala muy similar a la real el emblemático cuadro de Picasso sobre 18 cartones recogidos de la calle. Lo expuso en Tokio, en Nanzuka Underground, junto con decenas de piezas en las que su técnica del trampantojo se acerca de forma asombrosa a las tres dimensiones. Está especialmente orgulloso de esas obras, lo que llamó su 'gabinete de curiosidades'. «Y, sin embargo, todos los focos se iban al 'Guernica'. Era inevitable», admite.
El 'efecto Picasso' arrasa con todo. «Siendo artista en la ciudad de Picasso tienes al Everest enfrente. Es difícil competir con algo así, el reto y el peso es enorme. Sobre nosotros cae una sombra tremenda. Para lo bueno y malo, tenemos Picasso para rato», reflexiona. La referencia a Picasso le ha acompañado desde niño, cada vez que su padre comentaba en una conversación informal con alguien que su hijo de poco más de seis años pintaba. «¿Qué? ¿Quieres ser cómo Picasso?», le preguntaban una y otra vez. Hasta que un día, recuerda, contestó: «Quiero ser como Julio Anaya». «Ahí te das cuenta de que fue un gigante», añade.
Pero él se queda «con lo positivo», con su obra y «con el valor que tuvo» al reinventarse una y otra vez. «Picasso no envejece, sigue teniendo la misma fuerza», señala. En este caso, también para lo bueno y para lo mano. «Que sea gigante y maravilloso no quita que por otro lado haya sido objeto de una banalización y comercialización de su imagen hasta convertirlo en una figurita de souvenir. También es necesario hacer esa observación», apostilla.
Verónica Ruth Frías Artista
Recuerda perfectamente el momento en el que Málaga 'recuperó' definitivamente a Picasso. Hace 20 años, cuando se inauguraba su museo, ella llegaba desde Córdoba por primera vez a la ciudad para acudir a una exposición del Instituto Andaluz de la Juventud donde le habían seleccionado una pieza. Su primera venta. «Era la ciudad de las palomas, con un centro histórico algo dejado y muy poca cultura. En ese paseo que hice desde la estación hasta la Alameda, ya se veía que Picasso había llegado a Málaga. Fue la primera semilla para la Málaga del Thyssen, la Málaga del Pompidou… la Málaga de los museos», señala Verónica Ruth Frías. Una transformación que, en su opinión, demuestra que el «arte atrae» al turismo. Y eso también tiene su contrapartida: «Si Málaga no hubiera estado tan cara, a lo mejor viviríamos en la capital».
Veinte años después, Verónica Ruth Frías ha generado con Cyro García un vibrante movimiento cultural en Villanueva del Rosario desde su residencia Rara y es una reconocida performer que hace del feminismo un arte. «Yo estoy todavía en la etapa rosa de Picasso. Ya mismo llego a la azul», bromea, aludiendo a uno de los colores emblema de sus intervenciones. Picasso «siempre ha sido un referente» para los artistas en una carrera de Bellas Artes en la que no se estudiaban mujeres. «Nos influye en todo. Todos los artistas son nuestros padres y teníamos que superarlos. Nos hemos formado con libros en los que Picasso era un genio, en el que no existían genias mujeres. Igual que Dalí, Toulouse-Lautrec…, todos esos señores eran los que se comían la tarta del pastel», analiza.
Aplaude la crítica a Picasso por su relación con las mujeres, pero entiende que hay que mirar al pasado con perspectiva histórica. «Somos seres contextualizados y lo que Picasso hacía en su momento era una norma». Pero eso no le quita valor como artista. «Puedes ser un genio y un déspota al mismo tiempo, una cosa no tiene que ver con la otra», puntualiza.
Rogelio López Cuenca Artista
En pleno Año Picasso, cuando se multiplican los actos que elogian y ensalzan al genio universal, él ha irrumpido en diez museos españoles con el proyecto 'PI©A$$o™', la famosísima firma del artista con la 'c' convertida en el símbolo del copyright, las 's' como dólares y la marca registrada al final. «En términos generales, Picasso ha encarnado el fenómeno de la instrumentación de la cultura como coartada para determinadas políticas de transformación del tejido social», responde Rogelio López Cuenca, Premio Nacional de Artes Plásticas, preguntado por el impacto en la ciudad.
Cada vez son más las voces críticas con la utilización que se hace de la 'marca'. Pero, en su opinión, aún representan una raya en el agua. «No hay más que fijarse en el tipo de eventos programados este año. Está claro que la revisión crítica no es suficiente. Y en determinados contextos, como el de nuestra ciudad, aún menos. No se admite otra cosa que la alabanza. Desde el primer momento de su 'regreso', se le percibió como una especie de Rey Midas verdaderamente intocable, no se vaya a dañar su capital simbólico», reflexiona, no sin cierta ironía.
Para Rogelio López Cuenca, su exaltación como modelo de lo que un artista debe ser «no puede tener efectos más nefastos». «Desde la apología del genio individual que sacrifica todo en aras de su 'obra' (incluyendo la vida de quienes le rodean) hasta la consagración del éxito mercantil como baremo para medir el valor del arte… ¡menudo ejemplo!», exclama. Para los artistas, asegura, «ya en los años 60 Picasso había dejado de ser una referencia para las generaciones más jóvenes». «Era una especie de 'superstar' mediática. Como todavía ahora. Así que lo que es fascinante es lo que podríamos llamar el 'signo' Picasso dentro de nuestro ecosistema cultural, su extraordinaria versatilidad dentro de la semiosfera contemporánea, que hace que pueda ser utilizado para una cosa y parezca lo contrario. O sea, en ese sentido, un fenómeno admirable… y admirado y copiado hasta el infinito», concluye.
Fernando Francés Gestor cultural
Su nombre y su cara están por todas partes. «Pero Picasso sigue siendo un gran desconocido para la mayoría del público», asegura Fernando Francés. Para el gestor cultural, su impacto en la ciudad ha sido «básicamente institucional», de las administraciones que han entendido «que era sumamente relevante que uno de los genios de la pintura haya nacido en Málaga» y han posibilitado que exista una Casa Natal y un Museo Picasso. «Y es un lujo tenerlas», apostilla. Pero en la calle «queda mucho trabajo por hacer».
Francés echa en falta «contexto de Picasso», y apunta a esas mismas instituciones. «Hay que hacer más comprensible y entendible la obra de Picasso. Relacionarlo con artistas actuales es algo innecesario, pero sí tendría sentido relacionarlo con los artistas de su tiempo y eso es lo que no hemos visto en Málaga». Y añade sin medias tintas: «Es fácil utilizar su nombre, lo difícil es organizar exposiciones complejas con los artistas claves con los que él tuvo relación. Eso es otra historia». Un vacío que, mantiene, ha derivado en que todos conozcan su nombre, «pero no su repercusión en su tiempo, en relación con otros creadores».
El gestor cultural, que estuvo 16 años al frente del CAC, huye de «mitificaciones y de subir al altar a cualquier gran artista». Por eso, resta importancia a la controvertida utilización de la figura de Picasso para fines económicos, publicitarios o turísticos. «Que su nombre cale en una sociedad y llegue a lo popular me parece fantástico. Solo algunos intelectuales retrógrados anclados en el comunismo del 68 pueden ver en eso un sacrilegio. Prefiero que alguien sin estudios lo conozca y sepa que fue un pintor de Málaga por el nombre de una pizzería o una autoescuela, a que conozcan el de Cristiano Ronaldo», declara. Tampoco entiende la cancelación a Picasso por un comportamiento o una actitud propias de otro momento histórico. «Criticarle desde un punto de vista anacrónico, olvidando que fue un gran genio, se me parece mucho a reducir a un pico que la Selección Española de Fútbol ganase por primera vez en su historia la Copa del Mundo. Es una frivolidad».
Lourdes Moreno Gestora cultural
Picasso es hoy una marca internacional que representa «prestigio, valor, creatividad y dinamismo». Y eso impacta directamente en la imagen de Málaga. «Ha contribuido a que sea conocida e identificada con algunos de esos valores, como ciudad dinámica y enérgica», aplaude Lourdes Moreno, directora del Museo Carmen Thyssen y, con anterioridad, de la Casa Natal del artista. Es consciente de que eso ha derivado en un fenómeno con múltiples aristas y, en muchos aspectos, «criticable». «Pero cuando se alcanza una dimensión tan desorbitada, es casi inevitable. Y más en esta sociedad de consumo en la que vivimos. Es como el caso de Mozart, son creadores que superan a su propio tiempo», señala Moreno.
Málaga empezó a sacar partido «muy tarde» de su condición de ciudad natal del artista. «Y renunciar a decir que esta es la cuna de uno de los genios universales, no tiene sentido. Es algo que está en la historia», defiende. Una recuperación que, de alguna manera, ha influido en la creación local. «Los movimientos que él realizó no son los que ahora mueven la historia del arte, pero esa energía y su capacidad de transformación siguen siendo una inspiración. Su figura ha sido y es estimulante para todos».
Picasso, no obstante, debe ser revisado. «Pero no juzgado. Eso es otra cosa», matiza Lourdes Moreno. «Es un señor decimonónico, que nació en el siglo XIX y acompañó a todo el siglo XX. Cada momento histórico pone el acento en cuestiones distintas que son enriquecedoras. Ahora tenemos planteamientos diferentes, esta es una sociedad muy distinta y las cosas se ven de otra manera. Pero él pertenecía a otra sociedad, con otra visión y a otro momento histórico con otras preocupaciones y sentido existencialista. En lugar de juzgar, es mejor intentar comprender», defiende la gestora cultural.
Vanessa Morata Artista
De pequeña le llamaban 'la Picasso' por su afición a pintar. Su figura siempre ha estado ahí. A sus 31 años, Vanessa Morata ha crecido en el arte al mismo tiempo que el Museo Picasso ganaba posiciones en la agenda cultural con sus muchas propuestas expositivas. «Y es una suerte para nosotros tenerlo aquí y poder ver su obra». Para la joven artista, «la ciudad de los museos empieza con Picasso». «Ahora hay un montón de espacios y eso es maravilloso para los creadores. Ver a los grandes de cerca te influye aunque no seas consciente», asegura.
A ella le pasó, pensaba que Picasso no le había marcado, que no compartía nada con ese artista de otro tiempo. Pero sí. «Siempre hice pintura realista, pero llegó un momento en la carrera en el que me desligué de ella. Y no pasa nada. Sé pintar bien, como se suele decir, pero también puedo hacer un proyecto personal que quizás a algunos desde fuera les parezca infantil. Igual que decían de Picasso», reflexiona Morata, autora de unos divertidos 'collage' en los que paisajes interiores conviven con los personajes de su infancia 'millennial'.
Admite que lo que conoce de Picasso como persona no le gusta, «pero lo separo del artista». «No tiene nada que ver. También Gauguin era un pederasta pero su pintura me flipa. Se tiene que hablar de esa parte y conocerla, por supuesto, pero a mí me interesa más lo pictórico», concluye.
Juan Francisco Rueda Crítico de arte y comisario
La recuperación institucional de Picasso que inició la entonces Fundación Casa Natal y ha continuado el Museo Picasso ha «transformado la ciudad en el ámbito de las artes visuales». Ambas entidades «allanaron el camino para que Málaga esté hoy más volcada en la cultura». Así lo entiende Juan Francisco Rueda, profesor de Historia del Arte en la UMA, crítico de arte y comisario de exposiciones. Pero de ese salto exponencial también se han derivado «cuestiones adversas». «La recuperación que la ciudad hace de Picasso, en una órbita ajena a lo institucional, ha venido a desembocar en una perversión de la figura de Picasso», analiza Rueda, aludiendo a los estudios de Rogelio López Cuenca en referencia a la 'picassisación' que nos «invade» en forma de negocios con su nombre y todo tipo de souvenirs. «Un ámbito al que es difícil poner coto», reconoce.
En el terreno artístico, no obstante, «no todo lo fía esta ciudad a la figura de Picasso» y su alargada figura no ensombrece al resto de creadores. «Existen distintos ámbitos de producción artística, promoción y conocimiento. En otras ciudades los grandes hitos son entendidos como un problema para algunos artistas contemporáneos, pero aquí su influencia es positiva. Tener dos centros como el museo y la Fundación que han generado seminarios, congresos de investigación, además de una programación expositiva, es interesante para cualquier artista», argumenta Rueda. Aplaude la «necesaria revisión crítica» de Picasso y «de todo». «No entiendo una revisión si no es desde unos postulados críticos», mantiene. Un proceso que arroja luz sobre él, sobre su fenómeno y «también sobre los ejercicios de narratología: el cómo se contó a Picasso».
El diseño de este reportaje se ha basado en figuras y patrones de esta obra de Pablo Picasso de 1952.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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