Secciones
Servicios
Destacamos
Alejandro Trujillo
Martes, 4 de febrero 2025, 11:20
Han pasado más de 85 años desde la invención del primer robot humanoide, el famoso Elektro, creado por la empresa Westinghouse Electric Corporation y presentado en la Feria Mundial de Nueva York en 1939. Desde entonces, los androides han ido adquiriendo un rol más importante en nuestra vida. Muchos de los hogares malagueños cuentan con pequeños robots que facilitan algunas tareas domésticas, como la limpieza o la cocina, e incluso permiten realizar acciones tan simples como encender o apagar las luces de una habitación.
El mundo de la robótica avanza a una velocidad vertiginosa, y muchas iniciativas promueven el desarrollo de proyectos que faciliten nuestro día a día, especialmente el de las personas más vulnerables. Este es el caso del proyecto Campero, una iniciativa liderada por el profesor ayudante doctor en el área de Tecnología Electrónica, Juan Pedro Bandera, cuyo objetivo es desarrollar un robot de asistencia social que ayude a los usuarios de la residencia de mayores Vitalia Teatinos en tareas básicas. «El objetivo del proyecto es que los terapeutas puedan dedicar más tiempo a los residentes mientras el robot realiza actividades más básicas y que no aportan valor», destacó Bandera.
El investigador subrayó que el proyecto Campero (Capacidades autoadaptativas para mejorar la próxima generación de ecosistemas de vida asistida usando robots sociales) ha sido diseñado para dar respuesta a las necesidades de los usuarios de las residencias. En este caso, los profesionales de la residencia de mayores Vitalia Teatinos transmitieron a los ingenieros del programa su preocupación por la cantidad de tiempo que empleaban en tareas repetitivas, como la recolección de datos sobre las elecciones de comida de cada residente.
El profesor titular de la UMA resaltó el éxito de este androide durante los seis meses que ha estado en funcionamiento en el complejo residencial Vitalia Teatinos. «Recoger menús de comida de los residentes ha sido su principal función en estos meses», comentó el líder del proyecto.
Aunque esta ha sido su misión principal, el robot humanoide también ha desarrollado otras tareas, como terapias cognitivas y musicales. Una de sus mayores virtudes es el alto grado de personalización que los usuarios han podido experimentar en sus conversaciones con él. Gracias a una base de datos con los perfiles de los participantes en el proyecto, el robot es capaz de reconocer a cada usuario a través de fotografías almacenadas, lo que le permite adaptar su voz y sus interacciones a las necesidades individuales de cada residente. «Algunas personas requerían un volumen mayor por sus problemas auditivos, mientras que otras preferían que el androide interactuase con ellos mediante subtítulos en su pantalla», explicó Bandera.
Esta capacidad de adaptación al contexto y al entorno ha facilitado la integración de este asistente mecánico. El investigador confesó que se realizó un trabajo previo de concienciación con los terapeutas y residentes para garantizar una mejor adaptación al uso del robot. La llegada del androide generó diversas reacciones entre los mayores. Algunos lo consideraban una iniciativa interesante que facilitaría su vida diaria, sin embargo, otros temían que fuera una excusa para que los terapeutas les dedicaran menos tiempo.
No obstante, las opiniones recogidas por los investigadores al final del proyecto arrojan conclusiones positivas: la gran mayoría de los participantes coinciden en que este androide ha sido tema de conversación en múltiples ocasiones, e incluso ha fomentado la interacción social entre los propios residentes. Bandera explica que este asistente ha sido el centro de atención en muchas actividades sociales: «Lo han disfrazado para carnavales, le han puesto peluca e incluso le han puesto nombre», resaltó el profesor.
El robot, denominado 'Antoñito' por algunos residentes, también despertó cierta preocupación inicial entre los profesionales del centro residencial. Algunos trabajadores temían que el androide pudiera, en un futuro cercano, sustituir sus funciones. Sin embargo, el líder del proyecto aclaró que esta inquietud fue resuelta rápidamente: «Los robots de asistencia social están diseñados para complementar a los humanos, no para reemplazarlos».
Los profesionales ahora ven a 'Antoñito' como una herramienta de apoyo que les permite centrarse en tareas más relevantes, en lugar de considerarlo un competidor. Además, el investigador enfatiza que los robots deben servir de apoyo en el cuidado de los residentes, pero nunca deben ser una excusa para reducir la interacción humana entre terapeutas e internos.
El proyecto Campero llega a su fin tras dos años de investigación. Esta iniciativa nacional, que ha contado con un presupuesto cercano a los 200.000 euros, ha involucrado a un equipo de 20 personas de la Universidad de Málaga y la Universidad de Extremadura, y ha supuesto un avance significativo en el desarrollo de la asistencia social robotizada.
Los investigadores de la UMA continúan inmersos en nuevos proyectos dentro del mismo ámbito, avanzando en la integración de la inteligencia artificial en robots que faciliten las tareas diarias en contextos de apoyo social. No obstante, Bandera lamenta que estos proyectos tengan un horizonte temporal tan limitado, lo que dificulta el desarrollo de estas iniciativas y genera inestabilidad en su continuidad.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.