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Irene Manzano
Jueves, 23 de enero 2025, 18:52
Tras años de degradación y pérdida de hectáreas, las praderas marinas, salvavidas de los ecosistemas de salmonetes y jibias, comienzan a recuperar protagonismo en las costas malagueñas. El equipo de investigadores de la Universidad de Málaga, liderado por Ricardo Bermejo (San Fernando, 1984), profesor titular del Departamento de Ecología y Geología, se han embarcado en un proyecto pionero para restaurar las especies Cymodocea nodosa y Zostera marina, claves para la regulación climática, la calidad del agua y el mantenimiento de la pesca artesanal.
«Con cada metro cuadrado de estas praderas que desaparece, se pierden también los servicios vitales que brindan, desde la protección de las playas hasta el sustento de especies como el salmonete o la jibia, indispensables para la flota local», declaró Bermejo. Ahora, este esfuerzo por devolver la vida a los fondos marinos es un rayo de esperanza para un ecosistema que, poco a poco, busca renacer.
Estas actuaciones se enmarcan en el contexto de los proyectos RECOMAR (cofinanciado por el Fondo Europeo Marítimo de Pesca y de Acuicultura, a través del programa PLEAMAR) y CLIMAREST (proyecto europeo perteneciente a la misión europea para restaurar nuestros océanos y aguas en el que participan 17 instituciones de investigación de siete países europeos).
Especies fundamentales
«La Cymodocea nodosa y Zostera marina son angiospermas marinas, algo similar a un césped, un poquito más alto y son zonas de reproducción al alevinaje de muchas especies de interés comercial», explicó el profesor titular. Estas especies pueden formar extensas praderas en fondos arenosos de nuestro litoral, normalmente entre los 0 y 30 metros de profundidad.
Las especies Cymodocea nodosa y Zostera marina fueron especialmente abundantes y frecuentes en los arenales de las provincias de Málaga y Granada hasta finales del siglo XX. Las últimas observaciones de Z.marina realizadas en la provincia malagueña corresponden al año 2007, en el entorno del puerto de Caleta de Vélez.
Se estima que en el caso de estas praderas, el valor de los servicios que ofrecen a los seres humanos se encuentra en unos 21.000 euros por hectárea y año. «Cuando se hacen los proyectos de restauración, esto se tiene en cuenta y es como si en lugar de ser un gasto en restauración es una inversión», destacó Bermejo.
Proceso lento y costoso
La restauración necesita de unos estudios previos de viabilidad, realizados por el equipo de investigadores de la UMA, que se traducen en pequeñas actuaciones pero en una escala diminuta. «Vamos a hacer un seguimiento muy intensivo, es decir, vigilando muchísimo para ver qué es lo que pasa, si se muere, si no se muere, y sobre todo para responder por qué se muere», manifestó el investigador. Además, añadió: «Nuestro trabajo es menos vistoso pero es igual de importante o más. Porque si no se hace bien, puedes gastar muchísimo dinero en hacer una cosa que no va a ninguna parte».
Otra de las problemáticas es convencer a la gente de que la restauración es necesaria, a los usuarios de la playa, a los pescadores artesanales e incluso a la propia Administración, ya que estas praderas favorecen el secuestro de carbono y actúan de forma importante en la revolución climática. «Hay muchas veces que como está debajo del agua y no lo vemos, no somos conscientes de su importancia», comentó Bermejo.
El profesor hizo un llamamiento a la ciudadanía para que les ayuden a hacer la cartografía preliminar. «Si alguien ve alguna mancha de estas praderas, que nos mande una foto con la localización y luego nosotros iríamos a validarlo, cogeríamos muestras para ver la genética e intentaremos ver si en los alrededores hay más». Para ello, en la plataforma iNaturalist, se ha iniciado la acción 'Cartografía de Praderas Marinas en el Mar de Alborán' y se han creado varios perfiles en redes sociales para que puedan seguirse los avances del mismo e interactuar con los investigadores aportando o solicitando información de interés.
Y sobre todo, Ricardo Bermejo ha incidido en que se respeten las zonas de parques naturales. Medidas muy concretas que van dirigidas a colectivos específicos sobre el uso de ciertas artes de pesca en las zonas donde están estas praderas para que se usen técnicas que no les afecten.«Por supuesto, no echar las toallitas por el váter, no tirar residuos, y colaborar con todo que evite la contaminación del agua», concluyó.
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