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Aulario Rosa de Gálvez, sede de Relaciones Internacionales de la UMA. María Donoso
El camino al Erasmus: así se prepara un estudiante de la UMA

El camino al Erasmus: así se prepara un estudiante de la UMA

Papeleo, convalidaciones, alojamiento y becas son la odisea previa a una nueva experiencia, contada por quienes la vivieron

María Donoso

Miércoles, 11 de diciembre 2024, 20:03

Cada año, la Universidad de Málaga envía a cientos de estudiantes a vivir la experiencia Erasmus, un viaje de autodescubrimiento que comienza mucho antes de pisar suelo extranjero. Desde el momento en que se recibe el destino definitivo a través de la plataforma de Algoria de Relaciones Internacionales, los estudiantes se enfrentan a un proceso que mezcla papeleo, incertidumbre y grandes expectativas.

«El sistema está bastante claro en la web, pero los detalles como cuánto recibirás realmente de beca siguen siendo un misterio», comenta Paloma Madrid, estudiante de Periodismo que se encuentra de Erasmus en Gotemburgo, Suecia. Como ella, muchos alumnos destacan las lagunas de información en un camino que requiere, en gran parte, aprender sobre la marcha.

Acuerdo Académico con obstáculos

El 'Learning Agreement' es el primer gran reto. Este documento, que detalla las asignaturas que cursarán en el extranjero y su convalidación, suele ser una fuente de frustración. «Es absurdo que cada estudiante tenga que empezar de cero. Sería mucho más práctico guardar los acuerdos de años anteriores para facilitar el proceso», opina Madrid. Por otro lado, Miriam Cobos, compañera de Madrid, que se encuentra de Erasmus en Ilmenau, Alemania, añade: «No sabía qué asignaturas tenía que hacer en la universidad del destino. Si no hubiera contactado con una chica que había estado antes en mi destino, no lo habría logrado».

Valentina García, graduada en Estudios de Asia Oriental, y quien cursó una movilidad internacional en Corea del Sur, describe un escenario similar: «En las universidades coreanas, que además no existe tu grado, fue bastante difícil convalidar las asignaturas. Si no hubiese tenido compañeros que fueron antes habría sido imposible organizar mi acuerdo académico».

El consenso es claro: apoyarse en estudiantes que ya han vivido la experiencia es crucial. Ellos conocen los sílabos, saben qué asignaturas se convalidan y qué trucos hay para facilitar el proceso.

Estudiante de la UMA consultando Algoria. María Donoso

Entre alojamiento y ayudas económicas

El siguiente desafío es encontrar un lugar para vivir. La elección entre residencia o piso compartido depende de las preferencias personales y del presupuesto. Paloma Madrid optó por una residencia con cocina compartida, que resulta ser más barato y conoces a gente desde el primer día. En contraste, otros estudiantes como Paula Ruiz, estudiante de Marketing y que estuvo de Erasmus en Oporto, buscaron pisos compartidos: «La clave es llegar con tiempo. Las fotos suelen ser engañosas, y lo mejor es ver los pisos en persona antes de firmar nada».

El programa Erasmus de Relaciones Internacionales de la UMA ofrece ayudas económicas, pero estas varían dependiendo del destino y otras circunstancias. Dependiendo del país y la situación personal de cada alumno, recibirán una cuantía menor o mayor. Sin embargo, pocos estudiantes saben con certeza cuánto dinero recibirán y cuándo. «A día de hoy sigo sin entender cuánto me correspondía exactamente», admite Madrid. Además, existen becas complementarias como las de Santander o las ayudas autonómicas, pero gestionarlas puede ser otro dolor de cabeza. La recomendación de los veteranos es clara: ahorrar antes de salir para tener un colchón financiero.

El idioma y la adaptación cultural

El idioma es un factor clave. Para destinos donde se exige un nivel mínimo, como B1 o B2, la UMA ofrece cursos y pruebas específicas. «Yo aprobé gracias a los cursos de la universidad; son económicos y te preparan bien», asegura Ruiz. García recuerda que en su caso, en Corea del Sur, incluso las clases de idioma eran un desafío: «Los niveles que ofrecían no se corresponden con el nivel avanzado que necesitábamos en Málaga. Tuve que buscar otras maneras de mejorar mi coreano mientras estaba allí».

A pesar de las dificultades, todos coinciden en que el esfuerzo vale la pena. «Al principio no todo es color de rosas y el Erasmus, en parte por culpa de las redes sociales, se lleva muy idealizado y no tiene porque siempre ser así. En mi caso me ha ayudado sobre todo a madurar y a apreciar todo lo que tengo en España», reflexiona Madrid. El Erasmus es un salto al vacío, pero cuando estás allí todo toma sentido. Creces como persona, mejoras el idioma y haces amigos para toda la vida.

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