María Donoso
Lunes, 27 de enero 2025, 13:40
El frío de la noche que se empieza a notar a las 21.00 horas se siente en el campo de fútbol, mientras los jugadores de la Unión Deportiva Mikelodeon se preparan para el partido. Entre bromas y risas, los miembros de este equipo de amigos y en su mayoría estudiantes de la UMA demuestran que su unión no es solo un nombre: es un estilo de vida.
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«¿Qué somos? ¡Un desastre organizado!», grita Marco García, estudiante de Ingeniería Eléctrica y capitán del equipo, mientras ajusta su camiseta. A su alrededor, el equipo ríe y corrige: «¡Unión, Marco, Unión!» Este grupo nació, como muchas grandes ideas, de una reunión casual entre amigos en el bar al que suelen frecuentar para desconectar de la universidad, el 'Spotlight bar'. «Un día que quedamos todos en el Spotlight, decidimos formar un equipo para así tener más razones para vernos y desconectar de la universidad», comenta Enrique Gómez, estudiante de Ingeniería de Telecomunicaciones.
El comienzo del partido desata la energía contenida. Desde el primer minuto, el juego refleja el espíritu de Mikelodeon: goles épicos, pases erráticos y una defensa que atrae al balón. Mario Gónzalez, estudiante de Ingeniería Informática y portero del equipo, destaca que la posición que tiene cada uno en el equipo va acorde de las preferencia y capacidades de cada uno. «Probé de portero, me gustó y me quedé ahí. Cada uno según el fondo que tenga y la posición que le guste, tiene libertad de elección. «Siempre he dicho que me falta cardio, pero para momentos como este, sobra corazón», comenta Sergio Lozano, otro de los integrantes del equipo entre risas.
«Ganar sería un bonus, pero esto lo hacemos por el disfrute y la unión», asegura García. Y ese bonus que se mencionaba como un hecho que no muchas veces ocurre, se vio más que reflejado en el campo, gracias a la fuerza del equipo y la unión, ganando el partido 7-0.
Tras cada partido, los jugadores de la Unión Deportiva Mikelodeon tienen un ritual que define su espíritu de equipo. En una especie de votación informal, cada jugador evalúa el desempeño de sus compañeros. «No es para buscar al mejor, sino para entender cómo nos percibimos como equipo», explica Héctor González, estudiante de Ingeniería Eléctrica y Electrónica. La votación no se limita a goles o asistencias. Se valoran actitudes, esfuerzo defensivo y pases claves. «Es una forma de aprender y de reírnos de nuestras propias meteduras de pata», señala Héctor González.
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La Unión Deportiva Mikelodeon no busca fama ni victorias aplastantes. En sus propias palabras, este equipo es un refugio del estrés universitario, una oportunidad para compartir risas y reforzar la amistad. «Somos una familia, con nuestras peleas y todo, pero aquí todos jugamos por el otro», comenta Adiel Vela, estudiante de ADE con orgullo.
Cuando se les pregunta cómo definirían a su equipo en una palabra, las respuestas varían: «compromiso», «casero», «cachondeo» y «amistad». Porque así es Mikelodeon: caótico, divertido y, sobre todo, inolvidable. Risas, anécdotas y el espíritu del fútbol de compañerismo se reflejan en cada conversación. «El fútbol nos reúne, pero lo que nos hace volver cada fin de semana son ellos, mis amigos», concluye Héctor González con una sonrisa.
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