María Donoso
Martes, 29 de octubre 2024
Bajo el cielo despejado y sobre el verde campo del polideportivo de la Universidad de Málaga (UMA), el rugby no solo se vive con pasión, sino también como oportunidad para unir a alumnos de todo el campus. Alrededor de 15 minutos antes de cada entrenamiento de los lunes y miércoles, los jugadores y las jugadoras, tanto los nuevos como los veteranos, se reúnen en círculo para pasarse el balón. Este sencillo ritual, por muy extraño que parezca, permite a los recién llegados tener un primer contacto con el equipo, conocer a sus compañeros y romper el hielo de una manera relajada.
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«El rugby en la UMA no es una cuestión de competición», expresa con ímpetu Antonio Cazallo, capitán del equipo masculino y estudiante de Ingeniería de la Salud. Durante estos momentos iniciales de la temporada, se siembran los valores que muchos de los alumnos destacan de este deporte: la solidaridad, el compañerismo y el respeto mutuo. Al compartir esos pases antes de comenzar el entrenamiento, se forjan los primeros vínculos que luego se trasladan al terreno de juego.
De la curiosidad a la pasión
Cada persona tiene una historia y una razón por la que definen el comienzo de una actividad o deporte. Pero en el caso de los más veteranos del equipo, como Nacho Aragón, estudiante de Ingeniería Telemática, coinciden en que todos llegaron de la misma forma: «Yo empecé en el rugby porque unos compañeros de clase me lo recomendaron y como me gustó tanto el ambiente me quedé». Patricia Campan, estudiante de Pedagogía, jugadora del equipo femenino y encargada de las redes sociales, cuenta cómo el descubrimiento del rugby también fue una forma de integrarse socialmente en la universidad. «Yo soy de fuera, y cuando me dijeron que después de los entrenamientos nos íbamos de cervezas, me pareció un plan bastante guay», relata con una sonrisa. Lo que empezó como una excusa para conocer gente, acabó convirtiéndose en una pasión: «Me gustó mucho el ambiente. Empecé a hacer buenos amigos y, hasta el día de hoy, sigo aquí».
El rugby, un deporte que muchos no conocen a fondo, tiene esa magia de enganchar a quien lo prueba, no solo por el dinamismo del juego, sino por la camaradería que se forja desde el primer día, afirman los más veteranos.
Antonio Cazallo, capitán del equipo masculino
Los valores del rugby: una lección de vida
El rugby, más allá de ser un deporte, enseña lecciones fundamentales que los jugadores de la UMA llevan consigo, tanto dentro como fuera del campo. Para muchos de ellos, como Patricia, los valores del rugby han sido transformadores: «Siempre he sido una persona quizás un poco individual, pero el rugby me ha enseñado lo que es un equipo, cómo funciona y cómo, para que todo salga bien, es necesario trabajar juntos».
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El respeto, uno de los pilares fundamentales del rugby, se respira en cada entrenamiento. Según los propios jugadores, este deporte demanda respeto hacia todos: compañeros, rivales, árbitros y el propio juego. «En el rugby, para marcar un punto necesitas a todo el equipo. No es algo individual. Aquí se respeta tanto al que lleva el balón como a quienes están luchando en la línea defensiva», explica Nacho Aragón. En un deporte donde el contacto es inevitable y a veces intenso, el compañerismo y la confianza mutua son clave.
La metodología del entrenamiento
Para aquellos que se inician en el rugby, los entrenamientos en la UMA están diseñados para una progresión gradual. Muchos llegan sin haber tenido contacto previo con el deporte o incluso sin experiencia física, como comenta Antonio, capitán del equipo masculino: «Al principio, lo que buscamos es mejorar el pase, que es la base del juego. Poco a poco, vamos introduciendo dinámicas como el placaje y las agrupaciones, pero siempre cuidando de no sobrecargar físicamente a los nuevos».
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El rugby puede parecer intimidante para quienes no lo conocen, pero en la UMA se han esforzado por crear un entorno accesible y motivador. Uno de los objetivos principales del equipo es que los nuevos jugadores se sientan cómodos y disfruten de la experiencia: «Nuestro objetivo es que prueben el rugby. Si luego se quedan, perfecto, pero lo principal es que descubran el deporte y lo vivan», señala Pablo Pérez, estudiante de ingeniería de la Salud y jugador del equipo masculino.
El crecimiento del rugby femenino: superando barreras
El equipo femenino de rugby de la UMA ha ido creciendo significativamente en los últimos años. Aunque el rugby se asocia históricamente con el deporte masculino, las chicas de la UMA están rompiendo con estos estereotipos. «Ver a tantas chicas entrenando, la verdad que es emocionante cuando tu objetivo es formar un equipo», expresa con gran emoción Patricia. «Este año hemos conseguido una gran promoción, sobre todo en chicas. Es un deporte que muchas ven como agresivo, pero cuando lo prueban, ven que es mucho más que eso. Es fuerza, estrategia, compañerismo», comenta Raquel Martínez, estudiante de Ingeniería de Sonido e Imagen y capitana del equipo femenino.
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Este crecimiento no ha sido casualidad. El equipo ha trabajado duro en la promoción de este año, utilizando las redes sociales y creando contenido atractivo para captar la atención de nuevas jugadoras. «Somos un grupo reducido, pero nos organizamos bien para promocionar el equipo. Hacemos videos, 'trends' de TikTok y carteles para que cada vez más gente conozca el equipo», explica Raquel.
Una familia en el campo y fuera de él
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El equipo de rugby de la UMA no es solo un conjunto de jugadores que compiten juntos; es una familia. Los lazos que se crean en el campo, entre entrenamientos, partidos y el tercer tiempo, son duraderos y significativos. «Este equipo no exige más de lo que tú puedas dar. Lo que importa es el buen rollo, la amistad y el respeto», reflexiona Raquel. En este deporte, los golpes en el campo se olvidan rápido, pero los momentos compartidos, dentro y fuera del terreno de juego, perduran señalan los capitanes.
El rugby en la Universidad de Málaga sigue creciendo, con una mezcla perfecta de igualdad, valores, pasión y un fuerte sentido de comunidad. Cada año, nuevos jugadores y jugadoras se suman a esta familia, atraídos por un deporte que, aunque exigente, «recompensa con creces» afirman los estudiantes. Para quienes lo practican, el rugby ya no es solo una actividad física, es una forma de vida.
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