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Mery Carmona
Martes, 3 de diciembre 2024, 18:30
La Semana del Voluntariado llega a la Universidad de Málaga de la mano del Vicerrectorado de Igualdad y Política Social. Su celebración se enmarca en el Día Internacional del Voluntariado que tiene lugar cada 5 de diciembre, y reúne a estudiantes de todas las facultades que quieran aportar su granito de arena.
Desde el jueves 28 de noviembre, más de 35 entidades como Cruz Roja Málaga, la Fundación Madre Coraje o la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Málaga han compartido sus proyectos. «Los estudiantes deben crecer no solo como profesionales, sino como personas», afirma el coordinador del programa, Sergio Cañizares, quien subraya que la iniciativa lleva más de 15 años fomentando la participación del alumnado.
De créditos a compromiso
Aunque muchos estudiantes se suman a la iniciativa por créditos, lo que les hace quedarse es muy diferente. Almudena Sánchez, estudiante de Criminología, se apuntó a colaborar en la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Málaga a través de un anuncio en Instagram. No obstante, según cuenta, lo que le hizo quedarse fueron las necesidades de los animales que se encontraban en el refugio: «Hace falta más gente para sacar a los perritos y darles la atención que se merecen».
Hay perfiles destacados, y es que según el organizador los estudiantes de ciencias sociales son los que más colaboran. No obstante, Cañizares destaca que cada vez hay más alumnado participando de forma indiferente a sus estudios. La esperanza de todas las asociaciones presentes yace en que se unan a colaborar, como apunta la voluntaria de la protectora: «Cuanta más gente haya haciendo de voluntario, más pueden salir y más atención reciben», enuncia, haciendo referencia a la perrita que han llevado para la jornada, Vanila.
Una llamada a la acción
Con cada jornada, el evento busca romper la barrera de la indiferencia y que los alumnos no pasen de largo por las mesas. Con diferentes juegos, se les intenta sensibilizar. «Muchas veces nos encontramos con estudiantes que dicen que no pueden ayudar porque les da pena», comparte Sánchez, con Vanila debajo de ella. Al mirar a la perrita, que decide tumbarse para que aquel que pase pueda acariciarla, admite que le da más pena que no haya suficiente personal para los animales.
Para Cañizares, lo más relevante es cómo acaban consiguiendo voluntarios las organizaciones que acuden a la UMA: «El éxito no solo se mide en cifras, sino en cómo logramos movilizar a los jóvenes», concluye. Desde la Fundación Madre Coraje, Jose María Laza y Luisa Moya-Ángeler predican con el ejemplo: talleres de reciclado, juguetes, ropas, libros… Todo lo que puedan vender o mandar a países como Perú o Mozambique les será de ayuda. «Intentamos compartir la experiencia del voluntariado, de forma que puedan ejercerla no solo como un derecho sino como un deber con la sociedad», apunta Laza.
La Semana del Voluntariado de la UMA no es solo una actividad universitaria, sino un recordatorio del papel transformador de la solidaridad. Con cada stand, charla y mesa virtual, queda claro que ayudar no es solo un derecho, sino una responsabilidad compartida que la comunidad universitaria acoge y adopta año tras año.
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