![UMA Buddy Program: Una amistad, dos realidades](https://s2.ppllstatics.com/diariosur/www/multimedia/2025/02/03/8D7555B9-C5CE-4B85-A87D-706BDB18F695%20(1)-RCvzO6UrXdIKtxlXomsXrFO-1200x840@Diario%20Sur.jpeg)
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Alejandro Trujillo
Málaga
Jueves, 6 de febrero 2025, 18:42
Empatía, solidaridad, generosidad, amistad, estas pueden ser algunas de las primeras palabras que se nos vienen a la cabeza cuando hablamos del Buddy Program de la Universidad de Málaga, y de las personas que lo integran. Este proyecto tiene como objetivo la integración del alumnado extranjero en Málaga y en la UMA de la mano de universitarios malagueños que les sirvan de apoyo en su periodo de movilidad.
Este programa, iniciado en 2017, ha reunido a miles de estudiantes malagueños desde su puesta en marcha. Este proyecto centra sus esfuerzos en la amistad entre el alumnado internacional, e-Buddy, y el universitario local, I-Buddy. Sin embargo, la relación que se forja entre cada uno de los participantes con su Buddy es muy diferente. Este es el caso de Laura Ruiz, y Paolo Seredenko, dos estudiantes de la misma promoción del Grado de Estudios de Asia Oriental, que participaron en este programa para facilitar la adaptación de estudiantes extranjeros.
Además de coincidir en edad, y en el grado que estudian, también comparten grupo de amigos, e incluso el Buddy de ambos era de la misma nacionalidad. No obstante, su experiencia en este proyecto ha sido muy diferente: ellos son la luz y la sombra del Buddy Program.
La primera vez que Paolo Seredenko escuchó hablar de esta iniciativa fue a través de uno de sus compañeros de clase que ya había participado en el proyecto, y que se mostraba muy satisfecho con la experiencia. La recomendación de este amigo despertó la curiosidad dentro del joven, e hizo que se inscribiese en la convocatoria. Su principal motivación no eran los créditos que otorga la UMA por participar en el programa, él tenía claro su prioridad: «Yo quería conocer gente nueva, y ayudarlos a integrarse en nuestra ciudad».
El universitario malagueño estaba motivado por recibir a su nuevo compañero, y se puso en contacto con él tan pronto como la universidad le facilitó el correo. La nacionalidad surcoreana del alumno extranjero incentivaba la conversación, ya que el español había desarrollado un fuerte interés en la cultura asiática, gracias a sus estudios de grado. La comunicación era fluida y el joven se ofreció a recogerlo en el aeropuerto, y a acompañarlo a su lugar de residencia. Ese primer contacto entre el malagueño y el surcoreano fue muy emotivo, de hecho, el asiático se emocionó al ver que una persona que no había visto nunca lo estaba esperando a su llegada a Málaga. «En su cultura no es tan común esa cercanía con una persona que no conoces, y eso le chocó», mencionaba Paolo Seredenko.
El inicio fue esperanzador, Yang Donghyeon, conseguía integrarse con éxito en la vida malagueña. Su buen inglés y la ayuda del español con los trámites administrativos y burocráticos permitieron una buena adaptación al joven surcoreano. Pese al comienzo positivo, el estudiante internacional no conseguía comprender algunas de las herramientas de la universidad, entre ellas el campus virtual. Seredenko ayudó a Yang a familiarizarse con este sistema, algo que el alumno extranjero le agradeció en una relación en la que predominaba la gratitud y solidaridad.
Sin embargo, había un escollo que evitaba que este vínculo no fuese más cercano: la personalidad de ambos estudiantes. Los dos alumnos compartían un carácter introvertido que complicaba la puesta en marcha de planes en común. Seredenko y Yang decidieron finalmente quedar un día con otros compañeros del Buddy Program para hacer planes juntos. Ese sería el último día que se verían, y prácticamente el último en el que mantendrían una conversación.
Tras ese encuentro, el joven internacional conoció a otros compañeros surcoreanos, y dejó de comunicarse con él. El estudiante malagueño vio como tras un mes de contacto fluido, su Buddy desapareció. El universitario sufrió lo llamado como 'ghosting', fenómeno por el cual alguien corta todo tipo de comunicación con otra persona sin avisar de un día para otro. Los planes que proponía la UMA tampoco invitaban al universitario a retomar de nuevo la conversación con su compañero internacional. Un Paolo Seredenko que veía como Yang Donghyeon viajaba por toda Europa mientras había cortado todo contacto con él. El joven malagueño se mostraba alegre por su Buddy coreano, pero a la vez, decepcionado con una relación que comenzó de manera ilusionante, pero que no se ha mantenido con el tiempo.
Un whatsapp. Eso es todo lo que necesitó Laura Ruiz para contactar con su Buddy. Desde el primer contacto, la universitaria malagueña notó que ambas estudiantes congeniaban y que la comunicación era muy fluida, tanto era así que incluso la joven surcoreana se esforzaba para hablar en español con ella.
La primera vez que coincidieron fue para ir a merendar, Baek Hyemin llevaba dos semanas en Málaga y, aunque se había adaptado a algunas costumbres malagueñas, aún no tenía amigas en la capital de la Costa del Sol.
La pasión de la española por la cultura surcoreana hacía más fácil encontrar puntos en común, en una relación en la que ambas se sentían muy cómodas, incluso veían como compartían muchas aficiones.
Esa ilusión por conocer a una estudiante surcoreana, razón por la que la joven se apuntó al Buddy Program, se estaba viendo correspondida con una agradable y cercana relación con Baek. La malagueña ayudaba a la asiática con todo tipo de tareas desde trámites burocráticos hasta consejos de qué supermercados eran más baratos. La alumna internacional incluso le pedía consejos de dónde comprar productos de limpieza facial, esa era la confianza en esta relación. Un vínculo que se desvanecía de manera progresiva con los continuos viajes de la estudiante internacional por los diferentes países de Europa, pero como dicen de las buenas amistades nunca llegó a romperse. La comunicación no era tan fluida, pero seguía estando presente, e incluso la surcoreana seguía preguntando a su compañera española sus dudas acerca de la universidad.
Hoy, Laura Ruiz sigue en Málaga, y Baek Hyemin está de vuelta en Corea del Sur, las jóvenes siguen con su vida académica, pero ninguna de las dos olvida un periodo en el que conectaron, y en el que se creó una amistad que todavía perdura en el tiempo.
El Buddy Program ofrece una oportunidad única para reforzar la relación entre el estudiantado internacional y el alumnado local. El objetivo del proyecto es mejorar la experiencia de los universitarios extranjeros gracias a su adaptación con jóvenes malagueños. Sin embargo, la experiencia de los participantes en el proyecto depende mucho de la conexión que logren crear con su Buddy, y cómo esta perdura en el tiempo. Alegrías, desilusiones, cariño... estos y más sentimientos se engloban dentro de esta solidaria iniciativa.
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