Estudiantes del grado de Química antes de las prácticas de laboratorio. María Donoso

Química en acción: superando retos en el laboratorio

Estudiantes enfrentan desafíos y descubren su potencial en un espacio donde la teoría cobra vida, guiados por la experiencia de sus profesores

María Donoso

Sábado, 4 de enero 2025, 20:00

En los pasillos de la Facultad de Química, un murmullo de expectativas y nerviosismo acompaña a cada grupo de estudiantes que, bata en mano, se dirige a su próxima práctica de laboratorio. Para muchos, el laboratorio es un espacio donde conceptos abstractos y fórmulas teóricas toman cuerpo en forma de reacciones, destilaciones y experimentos. Pero más allá de los tubos de ensayo y matraces, está el reto de aplicar conocimientos a situaciones reales, donde los errores no solo ocurren, sino que se convierten en valiosas lecciones.

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María Lorente, estudiante de química, lo describe como «una forma de ganar experiencia» y prepararse para el futuro. Para ella, cada práctica es una nueva oportunidad de aplicar los conocimientos teóricos que ha memorizado en clase. Pero, como señala, «el mayor reto es enfrentarse a maquinaria desconocida» y lidiar con la presión de no romper equipos costosos. «Hay que tener mucho cuidado para no destruirla», comenta con una mezcla de humor y aprehensión, dejando claro que en el laboratorio cada paso cuenta.

Toma de contacto y estrategias

«Lo que intentamos es que se enfrenten a estas prácticas como un piloto se enfrenta a sus primeras horas de vuelo», comenta Antonio Ruiz, profesor en el Departamento de Química Analítica de la Universidad de Málaga. «Cada error es una oportunidad de aprendizaje, y somos conscientes de que están en el proceso de desarrollar habilidades, de aprender a manejarse en un ambiente de laboratorio con la seguridad y la precisión que se requiere». Antonio Ruiz, con años de experiencia, sabe bien que este espacio es una especie de rito de iniciación donde la teoría y la práctica se encuentran de forma desafiante y, a menudo, impredecible.

Para Ruiz, la clave está en la preparación previa y en saber que el laboratorio no es un lugar para la improvisación. «Lo que les falta muchas veces es haber trabajado bien el guion de prácticas. Al llegar preparados, los estudiantes no solo saben qué van a hacer, sino también por qué lo están haciendo», afirma.

No obstante, a este proceso se le suma el agotamiento, tanto físico como mental, parece ser una constante entre los estudiantes que pasan largas jornadas en prácticas. Emma Moreno, graduada en Química, recuerda un mes especialmente arduo en el que tuvo prácticas todos los días hasta la noche, y cómo el cansancio y la autoexigencia restan más que suman. Pero también menciona las estrategias que ha aprendido para sobrevivir en el laboratorio. «Siempre leo el guión, señalo las partes más importantes y me fijo en los pasos clave», cuenta, enfatizando la importancia de una preparación previa minuciosa.

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Laboratorio de química inorgánica de la UMA. María Donoso

Los errores en el laboratorio no solo son comunes, sino que pueden tener consecuencias graves. Para evitar errores, Rubén Quero, estudiante del grado de Química, subraya que no basta con leer el guión; es esencial familiarizarse con las propiedades de cada reactivo: «Imagina que tienes un reactivo que no puede tocar el agua y lo lavas con esta, o echas un producto químico tóxico por el fregadero… leer las propiedades químicas te evita malos ratos». Este es solo uno de los detalles que los estudiantes deben considerar para evitar problemas y accidentes en el laboratorio.

La guía esencial: entre la tensión y el aprendizaje

Marina Díaz, otra estudiante del grado de Química, destaca un aspecto que muchos consideran esencial: el papel del profesorado. Si bien la supervisión constante y la orientación precisa son clave en el aprendizaje de técnicas complejas, algunos profesores se muestran estrictos hasta el punto de crear un ambiente tenso. «Si tengo miedo a preguntar porque me van a insultar o humillar, o me siento intimidada por malas formas, ¿qué sentido tiene todo esto?», se pregunta.

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A pesar de estas dificultades, la mayoría de los estudiantes reconoce el papel esencial del profesorado para guiar y supervisar. En palabras de Claudia Alvarado, graduada en Química, las prácticas representan «la ventana al mundo laboral», y la experiencia y conocimientos de los profesores son fundamentales para prepararlos para ese entorno. Sin embargo, Alvarado también destaca la necesidad de una mayor independencia en el laboratorio: «Sería ideal acostumbrarnos al ámbito laboral, donde no siempre habrá alguien supervisando cada paso».

La importancia de los ajustes y mejoras

Los estudiantes coinciden en que las prácticas son necesarias, pero proponen algunas mejoras que ayudarían a optimizar esta etapa de aprendizaje. Moreno sugiere «trabajar con más variedad de equipos y técnicas», algo que en muchos casos no es posible debido al alto costo de ciertos aparatos. Por otro lado, la falta de un equilibrio entre la teoría y la práctica también genera frustración. Para Quero, los «tiempos muertos» en el laboratorio podrían aprovecharse para realizar otras tareas relacionadas, de modo que cada minuto en ese espacio sea enriquecedor.

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Díaz plantea otra mejora en la evaluación: el esfuerzo práctico debería reflejarse más en la nota final, ya que, según comenta, «todas las horas de trabajo dedicadas no se puntúan y todo se juega en un examen. No lo veo justo». La evaluación se concentra mayormente en el rendimiento teórico, y para muchos, esta no es una representación fiel del esfuerzo invertido en las prácticas.

Práctica de laboratorio con fosfato de vanadilo. Crónica

Para todos estos estudiantes, el laboratorio es mucho más que un espacio de aprendizaje técnico; es un escenario donde se ponen a prueba sus habilidades, conocimientos y paciencia. Es un lugar en el que se aprende no solo a manipular sustancias y a interpretar reacciones, sino a afrontar la frustración y los errores.

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Al final, los futuros químicos no solo buscan dominar técnicas, sino entender el valor de la perseverancia y la concentración. «Para mí, la práctica es esencial porque siempre voy a estar en el laboratorio, analizando, fabricando, creando, buscando cosas nuevas», concluye Lorente, reflejando la esencia de esta experiencia única que, aunque dura y desafiante, es para muchos el verdadero corazón de su formación.

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