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Paula García y Amin Chaloukh, estudiantes a tiempo parcial en la UMA. Mery Carmona
La odisea de ser alumno a tiempo parcial en la UMA: estudiar y trabajar a la vez

La odisea de ser alumno a tiempo parcial en la UMA: estudiar y trabajar a la vez

Algunas de las ventajas son matricularse de menos créditos o elegir un turno preferente en una asignatura

Mery Carmona

Lunes, 14 de abril 2025, 19:24

Para algunos, ser alumno a tiempo parcial no es una simple opción, sino una necesidad. La Universidad de Málaga ofrece a sus estudiantes la posibilidad de formalizar su matrícula con menos exigencias, pero el doble de obligaciones. El acceso a la condición surge de varios requisitos a cumplir, entre ellos tener más de 45 años, un contrato laboral de al menos 90 días o ser un deportista de alto rendimiento.

El caso de Amin Chaloukh El Mohammadi, alumno del grado de Ingeniería Informática, es de los más esperanzadores. Tal y como él relata, está haciendo prácticas en una empresa del sector, Nervia Consultora. Por las mañanas acude a la oficina, y por las tardes va a clase, pero el hecho de haberse podido matricular con menos créditos y de no tener una alta exigencia a la hora de ir a clase le ha ayudado en gran medida.

Paula García, estudiante del grado de Química, sin embargo, confiesa que no le queda otra. Nacida en Cazorla, Jaén, Paula se ha visto obligada por su propia moral a colaborar en casa. Al tener que desplazarse a otra ciudad a llevar a cabo sus estudios, pasa gran parte de su semana en el Burger King. Entre risas, la alumna admite que no es para tanto, pero conforme la conversación avanza se puede notar la resiliencia detrás de sus palabras: quince horas trabajando para pagar, asistir a clase para poder copiar ecuaciones y, para colmo, llegar a casa y que no pueda llegar un rato de descanso.

Isabel Mesa, alumna a tiempo parcial en la UMA. Mery Carmona

Lo que para todo el mundo son vacaciones, para Paula García y para Isabel Mesa, estudiante del grado en Periodismo, son malabares. Sí cuentan con el alivio de no tener que asistir a una jornada lectiva, pero es entonces cuando la meta se ve más cercana: los exámenes. Por su parte, la estudiante de Química reconoce algo triste que no puede presentarse a pruebas parciales que le resten temario, o a una evaluación continua, porque es incapaz de sobrellevar el temario semanalmente.

No es de extrañar. Un crédito se corresponde con 25 horas de trabajo, y normalmente un estudiante suele matricularse de 36 en un cuatrimestre, que equivalen a 900 horas. Para poder cumplir, lo normal sería dedicar al menos cuatro o cinco horas al día a los estudios universitarios, pero a ello hay que sumarle la jornada completa de 40 horas semanales de Mesa o las 15 horas de García, y lo evidente de dormir 8 horas, comer, socializar…

Cuando llega la palabra socializar, tanto Chaloukh como García no pueden evitar lanzar la pregunta: ¿eso existe? No son capaces de encontrar tiempo con sus amigos, suelen estar demasiado cansados para pasar un rato con ellos. «Ahora que lo pienso, haberme tenido que saltar una clase simplemente porque estaba ahogado… Te hace replantearte todo», considera Amin, poniendo en valor junto con su compañera la salud mental de los estudiantes.

«Yo, como soy madre, comparo esto con un parto. Te duele. A la hora de los exámenes no sabes por qué te has metido en esto», comenta Mesa. A sus 55 años, Mesa considera que la experiencia para ella ha sido increíble. A pesar de la dificultad y de no poder llegar a adquirir el conocimiento total por la escasez de tiempo, admite que lo esencial es disfrutar del proceso. El Periodismo era una espinita clavada que deseaba sacar, y lo compagina con el que confiesa que será su trabajo para siempre: colaborar con su marido en la gerencia de una inmobiliaria, gestoría y asesoría fiscal.

Isabel, Amin y Paula han reconocido tener situaciones demasiado favorables como para «quejarse». La estudiante de enfermería alardea de que su jefe es muy bueno y le facilita mucho la asistencia a clase, igual que el estudiante de ingeniería, quien recuerda que le ofrecieron ayuda con sus estudios. Por otro lado, Isabel alude a su posibilidad de teletrabajar y de tomarse las cosas con la mayor calma posible.

Si tuviesen que aconsejar a alguien que va a empezar a llevar una carga tan pesada en su vida cómo hacerlo, Amin tiene la sentencia muy clara: «Yo lo que le diría es que se tragasen un poco el orgullo, y si tienen que matricularse de menos créditos, que no pasa nada por hacer un año más». Porque de nuevo, recordando el valor de los tres estudiantes que humildemente le restan importancia a todo lo que hacen, «una cosa es perder el tiempo y otra haber estado trabajando y estudiando». García y Chaloukh coinciden en la satisfacción de poder vivir y demostrarse a uno mismo sus capacidades, y se prometen mantenerse fuertes mentalmente.

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