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Adri Revilla
Jueves, 10 de abril 2025, 13:09
Imagina ir todos los días a tu puesto de trabajo feliz y entusiasmado. Cada mañana haces una breve parada para contemplar lo que ves a diario, pero para ti nunca pierde su encanto. Esta rutina se convirtió en una manía durante más de cuatro años y... sigue. Ahora imagina aún más: esas imágenes pasan de estar en la memoria de tu móvil a las paredes de tu lugar de trabajo. Todos se paran a verlas, las admiran e incluso te felicitan por tu trabajo. Unas fotos que nunca pensarías que saldrían a la luz ahora están en una exposición. 'La EII desde otra mirada' es el trabajo de Francisco S. Fernández, que muestra en 32 fotografías el cariño de un trabajador del SICAU (Servicio de Información, Conserjería y Atención al Usuario) a la Escuela de Ingenierías Industriales, el edificio que le ha visto crecer en este oficio.
El nombre del proyecto invita a trabajadores y estudiantes a no dejar de admirar el edificio, aunque lo vean cada día, recordándoles que la rutina no borra su valor «Es el cariño y aprecio que le tengo a un centro en el que llevo tanto tiempo», recalca el trabajador.
Francisco S. Fernández también es licenciado en Biología. Todas estas versiones forman su persona, pero recapitulemos al principio. Se licenció en 1989 y, apenas un año después, se presentó a las oposiciones para trabajar en la universidad. Este año recibe el reconocimiento a sus 25 años de dedicación a la institución. «La biología me gusta, pero no la echo de menos. Esto es un trabajo que me llena», comenta el protagonista.
En 2021 abre una cuenta de Instagram para llenarla de todo tipo de fotografías: desde un viaje con amigos a las paredes que le ven trabajar 8 horas al día. Un día decide imprimir un libro con esas imágenes publicadas y darlo como obsequio al nuevo equipo directivo de la facultad. «Con esto hay que montar una exposición», comentaron los compañeros de Fernández nada más recibirlo. A los pocos días, una muestra de 32 fotografías de ese libro posaba en la Escuela de Ingenierías Industriales. «Yo siempre le decía a mi compañera María ¿te imaginas que algún día estas fotos están colgadas en la escuela?», recuerda con orgullo el fotógrafo de la exposición.
¿Qué será lo más duro de montar una exposición? ¿Escoger las imágenes? ¿exponerlas a juicio de los demás? Para Fernández, lo peor es la exposición, pero la de uno mismo, admite que es «una persona tímida». A pesar de ser una persona callada, está dando mucho de qué hablar.
El estilo de las imágenes es difícil de concretar. El autor de la exposición explica que se adapta a lo que «la foto le pide», sin encasillarse en un género fotográfico. Solo hay un elemento en común: todas están realizadas con su teléfono. Nada de cámaras. Aún así, admite que sabe que la calidad podría aumentar, pero prefiere seguir «con la esencia».
No todo lleva su sello personal, confiesa entre risas que los nombres de 6 de las 32 imágenes de la exposición fueron elegidos por alumnos de la facultad. Eso sí, de «una forma muy democrática». A través de redes sociales, el nombre más votado por los seguidores era elegido para las imágenes seleccionadas. El trabajador añade que también «era una forma de hacer partícipes a los universitarios en su proyecto».
En 2009 aterrizó en este centro sin imaginar que le esperaban desafíos que irían mucho más allá del trabajo. En ese momento, dejaba atrás el centro de El Ejido, pero ahora ya no quiere más cambios. Nunca se sabe que nos puede deparar el futuro, pero él solo quiere seguir echando fotos con su móvil. «Lo más importante es seguir disfrutando. Si viene algo más, bienvenido», concluye el protagonista. Todo esto es un regalo inesperado.
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Borja Crespo
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