Dos de las voluntarias en el supermercado de Camino de San Rafael Cristina Jiménez

«Representamos a las 47.000 personas que no tienen para comer»

Los alumnos de la UMA acudieron a la llamada de Bancosol para la Gran Recogida previa a la Navidad

Cristina Jiménez

Martes, 28 de noviembre 2023, 11:28

Nada más entrar por la puerta del supermercado se les ve por el pasillo de las cajas. Los chalecos amarillos resaltan entre la multitud que pasa por allí como un día normal para hacer la compra, pero para los voluntarios de la UMA no es ... un día cualquiera. Una sonrisa de oreja a oreja recorre sus caras, llevan desde las 9 de la mañana en marcha y les queda una larga jornada. Con motivación y energía están preparados para cumplir con su objetivo.

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Para muchos es su primera cita como voluntarios, no saben a lo que se van a enfrentar, pero sí tienen clara su función. Organizados en torno a unos doce establecimientos, están ahí para informar a la gente de la Gran Recogida de alimentos que organiza Bancosol, con ella quieren ayudar a las 47.000 personas que no pueden permitirse comprar alimentos que son básicos.

Manuel Cruz es uno de los coordinadores del equipo de voluntarios, comenta que «en los últimos años hay un número muy doloroso, pues cerca de 14.000 menores son atendidos por el banco de alimentos». Por las calles de Málaga la Navidad ya está muy presente, pero con ella las situaciones de pobreza son más notables. Las comidas con familias o amigos para muchos se quedan en un sueño, por esta razón algunos de los voluntarios decidieron formar parte de la gran recogida. «Se acercan fechas muy señaladas, ellos no tienen para comer o para comprar algo», explica Celia López, una voluntaria.

La labor de todos los estudiantes era esencial para poder llevar a cabo la campaña, ellos se encargaron de informar a todo el que pasaba por el supermercado para hacer la compra de la semana, teniendo como base «no juzgar y chantajear». El discurso era claro: «Venimos a informar», comenta Mara Díaz, otra voluntaria. Para ellos era todo un reto, tras hablar con los compradores, estos se dirigían a la caja, al principio de la jornada los voluntarios se ponían nerviosos por saber si habían conseguido que esa persona donara su granito de arena, los observaban expectantes, pero lo hicieran o no, para los jóvenes del chaleco amarillo era muy gratificante sentir que al menos lo estaban intentando. «Se te ponen los pelos de punta cuando la gente dona algo, es mucha intensidad emocional», recalca Maika Navarro.

Sergio Cañizares es otro de los coordinadores de la UMA, él además insiste en que es muy importante que todo el mundo forme parte de esta iniciativa, porque «te hace tener otras perspectivas, salir de tu zona de confort y conocer las situaciones de la gente», explica.

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Sin duda, la conclusión a la que han llegado todos los estudiantes, tras las dos jornadas, es que el mundo se compone de una sociedad en la que «nos necesitamos unos a otros», y por eso cuentan cómo ha sido su experiencia y por qué decidieron formar parte de la Gran Recogida.

«Quiero ayudar a la gente que está viviendo situaciones difíciles»

Olga Atienza

Olga Atienza estudia Relaciones Laborales y Recursos Humanos y no era la primera vez que se vestía con el chaleco de voluntaria. Anteriormente ha colaborado con otros voluntariados, porque como ella cuenta «me gusta ayudar a la gente que se encuentra en situaciones difíciles, empatizo con ellos y ayudo en las recogidas».

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Sergio Cañizares es uno de los organizadores de esta recogida, él recibió a las dos voluntarias del Lidel de Camino de San Rafael para darles sus primeras indicaciones y ánimos. Cañizares insiste en que además de ser una actividad que forma a los estudiantes y les permite abrir los ojos, tiene efectos académicos, es decir, que «cada 25 horas que los alumnos le dediquen al voluntariado se les recompensa con un crédito optativo».

Ante esto, Olga Atienza explica que «poder conseguir créditos con una buena causa siempre es bueno, y más para los universitarios, esto hará que muchos quieran colaborar».

Atienza llegó a las nueve de la mañana al Lidel de Camino de San Rafael, nerviosa por empezar con su labor, se situó junto con su compañera Carla Castillo frente a las cajas para intentar conseguir donaciones. «Hay gente que no puede permitirse alimentos básicos en navidad, y eso se nota, necesitan ayuda», recalca ella. Empatiza con todas estas situaciones y quiere seguir formando parte del voluntariado de la UMA más adelante, para así, luchar contra la pobreza.

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Manuel Cruz, otro de los coordinadores del equipo de voluntarios junto a Cañizares, menciona que antes de comenzar con la experiencia les dejó claro a todos los estudiantes que «estos dos días de trabajo les servirá para conocer e involucrarse en diferentes aspectos de la vida malagueña». Cuando termine el día y los supermercados cierren la puerta, Cruz cuenta que «saldrán orgullosos de su trabajo y se quedarán con todo lo que les hay sorprendido, para bien o para mal»

Atienza, gracias a toda la formación del equipo coordinador, se ha dado cuenta de que hay muchos eventos que se organizan en la capital, reclaca que «es una gran oportunidad para que los alumnos nos acerquemos y conozcamos más sobre estas entidades».

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«Quiero colaborar con los más necesitados»

Carla Castillo

Carla Castillo estudia Marketing y tiene su discurso muy claro: «Estoy aquí para ayudar». Para ella era la primera vez que formaba parte de un equipo de voluntarios y admite que le hubiera gustado hacerlo antes, pero cuenta que «no sabía que la UMA tenía un equipo de colaboración formado por estudiantes», una iniciativa que le sorprendió.

Al igual que su compañera del supermercado de Camino de San Rafael, ella charló con la gente para intentar conseguir, al menos, la donación mínima de un euro. Para ella fue esencial saber que «la gente ayuda con lo que puede, hay que entender que te digan que no». Para ellas, y el resto de voluntarios, era esencial comentarle a todos los compradores que la recogida no consistía en llevar productos o paquetes de alimentos, en esta ocasión, para una mejor organización las donaciones eran en base a un importe monetario. «De esta forma, desde Bancosol pueden repartir mejor los productos que se compren con el dinero recaudado», explican los coordinadores.

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Todo esto es un trabajo en equipo, desde la organización dan mucha importancia a la labor conjunta de los estudiantes con el granito de arena que la gente puede dar, que como menciona Castillo «se ponen en lugar de los demás».

«No es lo normal en mi vida, estoy saliendo de mi zona de confort»

Ana Ágora

 

Ana Ágora siempre está atenta al correo, algo que a muchos les sorprenderá, gracias a ello recibió una notificación de la UMA, en el asunto se leyó claramente «se organiza la Gran Recogida de alimentos de Bancosol»; tras leer este mensaje lo tuvo más que claro, no dudó en apuntarse a esta gran cita. El texto del correo era corto y conciso, lo que le llevó a pensar: «no estaría mal ayudar un poco, creo que es importante concienciar al mundo de que hay gente que lo está pasando mal», recuerda Ágora.

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Además de que para ella es una importante labor, esta experiencia «me permitió salir de mi zona de confort», nunca antes se atrevió a salir a la calle para dialogar con la gente en público, explica que «no es lo normal en mi vida, hablar con las personas es algo que me cuesta».

Ella estudia Ingeniería de la Salud y con este experiencia cree que «podré ayudas a los más necesitados, pero también abrir mi mente y valorar ciertas cosas de la vida que antes no». En el Eroski del Centro Comercial Larios se ha dado cuenta de que la Gran Recogida, para los voluntarios, no solo tiene un trasfondo social, te ayuda a formarte más allá de lo que estudias en tu carrera. Su idea es seguir con el voluntariado de la UMA más adelante, no le ha hecho falta estar una semana en el Centro Comercial Larios para darse cuenta de que hay muchos perfiles diferentes de personas, quiere seguir descubriendo nuevas perspectivas y, como ella misma recalca, «salir más de mi zona de confort y de mi rutina».

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«Ahora somos estudiantes pero no sabemos dónde estaremos en un futuro»

Celia López

 

Celia López nunca se ha puesto en el papel de voluntaria, pero recibió el famoso correo de la UMA y semanas después estaba en el Carrefour de la Rosaleda vestida con el chaleco amarillo, con esta experiencia ha abierto los ojos. «Me he dado cuenta del verdadero trabajo que implica ser voluntario y que realmente es algo que importa», recalca López. Con un «buenos días» y un poco de información intentaba que la gente llegara a la caja para decirle a la dependienta «quiero ayudar».

Estudia un doble Grado de Traducción y Turismo y vestirse con los colores amarillos marcará el resto de su vida y de su forma de pensar. «Me ha ayudado a darme cuenta de que ahora somos estudiantes, pero en el futuro nos podemos vernos en esta difícil situación», cuenta. Está de acuerdo con la visión que comparten otros voluntarios de que con la llegada de la Navidad mucha gente no tiene para comer y por ello cree que «hace falta hacer esta recogida ahora». Espera colaborar más veces.

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«Es una labor agotadora pero a la vez muy gratificante»

Yassir Homrani

Yassir Homrani lo tiene claro, su misión es informar a todo el que llega al supermercado, cuenta que «hablo con la gente para decirles que esta labor no es solo Bancosol, representa a 47.000 personas que no tienen recursos, entre los que destacan 14.000 menores». Es su primera vez como voluntario y su lugar de trabajo es en el Carrefour de la Rosaleda, junto con Celia López, él cree que todo este tipo de iniciativas aportan bienestar y calidad a la sociedad y además cubren necesidades básicas, valores que según cuenta «se están perdiendo entre los más jóvenes».

Desde la organización de voluntarios de la UMA han querido impulsar que los universitarios formen parte de estas colaboraciones para aportar juventud y motivación, Homrani estudia Finanzas y Contabilidad y está de acuerdo con ello. «Yo creo que aportar bienestar a la sociedad es esencial, si los estudiantes podemos contribuir a ello yo quiero formar parte».

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Yassir Homrani tiene un discurso más que claro para cuando se acerca para hablar con las personas: «Les digo que esta ayuda va para familias que tienen que decidir entre vivir bajo un techo o comer, todos podemos contribuir a que no tengan que decidir». También le da mucha importancia a la fiabilidad, para que la gente se sienta segura cuando haga su donación. Homrani les explica que: «la asociación pasa por tres auditorías contables al año, por lo que intentamos transmitir que el 100% de lo recaudado llega a estas familias con dificultades».

Llevo poco tiempo como voluntario, menciona que por ahora está siendo una labor «un poco agotadora», pero para él está siendo «una experiencia gratificante» y quiere seguir dentro del equipo de voluntarios. El coordinador Sergio Cañizares insta a que todos los estudiantes se animen a colaborar, porque es una actividad que como él comenta «te permite formarte en aspecto más sociales, como el solidario, participativo, cooperativo y en especial en el crecimiento personal». Para muchos alumnos también les sirve para poner en práctica muchos de los conocimientos que adquieren en sus carreras.

«Con que la gente se parase a escucharme me bastaba »

Mara Díaz

 

Le gusta colaborar con todo tipo de iniciativas y la rama más social de su carrera es la base de su motivación. Mara Díaz estudia Psicología y cree que «todos podemos fomentar y colaborar con la causa». Durante mucho tiempo ella veía en los supermercados y a través de las redes sociales las diversas campañas de recogidas, en su cabeza siempre rondaba el sentimiento de poder formar parte de ello y convertirse, como ella explica en «esa persona que coge el paquete de arroz o el de leche para dárselo a los más necesitados», este año llegó su oportunidad. Para muchos ver un paquete de legumbres en el armario de su casa es algo normal, para otros, como cuenta Mara Día «es una alegría, les da energía para seguir con su lucha».

Una experiencia que va a enriquecer a todos los voluntarios a nivel de competencias y habilidades sociales y discursivas. «Me hacía mucha ilusión cuando simplemente se paran a escuchar», cuenta Díaz. El Hipercor de Avenida de Andalucía se convirtió en su lugar de trabajo, estableció una estrategia clara para intentar hablar con el mayor número de personas, explica que le gustaba decir: «hola, solo vengo a informar», de esta forma, conseguía que la gente donara o no, al menos se quedara con el objetivo que la Gran Recogida tenía, dar voz a esas 47.000 personas desamparadas.

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Toda la gente que salía por la puerta de los comercios con una pegatina de «yo soy solidario», reflejaba su aportación con la causa, se iban a sus casas con la compra hecha y una sonrisa dibujada de oreja a oreja.

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