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Alejandro Rodríguez Gómez, director de la Facultad de Industriales. A. C.
Radiografía de Industriales a través de su decano

Radiografía de Industriales a través de su decano

Alejandro Rodríguez Gómez, actual director de la facultad, analiza algunos de los aspectos más controvertidos del centro que dirige

Antonio Contreras

Málaga

Martes, 31 de octubre 2023, 10:02

Alejandro Rodríguez Gómez lleva en el cargo de director de la Escuela de Ingenierías Industriales desde finales de 2016, año en el que se unifican las escuelas Politécnica Superior e Industriales. Un cargo que, según considera, es un puesto «de servicio» por encima de todo. «Es sacrificado», reconoce, aunque también «un honor». Después de más de siete años en el timón, Rodríguez conoce la facultad hasta sus mismísimas entrañas. En su mente se dibuja un mapa que recoge cada rincón del edificio con total fidelidad, con todas sus virtudes, pero también con todos sus problemas.

El número de mujeres estudiantes en el curso anterior, a falta de datos del curso actual, «que serán muy parecidos», agrega Rodríguez, son de un 26% de chicas frente a un 74% de chicos.

Estos datos, si bien aún se mantienen alejados de la paridad, suponen, en realidad, un avance paulatino en la inserción de la mujer en estas ramas. Rodríguez recuerda que estos porcentajes eran mucho peores cuando él estudiaba. «No te sé decir datos exactos, pero cuando yo realicé mis estudios de ingeniería el porcentaje de mujeres en mi clase rondaría el 10 por ciento».

Las razones que explican este bajo porcentaje de mujeres dentro de las ingenierías son complejas y, según Rodríguez, encuentran sus raíces en el pasado. «Es bastante complejo, pero creo que se debe a cuestiones principalmente históricas. Estamos hablando de una profesión que tiene más de 150 años y que en sus inicios se consideraba de hombres».

«Es cierto que desde hace unos cuarenta años se empieza a incorporar la mujer a la profesión de ingeniería», aclara Rodríguez. Y es que estamos ante un proceso que, según las cifras, es lento, nada que ocurra de la noche a la mañana, aunque Rodríguez se muestra optimista. «Nos gustaría correr más, pero estoy seguro de que se alcanzará la igualdad antes o después».

Carreras de género

Para intentar acelerar ese equilibrio la Facultad de Industriales tiene planificadas una serie de actividades que doten de cierta celeridad al proceso, como el campus organizado por las tres escuelas de ingeniería de la Universidad de Málaga dirigido a chicas de entre 12 y 16 años. «En cada escuela hacemos este campus, de unas 25 chicas por escuela en etapas preuniversitarias. Lo que se busca es mostrar, a través de distintas actividades relacionadas con la ingeniería, en qué consisten estas carreras. Mostrarles a través de una ventana que esto también les puede gustar», declara Rodríguez.

Para el actual director de la Escuela de Ingenierías Industriales, la concepción de que existan profesiones ligadas al género es cosa del pasado. «Yo creo que la juventud de hoy ya no entiende que existan profesiones que no puedan realizar por el mero hecho de ser chicas. Creo que es una mentalidad que ha quedado totalmente desfasada, por lo menos con las jóvenes, que no tienen ninguna clase de limitación», razona Rodríguez.

Otro de los grandes problemas que pueden ralentizar este cambio es, según Rodríguez, la falta de referentes mujeres dentro del sector. «Esto se debe más a un histórico que a otra cosa. La falta de referentes mujeres ya se va perdiendo. Dentro de las acciones que hemos hecho está, por ejemplo, una jornada que realizamos junto con Ingeniería Mecánica sobre la mujer dentro del ámbito ferroviario, al que acudieron distintas mujeres ingenieras con altos cargos en empresas ferroviarias».

Además, aclara que los números hablan del porcentaje de mujeres dentro de la facultad y no de los distintos grados impartidos, dentro de los cuales ya se ha alcanzado la paridad en alguno de ellos. «Por ejemplo, en Ingeniería en Diseño Industrial y Desarrollo del Producto tenemos más chicas que chicos, concretamente un 56 por ciento de mujeres frente a un 44 por ciento de hombres», sentencia Rodríguez.

Falta de espacio

«Somos el centro con más estudiantes dentro de la Universidad de Málaga, más de 4.000 estudiantes, con todo lo que esto implica», sentencia Rodríguez. En primera instancia, esta situación demanda multitud de profesores para poder cubrir la docencia y que ésta sea de calidad. «Es un tema que nos preocupa enormemente», reconoce el decano.

Además, la falta de espacio se ha convertido en uno de los principales problemas que afronta la facultad. Esto, que a priori podría sonar como asunto menor, afecta en realidad a la calidad de la docencia en multitud de aspectos, como la falta de despachos para realizar tutorías, espacios dedicados a talleres o falta de aulas suficientes (un problema que adolecen más facultades además de la Escuela de Ingenierías Industriales).

«La situación se está degradando en el sentido de que los profesores no tienen un espacio digno en muchos casos para poder desarrollar su actividad docente e investigadora desde el punto de vista de atender a los estudiantes en tutoría, de poder investigar en sus despachos». Esta falta de espacio hace que, por ejemplo, los despachos, que en un principio se diseñaron como dependencias individuales (y por lo tanto cuentan con un espacio menor), se compartan en la actualidad por varios docentes, según declara Rodríguez.

Este es un problema que surge desde el mismo momento en el que se 'finaliza' el edificio que acogería a la facultad, pues, según confiesa Rodríguez, el diseño original contaba con tres plantas en ambas alas del edificio, y no dos plantas en un ala y tres en otra, como se terminó proyectando finalmente. «Cuando nos trasladamos a este edificio allá por 2009 ya teníamos una deficiencia de espacio. Si te fijas, el edificio cuenta con tres plantas salvo en una parte. Esa parte tenía prevista también una planta ahí, pero debido a la crisis en la época en la que se estaba realizando el edificio se tuvieron que abaratar costes, lo que provocó la eliminación de esa planta». Actualmente la facultad no cuenta ni con las competencias ni el presupuesto suficiente para poder sacar adelante una reforma que permita recuperar el diseño inicial.

Los grados de ingeniería se establecen con una duración de cuatro años. La realidad demuestra otra cosa. «Es un problema», admite Rodríguez con cierto retintineo. Se trata de titulaciones que requieren mucho esfuerzo y son muy exigentes con el alumnado. «Se podría decir que estos estudios no están bien dimensionados cuando el estudiante necesita más esfuerzo del que está establecido. Y en esto puede ser que parte de culpa la tengamos los docentes, pero lo cierto es que los estudios de ingeniería vienen marcados por órdenes ministeriales que exigen una determinada formación. Hay formaciones, como la formación en resistencia de materiales, por ejemplo, que antes se impartían a lo largo de un año y ahora se han de dar en un semestre», señala Rodríguez.

Ante esta cuestión, el decano considera que es muy difícil determinar si esta es una buena o mala decisión por parte de las autoridades competentes, aunque confiesa que «introducir al estudiante en una materia en solo un semestre se hace muy difícil».

A esta cuestión hay que añadir que los porcentajes de abandono dentro de estas titulaciones rondan el 25 por ciento, cifras que, según relata Rodríguez, tiene a la dirección y el profesorado realmente preocupados. Este no es un problema que afecte a la Escuela de Ingenierías Industriales en concreto, sino que el resto de las facultades de ingeniería, tanto dentro como fuera del territorio malagueño, reflejan porcentajes de abandono similares, aunque, tal y como dice Rodríguez, «mal de muchos, consuelo de tontos».

Aunque la dirección asume gran parte de la culpa de estos porcentajes, el director de la facultad asegura que existe una clara correlación entre las tasas de abandono y la nota de corte de los estudiantes. «Condiciona bastante que un alumno que podría sacar un 14 como máximo en la nota de corte acabe entrando con un 5. Eso no quiere decir que después, con motivación, estudio y esfuerzo pueda suplirse esa falta de formación previa o hábito de estudio. Pero es indiscutible que aquellas facultades donde la nota de corte queda en un 5 la tasa de abandono es superior que en aquellas donde la nota de corte es muy alta», razona Rodríguez.

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