Olivia Pozo
Martes, 7 de mayo 2024, 10:05
«Todo esto tiene una doble vertiente, me han concedido todo lo que he pedido, pero ahora tengo una presión enorme», declara el catedrático de Química Inorgánica, Miguel Ángel García Aranda, mientras sube las escaleras antes de empezar la entrevista con este periódico. El motivo de su presión: es el primer científico de la Universidad de Málaga en conseguir una ERC Advanced Grant. Una de las ayudas más prestigiosas de la Comisión Europea que permiten a los investigadores reconocidos como excepcionales realizar sus proyectos.
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Para poner en contexto, Miguel Ángel García fue uno de los 1.829 solicitantes que presentó su proyecto. De estos, solo 255 han sido finalmente financiados, donde se encuentran 14 proyectos españoles. «He estado nueve años preparándome», expresa García Aranda. Para poder exponer la propuesta hay que tener un currículum excepcional, enfrentarse a un nivel altamente competitivo y tener una idea disruptiva.
La positividad y constancia de Miguel Ángel García es lo que le ha llevado a donde está. Y a pesar de no hacer la carrera que quería y otros obstáculos que la vida le ha ido poniendo en su camino, el malagueño nacido en Cártama ha logrado convencer al tribunal evaluador de que es merecedor de 2,5 millones de euros para avanzar en el desarrollo de un cemento sostenible con baja huella de carbono.
–¿Qué cualidades hay que tener para conseguir una ERC Advanced Grant?
–Primero hay que entender que se trata de un proyecto muy competitivo de la Unión Europea. Por un lado tienes que tener un currículum excepcional y subir la convocatoria con charlas, publicaciones u otros méritos, es decir, que tengas un conjunto de indicadores. Y por otro lado, hay que tener un proyecto de investigación rompedor. Pero no vale una cosa o la otra, hay que tener los dos factores. Puede haber gente joven que tenga un proyecto de investigación muy bueno, pero tienes que haber demostrado que eres capaz de manejar un grupo y ser líder.
–¿Cuántos intentos hay detrás de este logro?
–Cuando me planteé presentarme sabía que tenía un currículo aceptable pero tenía que mejorar. Entonces en 2015 estuve mejorando un poquito mi currículum y por otro lado perfilé la investigación. Y fue en 2019 cuando me presenté a la convocatoria y me dijeron que no era lo suficientemente bueno y cuáles eran mis debilidades. Así que tenía dos opciones: cancelar otro posible intento o seguir mejorando. Me volví a presentar a los dos años, en 2021, y me dijeron que era un poquito mejor pero que no pasaba siquiera el primer corte. De modo que me volví a exponer en 2023 y ahí me llevé la sorpresa cuando en noviembre me dijeron que había pasado el primer corte, lo que significa que ya te puedes presentar cada año.
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–¿Cómo fue la preparación para el siguiente corte?
–Una vez llegado el momento tenía que dar un seminario de cinco minutos, 300 segundos, para defender que eres merecedor de 2,5 millones de euros. En ese tiempo tenía que responder a las preguntas que me hiciese el panel evaluador, así que estuve tres meses preparándome. Ahí me han ayudado mucho la Universidad de Málaga y la Fundación de España de Ciencia y Tecnología. Hice un borrador del seminario y me dijeron que era una basura, entonces tuve preparadores pagados por la oficina, otros pagados por la UMA. Ellos me fueron guiando y tuve que cambiarlo muchísimo, pero también mejoró muchísimo. Le he podido dedicar más de 400 horas de trabajo para elaborar 300 segundos.
–¿Cómo se organizan y preparan las preguntas del tribunal evaluador?
–No sabes qué preguntas te harán, así que me estudié 85 preguntas con mis respuestas. Y tienes 25 minutos para convencer al tribunal de que vengan a Málaga 2,5 millones de euros. Yo pienso que de las 11 preguntas que me hicieron, contesté bien a 10. Y de las 85 que me había preparado solo me hicieron tres.
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–¿Cómo afecta esta subvención en la contratación de personal y durante cuántos años es?
–La financiación es para cinco años. En cuanto al equipo, era de nueve personas y ahora con la financiación voy a contratar siete personas más. Tres estudiantes de doctorado, tres investigadores postdoctorados a tiempo completo y un técnico de gestión, ya que esto va a llevar mucha administración. Por lo que vamos a ser 18 personas muy competitivas a nivel internacional en este proyecto.
–Su proyecto investiga la posibilidad de un cemento sostenible. ¿Cuáles son los factores contaminantes del actual?
–El cemento Portland, que es el común, se hace calcinando una materia prima con yeso en el horno. Este tipo emite muchísimo calor y es evitable en parte e inevitable en otra. Es evitable porque una parte viene de calentar a 1500ºC y emite mucho CO2. En un futuro si tenemos energía renovable barata se podrá tener hidrógeno gris o algún tipo de calentamiento que caliente emitiendo poco dióxido de carbono.
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–¿Cuál es la parte inevitable?
–El cemento Portland es el mejor después de 200 años. Y la caliza en alta temperatura emite CO2 químico, eso no se puede cambiar. Eso sí, el cemento es el responsable del 8% de las emisiones de CO2 que hace la sociedad antropogénica. Para hacer una comparación, el dióxido de carbono que emiten toda la movilidad colectiva, barcos y aviones es del 6%.
–¿En qué objetivo se centra su propuesta? ¿Cómo bajamos la huella de carbono?
–La huella de carbono está en todos lados y lo que queremos es disminuirla. Entonces, lo que podemos hacer es reemplazar el 50% del cemento Portland por otro tipo de componentes. ¿Dónde está la complicación? Que este cemento sostenible endurece más lento, es decir si el normal tarda un día, este necesita dos o tres días para alcanzar la misma resistencia. Y claro, la economía no quiere un material nuevo que no tenga como mínimo las mismas prestaciones que el antiguo. Y ahí es donde viene mi proyecto, entender el mecanismo de hidratación y endurecimiento de los cementos con baja huella de carbono para acelerarlo y poder quitar el encofrado al mismo tiempo.
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Esto también tiene mucha letra pequeña, tiene que ser competitivo a nivel de interpretación, de mecánica y durabilidad. Las estructuras duran más de 100 años si están bien hechos y estos tienen que dar lugar a lo mismo. Para eso utilizamos una técnica como la de los TAC pero con una escala mayor en detalles.
–¿Por qué cree que el Consejo Europeo consideró que su propuesta era significativamente importante?
–Eso habría que preguntárselo al Comité. Además de por mi preparación, claro está que merece la pena investigar por el cambio climático. Y mejor si aporto un buen pilar para que otra mucha gente siga construyendo. Las ERC son de investigación básica, se producen al año 15 kilómetros cúbicos de hormigón y todo eso se lo echamos al planeta año tras año. Así que estamos ante un problema en el que merece la pena trabajar y disminuirlo.
–¿Cómo ha afectado este reconocimiento a su carrera?
–Es muy pronto para decirlo, pero ahora mismo estoy recibiendo muchas felicitaciones. Hay mucha responsabilidad y presión, pero también hay trabajo y reconocimiento.
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–¿Qué le diría a los estudiantes que están en el camino a ser investigadores?
–Más bien es lo que les digo, ahora tengo clase con ellos y se lo digo en castellano y en inglés. Siempre les digo que hay que centrarse, sé que no es fácil en un mundo con tanta información. Además, hay que ser constante y esforzarse mucho porque la meritocracia está en auge. El problema es que percibo una capa de desmotivación en la juventud. Yo creo que es multifactorial y me ha pasado de dejar plazas vacantes porque no había ningún candidato bien formado. Es muy fácil ponerse excusas y yo siento que esa excusa tiene una arista muy poderosa y que no tiene mucho fundamento.
–¿Qué piensa sobre la situación de los jóvenes investigadores en España?
–Yo entiendo que la investigación y la situación es difícil e incluso algunos se clasifican de precarios. En nuestro grupo la gente cobra aceptable, en la ERC cobran sobre 30.000€. Pero cuando se lo pones fácil a una persona tiende a relajarse; que no significa que haya un problema pero de ahí a que todo el mundo con 28 años quiera tener un trabajo fijo ya. Yo acepto que el sistema no motive, pero esto es la pescadilla que se muerde la cola, como estás frustrado no tienes perspectiva y no te esfuerzas, y como no te esfuerzas no eres mejor. Soy un poco crítico pero hay que romper ese círculo.
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–¿Cree que es importante la movilidad internacional a la hora de aprender?
–La movilidad está muy bien, pero también mi circunstancia me lo permite. Llevo siendo catedrático en Málaga desde 2011. También fui director científico de Sincrotrón ALBA en Barcelona, donde estuve a cargo de un equipo de 70 personas y vicepresidente del consejo European Synchrotron Radiation Facility (ESRF). Asimismo, algunos veranos los paso en la University College de Londres investigando un poquito más. Pero no todo el mundo tiene las mismas posibilidades, de manera que la veo enriquecedora pero no imprescindible.
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