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Fátima Cisneros y Carolina Jiménez posan con algunos ejemplares de la guía en una de las aulas de la Facultad de Derecho. ANABEL NIÑO
Una docencia universitaria más igualitaria también es posible

Una docencia universitaria más igualitaria también es posible

Las profesoras de la Facultad de Derecho, Fátima Cisneros y Carolina Jiménez, crean una guía destinada al profesorado para incorporar de manera efectiva la perspectiva de género en la enseñanza

ANABEL NIÑO

Martes, 14 de febrero 2023, 10:16

El próximo 8 de marzo se conmemorará el quinto aniversario de la primera huelga general feminista que se celebró en España con motivo del Día Internacional de la Mujer. Una jornada que, casi de manera inesperada, marcó un antes y un después en esa lucha por una sociedad más justa e igualitaria, gracias a la unión de millones de personas que aunaron sus voces por las calles de toda la geografía española con un objetivo común, y que desde ese preciso instante lograron que ese día siempre estuviese rodeado de color morado en el calendario.

Y aunque desde ese 8 de marzo de 2018 han sido numerosas las manifestaciones y acciones que se han venido desarrollando en pro de esos derechos e igualdades fundamentales, lo cierto es que todavía queda un largo camino que recorrer y, por desgracia, muchos aspectos por cambiar con el fin de conseguir romper ese aplastante techo de cristal que continúa limitando y frenando el avance de las mujeres en muchos aspectos de su vida. Esos cambios, entre otros muchos lugares, deben de comenzar a producirse dentro del propio sistema educativo, encargado de preparar y formar a los ciudadanos que constituirán a la sociedad del futuro. Y aunque todas las transformaciones, más aún de este calibre, conllevan su tiempo y, por supuesto, no pueden producirse de la noche a la mañana, lo cierto es que esos cambios que pueden parecer pequeños e insignificantes, son capaces de comenzar a prender esa mecha tan necesaria que logre cambiar lo que siempre hemos aceptado como natural.

La Universidad de Málaga es, sin duda, una de las instituciones educativas que más lleva haciendo por la igualdad de género en los últimos años a través de diferentes iniciativas, con el Vicerrectorado de Igualdad, Diversidad y Acción Social a la cabeza. Sin embargo, también es el propio profesorado de la universidad el que cada vez se involucra más con estos temas, como es el caso de Fátima Cisneros y Carolina Jiménez, ambas docentes de la Facultad de Derecho, y que desde el año 2017 llevan trabajando en un proyecto que vio la luz a finales del mes de noviembre del pasado año: una guía de buenas prácticas docentes en género e igualdad. «Lo iniciamos en 2017 con los proyectos de innovación educativa a través de un grupo multidisciplinar de diferentes ramas de las Ciencias Sociales para intentar aplicar la dimensión de género a la docencia universitaria, porque era un espacio que todavía estaba por trabajar», comienza explicando Carolina Jiménez.

No sería hasta dos años más tarde, ya en 2019, cuando comenzaron a realizar un diagnóstico que les permitiese conocer cuál era la situación, qué problemas eran los que existían en materia de género e igualdad y si el alumnado conocía las diferentes herramientas que proporcionaba la UMA para abordar cuestiones como el acoso sexual, todo ello mediante la elaboración de encuestas en las aulas. «Nos sorprendió el desconocimiento por parte de los alumnos, y también que muchos pasaban por una formación universitaria sin haber abordado contenido de género o si lo hacían era como algo anecdótico, no como una perspectiva transversal de las materias», continúa añadiendo Fátima Cisneros.

Deconstruir para construir

Ante los resultados evidenciados gracias a esas encuestas vieron la necesidad de crear una guía que sirviese de ayuda al docente para que, entre otros muchos objetivos, este pudiese conocer y aproximarse más a esa perspectiva de género casi invisible en las materias, además de aprender a formarse como un agente de igualdad dentro del aula. «El objetivo es que el docente lo lea y llegue hasta donde pueda, pero que inicie ese camino que es la deconstrucción, que va a favorecer a crear un clima de más igualdad en clase», destaca Jiménez, quien no se olvida de mencionar a los docentes jóvenes que están por llegar, de quienes espera «no se dejen llevar por la inercia, y que realmente rompan con la tradición de seguir con las prácticas de sus maestros», de forma que puedan implementar esa perspectiva de género en el aula no como «una excepción sino como una normal general».

Para tratar de alcanzar esos objetivos marcados para este proyecto, Jiménez y Cisneros no han estado solas sino que han contado con la ayuda de diferentes profesores de las ramas de las Ciencias Sociales, como Periodismo, Derecho o Criminología, quienes han aportado su granito de arena para crear las más de 70 páginas que componen esta guía, y de las que, como bien afirman, «todos han acabado aprendiendo algo». Asimismo, Fátima Cisneros no se olvida de señalar que dentro del equipo de trabajo también se ha contado con la colaboración de «personas que tienen una posición influyente», como es el caso de Magdalena Martín Martínez, directora de la Escuela de Doctorado con más de 30 años de experiencia como docente universitaria, un aspecto que Cisneros califica como «muy positivo» para esta publicación.

«Nos sorprendió que muchos alumnos se formaban sin haber abordado contenido de género»

La presencia masculina también se encuentra reflejada en esta guía, una cuestión que es igualmente relevante, ya que como bien explican Cisneros y Jiménez, tanto hombres como mujeres pueden estudiar el género, aplicar la dimensión del mismo y, por supuesto, promoverlo: «Se fomentan mucho esas nuevas identidades, esas nuevas masculinidades, y que sean los hombres quienes también proyecten esa imagen hacia otros hombres, es muy importante», destaca Jiménez. Y es que, como bien subraya su compañera Cisneros, trabajar para acabar con el machismo e introducir una perspectiva de género en los diferentes aspectos de nuestro día a día «no es solamente una cuestión que preocupe al sexo femenino», aunque muchas veces se vincule inevitablemente, sino que debe de preocupar «a toda la sociedad». Porque, aunque nuestra sociedad va mostrando ciertos cambios en determinadas actitudes, lo cierto es que el machismo continúa siendo una parte intrínseca del conjunto de la población, y este, por desgracia, se sigue manifestando dentro del aula a través de unas malas prácticas docentes que, en ocasiones, casi que pueden realizarse por inercia al tener tan normalizadas y naturalizadas ciertas conductas.

«Al final es un reflejo de la sociedad. Los micromachismos están a la orden del día y la gente no se da cuenta de cuántos pueden llegar a utilizar. En una clase eres el altavoz de muchas personas jóvenes, y lo que nosotras reivindicamos es que el docente universitario se forme en temas de género porque esos comportamientos que están naturalizados, al final acaban teniendo un reflejo y un efecto», describe Carolina Jiménez.

Buenas prácticas docentes

Es por ello que la existencia de este tipo de guías enfocadas al docente se hacen tan sumamente necesarias dentro del ámbito universitario, que no deja de ser el espacio en el que se está educando y moldeando a los futuros profesionales que conformarán la sociedad del mañana, por lo que la labor de un docente bien preparado en materia de género e igualdad se vuelve fundamental para romper con viejos hábitos del pasado que siguen vigentes en la actualidad. «Es cierto que quizás ya no identificamos esos comportamientos machistas de una manera tan evidente, pero sí que se muestran esos micromachismos que son casi más peligrosos porque no nos damos cuenta de ellos y seguimos creyendo que estamos en unas cuotas de igualdad y de eliminación de estereotipos machistas, pero realmente no es así», explica Cisneros.

A esto, también se le unen otras piedras en el camino por parte no solo del profesorado sino también del estudiantado, como es la catalogación negativa de la dimensión de género, a la que muchos ven como una posible amenaza que viene a «quitar algo que es nuestro, que es verdad, viene a quitar esos privilegios del machismo», sentencia Jiménez, quien continúa recalcando cómo ese desconocimiento por parte de este sector de la sociedad empuja a crear una beligerancia activa contra los estudios de género, que lo único que tratan es «de volver a equilibrar una balanza que ha estado desequilibrada demasiado tiempo».

«Los estudios de género tratan de nivelar una balanza que ha estado desequilibrada demasiado tiempo»

Y precisamente para volver a nivelar esa balanza, esta guía presenta un total de tres bloques en los que se tratan desde la propia definición de lo que es una buena práctica docente en género e igualdad, que como bien detalla Fátima Cisneros, va más allá de «presentar un contenido anecdótico dentro del temario, sino incorporar de pleno el género de una manera transversal en la programación docente», hasta la identificación de los distintos ámbitos de la labor docente en la que aplicar estas buenas prácticas. Entre ellas se encuentran las dinámicas de trabajo en clase, el lenguaje empleado, cómo reaccionar ante comportamientos machistas en el aula o cómo el propio docente se forma como un agente de igualdad dentro del aula, para lo que se hace necesario conocer todos los instrumentos y herramientas de las que está dotada la universidad.

«Con este trabajo esperamos que quienes se incorporan a la carrera académica y a la docencia universitaria sepan que existe una guía, y que por lo menos les permita ponerse frente a una mala práctica docente y se analicen. Quizás llegará un momento en el que la situación se empiece a revertir, y que un comportamiento machista en el aula empiece a ser ya la excepción y que quienes queramos incorporar la perspectiva de género seamos el grupo minoritario». Tal vez, y solo tal vez, de esta forma el 8 de marzo pueda dejar de ser un día de lucha en el calendario para convertirse en uno de pura celebración por todo lo conseguido.

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