La carrera docente en la UMA, un premio más a la constancia que a la excelencia

Aunque conseguir un puesto de profesor requiere años de actividad académica, el sistemade ascensos valora más la cantidad que la calidad y parece estar creado ex profeso para ello

Amanda Salazar

Domingo, 28 de septiembre 2014, 15:25

La universidad tiene como uno de sus cometidos fundamentales preparar a los ciudadanos del futuro para enfrentarse a un mundo profesional en constante evolución. La institución académica también se ha adaptado a los nuevos tiempos, y la Universidad de Málaga (UMA) no es ajena a este progreso. En sus 40 años de historia ha pasado de 2.230 alumnos y 203 profesores en su primer curso 1972/73 a casi 40.000 estudiantes, 2.500 docentes y 1.700 empleados de administración y servicios el pasado curso. Hoy por hoy cuenta con 18 centros propios, más de 60 titulaciones de Grado, ha vivido su incorporación al Plan Bolonia y ha impulsado el Campus de Excelencia Andalucía Tech.

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Frente a toda esta transformación, hay otras cosas en las universidades españolas que permanecen invariables desde hace décadas. Pese a que la institución académica promueve entre sus muros el espíritu crítico de los estudiantes, es mucho más reacia a hacer autoanálisis y cuestionar aspectos que parecen haber caído en un inmovilismo tácito, como es el modo de acceso a la docencia, que tiende a que sean los docentes que se forman en sus propias filas los que asciendan. Y las pocas voces que desde dentro de la UMA se atreven a opinar, prefieren permanecer en el anonimato, como si decir que el procedimiento para ser profesor universitario tiene sus imperfecciones no pudiese ser objeto de debate.

Las dudas vertidas el pasado día 18 desde este periódico sobre la última convocatoria de empleo público para cinco plazas de profesor titular en la UMA han despertado una tempestad de reacciones en las redes sociales, los pasillos e incluso en los despachos de las facultades. En algunos casos, dan la razón al argumento de que la endogamia sigue enfermando el campus, con un procedimiento en el que las plazas se hacen diseñadas para el candidato local, y a que escalar en la carrera docente depende en cierta medida de una red clientelar en los departamentos ya que, si no se cuenta con el apoyo de sus responsables, dificilmente se puede progresar.

En otros, recuerdan que el camino para convertirse en profesor titular es largo y duro, que las facultades cuentan con excelentes profesionales que dan lo mejor de sí a pesar de tener muchos de ellos contratos precarios, y que deben demostrar su valía constantemente con una doble vía de control con acreditaciones externas y una comisión de selección.

Pese a que desde la UMA indican que el proceso de selección de los aspirantes a las cinco plazas ha seguido la más estricta legalidad, el caso desvela un modo de acceso a la docencia que, como mínimo, cuenta con unas reglas del juego difíciles de comprender para el común de los mortales. Según las fuentes consultadas, no es raro que las convocatorias se hagan con unos requisitos a la medida de algún aspirante local que ya da clases en la UMA en una categoría inferior puesto que, por ejemplo, el propio convenio colectivo del PDI con contrato laboral de las universidades públicas andaluzas recoge que la universidad «debe realizar, al menos, una convocatoria anual de plazas de promoción», que «posibilite promocionar» a sus docentes contratados.

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Pero, ¿cómo se accede a la docencia en la UMA? Existen distintos puestos docentes, y para todos ellos debe existir una convocatoria pública. La UMA convoca plazas por necesidad docente aunque esta opción está muy limitada por los recortes o por acuerdos recogidos en el convenio. Aunque también hay atajos establecidos en la estructura, lo normal es pasar por toda una pirámide de cargos. En la cúspide está el catedrático. Según fuentes del Vicerrectorado de Ordenación Académica y Profesorado, la forma más inicial de entrar en un departamento es como alumno, solicitando una beca de colaboración. Estas ayudas, concedidas por el Ministerio de Educación por el expediente académico. Este año, de forma extraordinaria, la UMA ha convocado también 50 becas de iniciación a la investigación para alumnos de Grado y máster.

Esta experiencia ya empieza a contar a la hora de partir con una puntuación más ventajosa para acceder al puesto de ayudante, el primer escalón de la carrera académica. Estos doctorandos, compatibilizan su formación como docentes con la investigación para la finalización de la tesis.

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La siguiente figura es la de profesor ayudante doctor. A estas plazas se puede acceder de dos formas: directamente desde ayudante, una vez leída la tesis y tras obtener la acreditación exigida de la Agencia Nacional de Evaluación (ANECA) o de la Agencia Andaluza del Conocimiento (AAC), que sustituye a la antigua AGAE; o a través de una convocatoria pública, a la que puede presentarse cualquier doctor con su sello de la ANECA.

El ayudante y profesor ayudante doctor tienen contratos laborales temporales. En ambos casos, la duración máxima son cinco años, pero una persona que sea primero ayudante y luego ayudante doctor no puede estar más de ocho años sin pasar a la siguiente figura. De hecho, si la UMA no convoca plazas, ese contrato tiene que extinguirse y estos profesionales se quedan en la calle.

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Por eso, según explican desde el Vicerrectorado de Profesorado, los docentes ayudantes doctores, una vez que cuentan con esta credencial, pasan directamente a ocupar de forma interina el cargo de profesor contratado doctor. Esto es fruto de un acuerdo a nivel andaluz firmado el año 2012 que trata de «evitar la pérdida de capital humano con alta cualificación» en tanto que el Gobierno mantenga sus restricciones con el 10% de la tasa de reposición.

Al margen de otros puestos de personal laboral con contratos temporales como el de profesor asociado, para profesionales que enseñan y trabajan en el sector público o privado; profesor emérito; profesor sustituto interino; e investigadores adscritos a los programas Juan de la Cierva, y Ramón y Cajal, el siguiente paso para ascender es el de profesor contratado doctor, que ya es un puesto laboral indefinido. Para ello, de nuevo se pide acreditación de la ANECA o de la AAC.

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La tasa de reposicióny sus efectos enla productividad

  • María José Blanca, vicerrectora de Profesorado de la UMA, advierte de los efectos negativos que la tasa de reposición del 10% del Gobierno está teniendo en las plantillas de las universidades. Al limitar la convocatoria de plazas de funcionario este año también la de profesor contratado doctor está obligando a las universidades a contratar de forma temporal más profesores asociados y sustitutos interinos que limitan su vinculación con la UMA a su labor docente, no a la investigación. «Se están jubilando catedráticos que tenían plena capacidad docente e investigadora, lo que afecta a la productividad, que se mide en patentes y transferencia», afirma.

A partir de esta figura, aparecer el cuerpo funcionarial, con el titular de universidad y el catedrático. Para acceder a cada uno de los cargos, hay que pasar de nuevo por la evaluación de la ANECA, con exigencias más rígidas en cada caso. En definitiva, para llegar a catedrático, un docente debe pasar cuatro veces por una evaluación externa, además de enfrentarse a un tribunal en cada nuevo peldaño. Los tribunales tienen una composición determinada en cada uno de los casos, con la oblgación de que haya siempre profesionales externos al propio departamento para garantizar su objetividad. Y por último, debe competir con el currículum de otros aspirantes. Según indican fuentes del Vicerrectorado de Profesorado, aunque no hay plazos preestablecidos, «dado que los méritos requeridos para ascender son cada vez más exigentes», puede tardarse diez años o más en alcanzar un contrato indefinido.

Las entidades de evaluación como la ANECA, por tanto, juegan un papel fundamental. Pero en los últimos tiempos también ha sufrido críticas. La más importante, la del comité de sabios nombrados por el ministro Wert para la reforma de la universidad. Una reforma que, al igual que el informe de esta comisión de expertos, se ha guardado en un cajón.

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Sin embargo, una de sus conclusiones apuntaba a algo que también critican desde dentro algunos cargos de la UMA. En los baremos que evalúan la experiencia investigadora, a través de publicaciones en revistas científicas de relevancia, se mide más la cantidad que la calidad. Así, algunas fuentes consultadas hablan de que «tener más o menos mano» en una revista puede ayudar a incrementar el número de artículos publicados, sin que luego haya forma de verificar que dicho artículo tenga un destacado interés científico.

Del mismo modo, acumular funciones en la gestión, cursos o participaciones en congresos, sirve para engrosar el currículum del aspirante de cara a la ANECA, que en el caso de catedrático puntúa con 55 puntos máximo la actividad investigadora, 35 la docente y profesional y 10 la gestión, pero difícilmente se puede puntuar de este modo la excelencia de un investigador que, por ejemplo, solo publica un gran descubrimiento en una revista científica. De hecho, el comité de sabios plantea un ejemplo significativo: Si Einstein a sus 34 años se hubiese medido con la ANECA, se habría quedado sin acreditación porque nunca le interesó demasiado la actividad docente.

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O bien al contrario; algunas fuentes de la UMA se quejan de que el modelo tampoco está preparado para captar y premiar a los grandes profesores, que tienen el don de transmitir los conocimientos y conectar con el alumnado. Según las fuentes, al premiar más la investigación, la docencia se convierte para muchos en un penoso castigo. Así, también quienes aceptan puestos de responsabilidad en la gestión, se ven «descolgados» de la carrera académica.

María José Blanca, vicerrectora de Profesorado de la UMA, defiende que estas agencias de evaluación cuentan con mecanismos para corregir posibles sesgos y para adecuar las puntuaciones a las distintas áreas de conocimiento, con lo que son al final bastante acertadas y , junto con las comisiones de selección, dan garantías para que los docentes que acceden a los puestos de la UMA sean merecedores de trabajar en la universidad. Aunque, según explica, el método de la ANECA está a punto de cambiar para, precisamente, incluir criterios cualitativos en su método y valorar más los créditos relevantes que la acumulación de microcréditos.

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El famoso comité de sabios de Wert cuestiona además el número de acreditados. Hasta ahora, quien cumple con los requisitos, obtiene su certificado. Estos expertos señalan sin embargo que no puede haber más de 3.000 profesores titulares y casi 2.000 catedráticos acreditados sin plaza. Y plantea que el Gobierno debería limitar cada año estos sellos para que solo se den a los mejores. Blanca, desde la UMA, también opina que se está produciendo un colapso del sistema, que empeora con las limitaciones que impone el Gobierno en la contratación por la tasa de reposición.

Otro aspecto es que, en un organigrama tan rígido, apenas quedan resquicios para incorporar el talento investigador foráneo. Parece más bien que la estructura universitaria está creada ex profeso para premiar más la tenacidad de los docentes que se forman en sus aulas que para atraer la excelencia. Sobra decir que seguro que hay magníficos investigadores y docentes en las facultades que sin duda merecen estar ahí. Pero en la UMA que según el Center for World University Rankings está en el puesto 14 en España y el 519 a nivel mundial hacen falta precisamente nuevas vías para sumar talento.

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