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Un hombre sin corazón y la lucha de su hermana por conocer quién se lo arrebató
Crimen sin resolver

Un hombre sin corazón y la lucha de su hermana por conocer quién se lo arrebató

Se cumplen 20 años del homicidio del vasco que apareció muerto en Suecia sin varios de sus órganos vitales

David S. Olabarri

Domingo, 9 de febrero 2025, 07:02

La última vez que se vio a Miguel Angel Martínez con vida fue en la comisaría de policía de Karlstad, una ciudad sueca ubicada en la orilla norte del lago Vanem. Mes y medio después de su detención por un incidente en el banco Nordea -tenía problemas con su tarjeta y se negaba a marcharse de allí hasta conseguir sacar dinero de su cuenta- su cuerpo apareció flotando en la orilla del fiordo de Lindingö, un barrio de clase alta de Estocolmo, a 310 kilómetros de distancia de Karlstad. Tenía 45 años.

El cadáver de este vizcaíno fue encontrado supuestamente por una ciudadana británica llamada Sara Adams. Lo cierto es que no se sabe nada de esta mujer. Ni su dirección, ni su profesión, ni su documento de identidad aparecían en el atestado que la Policía sueca abrió tras la muerte de Miguel Angel. Sólo figuraba un número de teléfono que, en realidad, era de otra persona.

La incógnita de Sara Adams es sólo la primera de las muchas cosas que no cuadran en la muerte de este vecino de la localidad de Getxo. Luego vendrían muchos más misterios e irregularidades que también detallaremos. Pero hay dos enigmas que siguen atormentando a su familia 20 años después de la muerte de Miguel Angel. ¿Quién le mató? ¿Quién le arrebató el corazón, el páncreas y tres cuartas partes del hígado? Han pasado dos décadas, pero Blanca sigue luchando. Todavía hoy tiene causas abiertas en los juzgados de España y Suecia en busca de respuestas. Ha visto tantas irregularidades, ha recibido tantos portazos institucionales, que es incapaz de pasar página. Esta es la crónica de un hombre sin corazón y de la lucha de su hermana por descubrir la verdad.

Blanca Martínez, hermana de Miguel Angel, sujetando un cartel difundido para la búsqueda de su hermano, en una imagen cedida por ella.

Blanca Martínez, hermana de Miguel Angel, sujetando un cartel difundido para la búsqueda de su hermano, en una imagen cedida por ella.

Blanca Martínez, hermana de Miguel Angel, sujetando un cartel difundido para la búsqueda de su hermano, en una imagen cedida por ella.

Blanca Martínez, hermana de Miguel Angel, sujetando un cartel difundido para la búsqueda de su hermano, en una imagen cedida por ella.

Todo empezó un 28 de abril de 2005. No era la primera vez que Miguel Angel cogía la mochila y se iba de viaje por Europa. Se subió en un tren en Irún y puso rumbo hacia el norte. Pasó por diversos países antes de llegar a Suecia. Estaba muy unido a sus tres hermanos y a sus padres. La última foto que les envió fue en la Torre Eiffel. Todo fue bien hasta julio de 2025.

La última foto que recibe su familia es posando frente a la Torre Eiffel (París, Francia)

La última foto que recibe su familia es posando frente a la Torre Eiffel (París, Francia)

La última foto que recibe su familia es posando frente a la Torre Eiffel (París, Francia)

La última foto que recibe su familia es posando frente a la Torre Eiffel (París, Francia)

Fue entonces cuando los acontecimientos se precipitan. El 1 de julio acudió a la Embajada de España en Estocolmo para pedir ayuda porque tiene problemas con su tarjeta de crédito que le impiden sacar dinero a pesar de que tiene 11.000 euros en su cuenta de la BBK. El hermano de Blanca estaba diagnosticado de esquizofrenia, una enfermedad que tenía «controlada» aunque sufría «bajones» de vez en cuando. «Pero él estaba bien, no iba montando jaleo ni oía voces. Su problema es que no podía dormir», recuerda su familia. Creen que todo esto pudo tener algo que ver con su muerte en la medida en que los que le atacaron -y los que debían investigar lo ocurrido- pensaron que era una persona en situación de exclusión social. Apenas un mes después se produce el incidente en la sucursal bancaria de Karlstad.

En el banco de Karlstad se negaban a darle dinero ya que había perdido su documentación. Miguel Angel se negaba a marcharse hasta conseguir algo de efectivo y acabó detenido y trasladado a comisaría para «ser identificado». Esta es la última vez que se ve con vida al vecino de Getxo. La Policía sueca pide información a la española.

El DNI de Miguel Angel no llegó a las autoridades suecas hasta tres horas después de que fuese puesto en libertad sin cargos, según consta en los documentos oficiales recabados por Blanca y su abogada, Agatha Líbano. Es decir, «se marchó de comisaría sin documentación», insisten.

Apenas mes y medio después, en torno a las tres de la tarde del 22 de septiembre, su cadáver apareció en aguas del fiordo de Lidingö. Es aquí donde comienza una cascada de irregularidades que sorprende a los especialistas en investigación. Además del hecho de que dio el aviso una mujer (Sara Adams) de la que no hay ni rastro, en el levantamiento del cadáver no estuvo presente ninguna autoridad judicial ni forense. Tampoco existen fotografías de Miguel Angel ni del lugar en el que apareció.

Zona donde Sara Evans encontró el cadáver de Miguel Angel, junto al puente que une Estocolmo y Lidingö

Zona donde Sara Evans encontró el cadáver de Miguel Angel, junto al puente que une Estocolmo y Lidingö

Zona donde Sara Evans encontró el cadáver de Miguel Angel, junto al puente que une Estocolmo y Lidingö

Zona donde Sara Evans encontró el cadáver de Miguel Angel, junto al puente que une Estocolmo y Lidingö

La autopsia que le realizaron en el país escandinavo determinó que había muerto ahogado. La Policía sueca cerró el caso como un suicidio. Dijeron que probablemente se habría arrojado de un ferry o de un puente y que presentaba un hematoma compatible con el impacto con el agua. En un primer momento, Miguel Ángel iba a ser enterrado como un «sin nombre». Pero fue identificado más tarde por una enfermera sueca de raíces españolas -Isabela Franco Cereceda- que encontró en sus bolsillos una fotocopia del DNI «doblada y mojada». Tampoco existen fotografías de la autopsia.

¿Cómo llegó esa fotocopia al bolsillo de Miguel Ángel? Blanca está convencida de que alguien se lo puso ahí con posterioridad a su fallecimiento. Entre otras razones, porque la fotocopia que les entregaron junto al resto de pertenencias de su hermano estaba perfectamente conservada, algo materialmente imposible si se tiene en cuenta que el cadáver supuestamente estuvo varias semanas en el agua.

El cadáver estaba en avanzado estado de descomposición. Miguel Angel iba a ser enterrado como un cadáver sin nombre, pero una enfermera, Isabella Franco Cereceda, encontró una fotocopia del DNI del vizcaíno.

La fotocopia que les entregaron, junto al resto de pertenencias, estaba perfectamente conservada, algo físicamente imposible si se tiene en cuenta que el cadáver quizás estuvo varias semanas en el agua.

El cadáver estaba en avanzado estado de descomposición. Miguel Angel iba a ser enterrado como un cadáver sin nombre, pero una enfermera, Isabella Franco Cereceda, encontró una fotocopia del DNI del vizcaíno.

La fotocopia que les entregaron, junto al resto de pertenencias, estaba perfectamente conservada, algo físicamente imposible si se tiene en cuenta que el cadáver quizás estuvo varias semanas en el agua.

El cadáver estaba en avanzado estado de descomposición. Miguel Angel iba a ser enterrado como un cadáver sin nombre, pero una enfermera, Isabella Franco Cereceda, encontró una fotocopia del DNI del vizcaíno.

La fotocopia que les entregaron, junto al resto de pertenencias, estaba perfectamente conservada, algo físicamente imposible si se tiene en cuenta que el cadáver quizás estuvo varias semanas en el agua.

El cadáver estaba en avanzado estado de descomposición. Miguel Angel iba a ser enterrado como un cadáver sin nombre, pero una enfermera, Isabella Franco Cereceda, encontró una fotocopia del DNI del vizcaíno.

La fotocopia que les entregaron, junto al resto de pertenencias, estaba perfectamente conservada, algo físicamente imposible si se tiene en cuenta que el cadáver quizás estuvo varias semanas en el agua.

Comienzan los portazos

La familia recibe el aviso una semana después del fallecimiento. Viajan a Suecia. No les permiten ver el cadáver porque se supone que está en un avanzado estado de descomposición. Les dan una copia del atestado policial. Folio y medio. En sueco. Insisten en que no hay sospechas de delitos.

Blanca y sus padres veían que había cosas que no cuadraban. Se enteran de que en la comisaría en la que se perdió la pista de Miguel Angel había fallecido un par de años antes un indigente. Pero los padres necesitaban pasar página. El vecino de Getxo había vivido varios años en Londres, compaginando varios trabajos. Allí fue muy feliz, sobre todo cuando trabajó como celador en un hospital. Así que decidieron cumplir la voluntad del hijo mayor de la familia y enterrarle en la capital británica.

Todos necesitaban descansar. Pero la legislación británica obliga a realizar una autopsia a los cadáveres que entran en el país. La familia había viajado para despedir a Miguel Angel cuando recibieron una llamada que supuso un giro radical en esta historia. Les dijeron que, al contrario de lo que habían dictaminado los forenses suecos, no se podía determinar la causa de la muerte del vizcaíno ya que no tenía corazón. Tampoco tenía páncreas ni tres cuartas partes del hígado. Y no indican ninguna señal de ahogamiento en los pulmones. Es entonces cuando surgió la sospecha de que a Miguel Angel le pudieron matar para traficar con sus órganos, una hipótesis que algunos forenses han descartado.

La noticia cae como un mazazo. Blanca pide más explicaciones y en enero recibe el informe oficial de la autopsia realizada en Estocolmo. Se trata de cuatro folios, sin fotografías ni documentos adicionales, que insisten en que se trata de una muerte «no violenta».

La familia coteja los informes oficiales con especialistas independientes. Entre otras muchas cosas, les dicen que las lesiones del cadáver no cuadran con la hipótesis de que se haya quitado la vida.

Blanca pide ayuda a todas las instituciones, vascas, españolas y europeas. Son años de lucha. Y se encuentra con numerosos portazos. Esta madre de tres hijos siempre ha censurado la «opacidad« y la »falta de sensibilidad« de la administración de Suecia, un país en »apariencia modélico« en derechos, libertades y transparencia. Pero le duele especialmente el »abandono« de las instituciones vascas y españolas cuando acudió a pedirles ayuda. Al mismo tiempo, empieza a crecer la sospecha de que el cuerpo que enterraron en Londres no sea realmente el de Miguel Angel porque no tienen «ninguna prueba científica». Necesita varios miles de euros para exhumar el cadáver y hacerle un análisis post mortem.

Sin apoyo público, Blanca consigue años después la financiación gracias a una productora internacional de televisión. El acuerdo es que le paganla exhumación a cambio de grabar un documental para Discovery Plus con su caso. En el documental aparecen los forenses suecos insistiendo en que es imposible que no volviesen a introducir los órganos en el cuerpo después de la autopsia. Esta última autopsia, realizada por Aitor Curiel, determinó que el cuerpo enterrado era el de Miguel Angel. Pero también que no falleció ahogado. Es decir, ya estaba muerto cuando le arrojaron al agua.

Desde entonces, Blanca lucha por reabrir el caso porque por fin tiene pruebas de que la muerte de su hermano fue un «homicidio». También quiere que respondan los cargos que no les ayudaron. Hasta el momento todos sus escritos han sido rechazados. Básicamente porque la investigación que se hizo en un primer momento fue una «chapuza». Pero no se rinde. Nunca lo hará.

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