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Son las siete de la mañana de un día cualquiera, ya sea verano o invierno, y los cuidadores de Bioparc cruzan las puertas del parque. ... Cada uno se dirige a su departamento. Para un lado van los cuidadores de aves y mamíferos terrestres, para otro los cuidadores de reptiles y el tercer equipo es el de los peces. En total en torno a 20 profesionales especializados que tienen como principal cometido garantizar que los casi once mil animales de 304 especies distintas, que pueblan este parque zoológico, se encuentren en el mejor estado posible. Es cierto que de ese total de ejemplares, la mayoría son peces (8.455) e invertebrados (2.119), pero también hay 103 mamíferos, 168 aves, 99 reptiles o 51 anfibios.
El equipo de cuidadores más grande es el de zoología, es decir el de las aves y mamíferos, que son 14 personas. Ellos, a su vez. Todos saben hacer un poco de todo, pero algunos de esos trabajadores llevan muchos años tratando con determinadas especies y conocen con detalle cómo deben de relacionarse con ellas.
Javier Vicent es el jefe de cuidadores de Zoología, su trabajo es coordinarlos a todos y explica que la primera tarea que realizan cada mañana es comprobar cómo están los animales y sus hábitats. «Deben mirar que esté todo bien, que no haya habido ninguna pelea entre ellos la noche anterior, limpian las instalaciones y garantizan que la seguridad del perímetro esté intacta, sobre todo que entre las ramas de los árboles no haya riesgo de fuga. Aunque no sea perceptible, todo está pensado para que los animales nunca puedan acceder a la zona de público», explica.
Con todo eso controlado es hora de empezar a pensar en el desayuno. Alimentar a tal cantidad de animales, con dietas muy diversas, no es tarea fácil. Hasta tal punto es así que uno de los cuidadores de Bioparc se dedica en exclusiva a ser cocinero. Él es el que se encarga de controlar durante sus ocho horas de trabajo lo que va a comer cada animal en cada toma. En el caso de los mamíferos, casi todo es carne cruda y vegetales, pero hay que tener en cuenta que unos hacen dos tomas al día y otros llegan hasta cuatro.
Garantizada la limpieza, el alimento y la seguridad toca ir un paso más allá y de alguna manera relacionarse con los animales y hacerlo de la manera más correcta. «Cada animal se comporta de una manera, con los primates tienes que demostrar seguridad y aplomo porque si ven que tienes miedo, se aprovechan y juegan contigo a asustarte. Con los herbívoros, en cambio, tienes que aprender a moverte con cautela, suavemente, no puedes hacer aspavientos, ni sonidos fuertes porque son animales que en estado salvaje son presas y huyen rápido», relata Vicent.
Los primates, en general, están entre los animales que más dedicación necesitan de los cuidadores, al igual que las serpientes, aunque por motivos bien distintos. Las primeras porque necesitan un grado concreto de humedad, una ventilación adecuada, así como una iluminación y una alimentación más compleja. Los primates es simplemente porque son muy listos. «Son muy inteligentes, necesitan darle chispa a la vida, motivaciones psicológicas para mantener su mente despierta y eso lo hacemos tratando de romper su rutina. Por ejemplo les ponemos paquetes cerrados con cosas buenas dentro para que busquen la manera de abrirlos y poder disfrutarlo», detalla el responsable de los cuidadores.
Una de las ramas de trabajo de Bioparc tiene que ver con los programas de cría en cautividad, que se gestionan a través del Programa Europeo de Especies en Peligro (EEP), que busca, como su nombre indica, aumentar la población de especies con pocos ejemplares en la naturaleza y por tanto en riesgo serio de extinción. De las 304 especies que viven en Bioparc, 60 forman parte de programas de conservación, aunque la totalidad están amenazadas en algún nivel.
Bajo esas circunstancias entran y salen de Bioparc numerosos animales, lo cual es un reto para los cuidadores. «Cuando un animal llega nuevo son todo presentaciones. Los primeros días siempre los dejamos tranquilos, conociendo los sonidos, los horarios, haciéndose con el entorno. Y después de esa fase hacemos una presentación visual con el resto de su grupo, siempre con una reja de por medio hasta ver cómo reaccionan. Ellos mismos nos dan las pistas de cómo va todo. En los felinos, por ejemplo, es típico que cuando va todo bien ronroneen o se froten. Un rugido o una patada a la reja significa que hay que esperar», explica Vicent.
De entre las especies que hay en Bioparc, las que se encuentran ante un mayor riesgo de desaparición son los tigres de Sumatra, de los que solo quedan 400 en estado salvaje o los cálaos de las bisayas, que viven en Filipinas y de los que solo hay documentados unos 1.200 ejemplares. Por cierto que esta especie destaca por lo complicada que es su reproducción, ya que hacen la nidificación en agujeros de árboles. Primero el macho comprueba que no hay ningún peligro y después invita a la hembra a entrar. Ella se mete en el agujero con los huevos, lo cierra, y se tira encerrada cinco meses, entre la incubación y la cría, completamente aislada y a expensas de que el macho la alimente por un agujerito.
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