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Voces de la cultura, de dentro y fuera de Málaga, respaldan el manifiesto en defensa de la Casa de María Barrabino que impulsan el arquitecto de Torremolinos, José Ojeda, y el arqueólogo, Miguel Vila. Son, entre otros firmantes, el escritor Guillermo Busutil; la comisaria de arte y gestora cultural Tecla Lumbreras; la responsable de Comunicación del Museo Picasso, Pepa Babot; presidenta de la Confederación Nacional de Guías de España, Almudena Cencerrado; los cantantes Javier Ojeda; el artista Carlos Canal; la intérprete de blues, Suzette Moncrief, cantante; la escritora Nathalie Hadj; el Premio Nacional de Arquitectura, José Morales, o la junta directiva en pleno Instituto de Estudios Urbanos y Sociales.
Este documento está sustentado en un informe en el que, técnicamente y con numerosas imágenes que lo ilustran, se analiza la propuesta ganadora de la licitación abierta por el Ayuntamiento para redactar el proyecto de rehabilitación del edificio. Si bien, como queda claro en el escrito, la intervención prevista es legal, conforme al nivel de protección del inmueble, «no garantiza la conservación de su valor artístico». Esto queda claro con ejemplos «como la desaparición de las pinturas, la demolición de revestimientos exteriores de mortero de cal para instalar un aislamiento, lo que implica la pérdida de molduras y cornisas originales, sustituidas por prefabricados, o la eliminación de suelos interiores de mosaico de gres de Nolla». «Es una obra del mejor arquitecto de Málaga del siglo XIX, Gerónimo Cuervo, autor del teatro Cervantes, y hay que tratarlo con respeto», sentencia.
Ante esta preocupación, el informe, con el respaldo de las firmas conseguidas, servirá de base para solicitar la tutela del Departamento de Conservación del Patrimonio de la Junta y la declaración de Bien de Interés Cultural, anuncia Ojeda, que insiste en que está en juego «un edificio de primer orden».
Ante este movimiento, el equipo de Gobierno deja claro que agradece la iniciativa y sostiene que la obra prevista ni es «amenazante ni destructiva» y que contempla tanto la sustitución «de elementos estructurales inviables de conservar por seguridad» como por «cuidar los detalles que acompañan a la arquitectura original». «El edificio no perderá su composición arquitectónica ni el conjunto de su valor original, pero tampoco continuará con graves problemas estructurales que ha derivado en el colapso de algunos de sus forjados, el desplome de varios de sus techos, el desprendimiento de muchas de sus ahora frágiles molduras y el proceso ruinoso de las plagas de termitas que devoran la estructuras de madera», anuncian. «La rehabilitación del inmueble para su utilización es la mejor manera de poner en valor el conjunto arquitectónico», defienden desde la Administración local torremolinense.
En el pasado Fitur, la alcaldesa, Margarita del Cid, anunció que la casona será un Centro de Interpretación sobre regeneración urbana, cultural y patrimonial, tras su rehabilitación.
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