El equipo de la «Misión Playamar» en plena actividad, con el mini satélite, en forma de lata, en el centro de la mesa de trabajo. J. R. C.

De Torremolinos hasta la troposfera con una «lata»

Cinco alumnos y alumnas del instituto Playamar se suman al reto «Cansat» con el que recogerán datos sobre la calidad del aire gracias a su propio mini satélite

Domingo, 31 de marzo 2024, 09:23

Hay una comedia televisiva, 'The Big Bang Theory', que va de un grupo de jóvenes científicos que trabajan en el Instituto Tecnológico de la soleada California. Son eminencias en la Física o la Astrofísica, a pesar de su corta edad, capaces de afrontar cualquier proyecto. ... Si alguien se anima a reproducir el formato de «sitcom» en Málaga tiene dónde encontrar inspiración, mucho más allá de la Universidad y los centros punteros que pueden venir a la mente.

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En el instituto Playamar de Torremolinos, por ejemplo, hay un grupo de 4º de Secundaria que parece sacado de una teleserie: dos chicas y tres chicos que, sin ser mayores de edad, ya han fabricado un satélite. Su «criatura» será lanzada a un kilómetro de altitud, a bordo de un cohete, hasta la capa de la atmósfera denominada troposfera. Estos «cerebritos», sonríen si se les pregunta sobre sus notas: son de sobresaliente.

Se llaman María Elena Rivas Capitán, Kiara Rodríguez Delgado, Samuel Díaz Guzmán, Álvaro González-Posada Gil y Sergio Larrubia Puente y son los protagonistas de la «Misión Playamar», una aventura en la que la profesora Ana Isabel Moscoso es la mentora y su homólogo Alfonso Lobato, el director técnico. Este equipo es uno de los participantes en el reto «Cansat», vocablo compuesto por las palabras lata y satélite en inglés, una iniciativa de la Agencia Espacial Europea que desafía a estudiantes de todo el Viejo Continente a construir y lanzar un mini satélite. Este aparato, como particularidad, tiene que tener la forma y el volumen de un recipiente de refresco de 33 centilitros. Es decir, debe de contar con sistemas de energía, sensores y comunicación, dentro de un espacio muy reducido, y, además, estar provisto de un paracaídas, puesto que tiene que ser recuperado sano y salvo después de su lanzamiento.

En la imagen superior, Alfonso Lobato, Ana Isabel Moscoso, Kiara Rodríguez, María Rivas, Samuel Díaz, Álvaro González-Posada y Sergio Larrubia posan con el satélite; en el centro, primer plano del paracaídas, tan importante como el resto del dispositivo, ya que permite su recuperación. Sobre estas líneas, el aparato, en forma de lata, lleno de sensores. J. R. C.

«Los profesores nos introdujeron en las distintas materias y, a partir de ahí, nosotros le hemos puesto imaginación», explica María Elena. Samuel apunta que, en la práctica, lo que se conseguirá es recopilar datos de presión, temperatura, longitud y altitud, transmitidos en tiempo real y, como «baza secreta», desvela, medir la calidad del aire, con comprobaciones sobre el polvo en suspensión.

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Actualmente, a la espera de que les confirmen el día del lanzamiento en la fase andaluza de «Cansat», se afanan en las pruebas, entre las que se han incluido las de comunicaciones, por el momento en horizontal, que son correctas, incluso a mayor distancia de la exigida, o los aterrizajes, para verificar si el paracaídas hace su cometido, para lo que han usado una botella de similares características al satélite. Es el paso previo al lanzamiento de la auténtica lata desde una de las torres del paseo marítimo torremolinense, como adelanta Álvaro. Todo en orden, solo hay que realizar algunos ajustes de peso, como precisa Lobato.

«Son muchos alumnos y alumnas en el centro y no todos tienen el mismo interés, ni los mismos conocimientos, y, puesto que se busca un objetivo claro, para lograrlo, es necesario contar con un grupo que sea capaz de manejar magnitudes físicas con soltura», precisa Moscoso. La profesora destaca las posibilidades de aprendizaje que ofrece una experiencia de este tipo, consecuencia directa de la participación del «Playamar» en el programa «Investigación Aeroespacial en el Aula», dentro de la estrategia Steam (acrónimo de science, technology, engineering y mathematics: ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Otro de los empeños de esta actividad es fomentar la elección de las carreras de las ramas de ciencias entre las alumnas, lo que también se logra con «Cansat», como dejan claro tanto María Elena como Kiara, sin vocación alguna de estudiar letras.

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«Somos como una pequeña agencia espacial», apuntan los participantes en esta misión, lo que les permite trabajar en aspectos como la búsqueda de patrocinios o la difusión de su labor en prensa y redes. En todo su desarrollo, que implica la fabricación del satélite con una impresora 3D en el propio aula, apenas han invertido 200 euros. En su camino, tienen el respaldo de los departamentos de Física y Química y de Tecnología, del Aula de Emprendimiento, de la AMPA Eucaliptos, de las empresas Zona Ideas y Vistando.com y del Club de Golf de Los Naranjos.

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