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MIGUE FERNÁNDEZ

El sentimiento 'rockabilly' nunca pasa de moda en Torremolinos

Unas 20.000 personas de todo el mundo hacen gala este fin de semana de su pasión por este movimiento americano de los 50 en la 29ª edición del Rockin' Race Jamboree

Sábado, 4 de febrero 2023

Phil y Lily se levantan temprano cada día; tienen mucho que hacer antes de llegar a sus trabajos haciendo gala de su puntualidad británica. No es sencillo elegir un nuevo 'look' entre tantas opciones coloridas y atrevidas en sus armarios, ni siquiera a sabiendas de que más tarde deberán cambiarlo por sus respectivos uniformes. Con la ropa ya escogida, toca poner algo de música en lo que tardan en preparar y atusar sus elaborados peinados: él, un tupé kilométrico bañado en gomina; ella, unas perfectas ondas que requirieron de rulos nocturnos y laca diurna. Es un esfuerzo diario mantenerse así de impecable, pero es su modo de vida y no lo cambiarían por nada del mundo.

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No, el carnaval no se ha adelantado en Torremolinos, aunque muchos se sigan cuestionando '¿de qué va esta gente?'. La respuesta es sencilla, ellos son así. Más de 20.000 personas se todos los rincones de España y del mundo han vuelto a reunirse, como cada mes de febrero desde hace 29 ediciones, para disfrutar juntos de su 'bendita locura' en el Rockin' Race Jamboree, que este 2023 presenta su cartel más extenso (con 42 bandas), un récord de afluencia y una previsión de cuatro millones de euros de impacto económico. «En febrero no hay ningún festival en el mundo de esta temática, así que al final este se ha convertido en el más importante de Europa en estas fechas, por asistencia y la cantidad e importancia de las bandas (como The Delta Bombers o The Planet Rockers», asegura el organizador, Guillermo Jiménez.

Este fin de semana, tanto el Auditorium como la Plaza del Remo y el Hotel La Barracuda se han convertido en una máquina del tiempo que te traslada al Sur de los Estados Unidos de los 50. Un baile de colores y alegría; rojo carmesí, faldas de vuelo, corsés, pañuelos y lunares encabezan el vestuario de las mujeres, mientras que los varones apuestan por coloridas camisas, ropa vaquera, gafas, sombreros y también mucho cuero. Suena un rock suave de fondo mientras todos disfrutan del sol malagueño junto a una cerveza y paella. «Es como unas vacaciones para nosotros, como un verano, es maravilloso», cuenta la suiza Annika Frischknecht, que lleva varias ediciones sin faltar a la cita torremolinense junto a su novio y otro amigo mitad italiano, mitad suizo.

Los tupés, rizos, faldas de vuelo y camisas 'vintage' inundan la ciudad disfrutando de su peculiar estilo de vida

La cita costasoleña es una más en su agenda de festivales 'rockabilly' por Europa, pero todos coinciden en que esta es especial: «Venimos cada año, es maravilloso. Nosotros solemos ir a todos los festivales que podemos por Europa y este nos encanta por el tiempo y el ambiente», cuenta Sharon Wilkins, que llega de Reino Unido junto a su marido y otra pareja más. Todos estos miles de asistentes que no sólo se reúnen en los hoteles de la zona, sino que disfrutan llenando de color y estilo las calles de Torremolinos estos días, tienen algo en común: su modo de ver la vida. Tienen un carácter único, desenfadado, alegre, con aires de rebeldía pero desde una visión totalmente pacífica. Vibran cuando les invade su música, el más puro rock and roll, con trazas de country y del blues de la época. Sólo quieren disfrutar en paz y con mucho ritmo del movimiento que transformó sus vidas.

Estilo de vida

Es el caso de Bebi Acosta, Francisco Hernández y Ágata Acosta, padres e hija canarios que viajan y disfrutan juntos de su pasión 'rockabilly'. Completamente llenos de tinta y con estilos muy cuidados, no pueden evitar llamar la atención. «Es un estilo de vida. Siempre nos vestidos y nos peinamos así. La gente ya no se asombra, están acostumbrados», asegura la madre. Mientras que el padre añade: «No es que empieces con el movimiento, uno se va adaptando porque le gusta». Es su primera vez en Torremolinos, pero han quedado impresionados por el buen ambiente y el clima, tan similiar al suyo.

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Para alguien externo a este peculiar mundillo, resulta toda una experiencia adentrarse en él, incluso intriga el saber cómo serán sus vidas en el día a día, si sus hogares también seguirán la temática sesentera o tendrán un Cadillac, un Chrysler, un Plymouth Belvedere o un Hudson Hornet (algunos modelos se expusieron en la Plaza del Remo), aparcados en sus garajes. Quizá sea sólo un cliché, pero muchos de ellos los cumplen a rajatabla. Darían lo que fuera por haber nacido en el lugar y la época que llevan por bandera, pero por desgracia, deben adaptarse a la realidad y seguir luchando, como ya lo hacen, por defender un modo de vida que nunca pasará de moda. Perpetuar un legado es lo que realmente lo mantiene vivo.

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